«¿Dónde está el límite para una banda que va siempre al límite? Donde le dé la gana». Así cerraba Jordi Meya la crítica de Crawler, el anterior disco de Idles publicado en noviembre de 2021. Pues bien, Tangk viene a confirmar justamente eso.
Sin que se trate de un álbum ni mucho menos tan rupturista como Kid A, a pesar de haber fichado a Nigel Godrich para el equipo de producción junto a Kenny Beats y el guitarrista Mark Bowen, y que el inicio con el teclado repetitivo de ‘Idea 01’ nos recuerde a los arreglos más abstractos de aquel, es evidente que los británicos quieren deshacerse de cualquier corsé musical o temático con el que sus fans, los medios o la industria tendemos a atar a las bandas. Para empezar, el vocalista Joe Talbot ha explicado que el amor es el eje principal entorno al cual gira su quinto álbum. Una premisa que rompe con la imagen confrontacional que se tiene de ellos.
Claro que el amor puede expresarse y manifestarse de muchas maneras, y en Tangk Idles las exponen casi todas. Por eso después de esa entrada más atmosférica, los ingleses nos golpean con el bajo contundente de ‘Gift Horse’ y unos azotes de guitarra que culminan en un explosivo estribillo. Me atrevería a decir que es una de sus canciones más logradas y de los pocos momentos, junto a ‘Hall & Oates’ o ‘Gratitude, donde nos encontramos esa visceralidad imposible de ignorar que les ha hecho conectar con tantísima gente.
En el resto del álbum, la banda ha optado por ‘atacarnos’ de otra manera. Con Talbot cantando de manera menos agresiva, y utilizando las guitarras más como pinceles que como sierras mecánicas, podría parecer que Idles se han suavizado, pero en el fondo lo que consiguen es incomodar al oyente de manera más sutil, pero igual de angustiosa. La claustrofobia industrial de maquinaria pesada de antaño se transforman en texturas digitales más imperceptibles. El pulso monótono de ‘Pop Pop Pop’, la delicadez de ‘A Gospel’ o ‘Monolith’, con una cadencia acuosa cercana al Badalamenti de Twin Peaks y un solo de saxo que se desvanece entre la niebla, van calando en ti cual gota malaya generando una tensión que nunca llega a liberarse. ¿Y ahora que hago yo con todo esto dentro?
MARC LÓPEZ