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HOST – ‘IX’

Holmes y Mackintosh dan rienda suelta a su vertiente más accesible.

Paradise Lost. Año 1999. Host. Es el punto de partida para entender este proyecto llamado precisamente como ese disco. ¿Casualidad? No lo creo.

A finales de los 90, Paradise Lost decidieron dar una vuelta de tuerca más a su sonido. Y si bien en One Second ya apuntaban cosas en aquella dirección, Host cayó como un jarro de agua fría a las hordas de seguidores de los británicos. Tras dos álbumes escorados hacia el death doom, y tres más en los que abrían sus influencias y los colocaba como alguna cosa así como ‘The next big thing’ en el mundo del metal, Host fue un giro que muchos no entendimos. Abrazaron el synth pop y entregaron un álbum que se alejaba del metal de una manera salvaje.

Host, la banda, retoma aquel camino, porque Greg Mackintosh y Nick Holmes se lo pueden permitir. En los últimos tiempos, han conseguido un equilibrio casi perfecto entre sus trabajos en Paradise Lost, con los que viven una segunda juventud desde Faith Divides Us – Death Unite Us, y sus proyectos paralelos, con los que han encontrado una buena manera de desfogarse. Mackintosh con Vallenfyre y Strigoi, y Holmes como vocalista de Bloodbath, dan rienda suelta a su lado más old school, pero sin embargo aquí van por otros derroteros.

IX retoma el camino sin salida iniciado con Host, y para ello han decidido enfundarse en una nueva piel al margen de la banda nodriza, entregando un trabajo plagado de referencias al rock gótico de los 80s, al synth más delicado, o a los Depeche Mode más densos y oscuros, quienes siempre han sido una referencia para estas mentes inquietas de Halifax.

Predominan los medios tiempos, la inicial ‘Wretched Soul’ sería un buen ejemplo, los sintetizadores como en la synthwave ‘My Only Scape’ ,y algunos arreglos orquestales como en ‘Divine Emotion’. La épica ‘Years of Suspicion’ y ‘Inquisition’ con cierto aroma a Nine Inch Nails apuntan hacia un final culminado por la «bailable» ‘Instinct’ con un estribillo muy Paradise Lost.

IX hará las delicias de aquellos que echaban de menos los experimentos de la pareja en su banda principal. Sin embargo, se queda a medias. Le falta punch. Todo es muy frío y hasta predecible, por lo que no acabas de conectar del todo con el disco. Buenas composiciones, gran producción, pero algo plano en la ejecución. Quizá lo buscaban así, pero yo esperaba algo más.

JOAN CALDERON