La transformación que llevó a cabo Imelda May con Life. Love. Flesh. Blood. (2017) pilló a más de uno con el pie cambiado. De la noche a la mañana y sin previo aviso, la irlandesa cambió radicalmente de imagen despidiéndose de su característico tupé bicolor y avisando del giro de timón que se avecinaba en su carrera.
Aunque no fueron pocos quienes alzaron la voz, se podría decir que la jugada le salió bien. Aquel disco (marcado en parte por su divorcio con Darrel Higham, anterior guitarrista de su banda) casaba a la perfección con la nueva etapa que quería comenzar en su vida. A pesar de que contenía algunas composiciones que podrían haber encajado en sus anteriores obras, Imelda se desprendía de cualquier influencia relacionada con el rockabilly para meterse de lleno en el soul y el pop rock con algunas pinceladas de jazz.
Que aquello era un viaje sin camino de vuelta se confirmó el año pasado con la publicación de Slip Of The Tongue, un mini-álbum de poesía recitada, y se reafirma ahora con solidez gracias a 11 Past The Hour. Un trabajo que aumentará todavía más la polarización de opiniones entre sus seguidores.
Porque si bien es verdad que este sexto disco resulta continuista respecto a su predecesor, aquí se echa en falta un factor fundamental. Y eso son buenas canciones. Algo de lo que, aún con su ruptura estilística, Life. Love. Flesh. Blood. iba sobrado. Por otra parte, el distanciamiento con su pasado es aún mayor sí cabe.
El álbum está plagado de medios tiempos y baladas como ‘Diamonds’, ‘Different Kinds Of Love’, ‘Solace’ o el dueto que se marca en ‘Don’t Let Me Stand On My Own’ con su actual pareja (el también cantante y actor Niall McNamee), que suenan excesivamente planas y estandarizadas. Dignas del hilo musical de la consulta de un dentista. Ni molestan ni consiguen atraer tu atención por algo en especial.
Tampoco funcionan las colaboraciones de Noel Gallagher (‘Just One Kiss’), Miles Kane (‘What We Did In The Dark’) o la guitarra de Ronnie Wood en el edulcorado single ‘Made To Love’. Todas ellas hacen aguas en su intento de imprimir un poco de brío a un conjunto de temas faltos de inspiración.
Entre las que se podrían salvar de la quema estarían la homónima ’11 Past The Hour’ (muy de títulos de crédito para una peli de 007), ‘Breathe’ y ‘Never Look Back’, donde Imelda sabe jugar con el feeling de su voz y la tensión contenida. Muy poco donde rascar en el primer tropiezo importante de una carrera que hasta ahora iba por el buen camino.
GONZALO PUEBLA