Lo que Imperial Triumphant ofrecen no es nuevo. Antes o durante su eclosión, otras bandas también han fusionado jazz con metal o black vanguardista, como los Shining noruegos (bueno, tampoco es que los de Niklas Kvarforth se queden cortos en cuanto a experimentación…), Five The Hierophant y otros tantos proyectos de corte mucho más underground.
Lo que sí llama mi atención, y de qué manera, es lo perfectamente bien ensambladas que están las bulliciosas canciones de los estadounidenses, lo respetuosos que son con los dos universos que nutren sus canciones para que Alphaville, su cuarto álbum, no se nos aparezca como una algarabía absolutamente indigesta. O que no tire del recurso fácil de ser una obra black death con alguna pincelada jazz que, únicamente, les dé un aire cool.
No. Alphaville, como su predecesor Vile Luxury, es exactamente black death vanguardista con jazz. Dadas las coordenadas, lo de ‘técnico’ se da por sentado. Las cucharadas de cada estilo están meticulosamente calculadas, la fórmula del trío es puntillosa y minuciosa, y de esta manera, consiguen lo más complicado: que estas siete canciones, más dos covers, se sucedan de forma natural, sin sonar nada forzadas.
‘Excelsior’ va a exigirte toda tu atención, estamos ante una formación capaz de ejecutar todo lo que le venga en gana, y ‘City Swine’, en un principio mucho más reposada, sigue dando buena cuenta del descomunal nivel instrumental de estos encapuchados. Alucinantes las baterías de Kenny Grohowski, como también cómo te revientan al final al son de ese piano enajenado. La dupla que ésta conforma con la apocalíptica y pantagruélica ‘Atomic Age’ se erige como la cima artística y difícilmente superable de este álbum.
‘Transmission To Mercury’ empieza como un remanso de paz y a la que te descuidas, te ves envuelto en un frenético infierno a rebosar de dolorosos berridos. ‘Alphaville’ te produce cefalea con tan sólo imaginar lo que debe comportar tocar esta marcianada. Virtuosismo no, lo siguiente, y las dos versiones con las que concluyen, de Voivod y The Residents, simplemente hay que escucharlas…
No podemos obviar la cuidada y estudiada imagen del grupo, ya sea por su indumentaria o el estilismo de sus portadas, entre los felices años 20, los tensos 30 y el (ahora) retrofuturismo expresionista de Metropolis. Así, el resultado final te obliga, irremediablemente, a volver tus ojos y orejas hacia ellos.
Imperial Triumphant serán el objeto de deseo, el destino de muchos de los piropos que se lancen este año. Sólo sumérgete en esto si puedes dedicarle los cinco sentidos. Desde luego, Alphaville no es un álbum para la siesta o para que suene de fondo mientras friegas el pasillo. Los John Zorn del metal extremo actual.
PAU NAVARRA