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IMPERIAL TRIUMPHANT – ‘Goldstar’

Llámalo como quieras, pero esto es oro puro.

Enfrentarse a un nuevo trabajo de los vanguardistas Imperial Triumphant es un reto siempre mayúsculo. No hay nada baladí en lo que firman estos tres enmascarados empeñados en reescribir los cánones de lo extremo. 

El trío neoyorquino, que inició sus andanzas intentando destruir cualquier atisbo de melodía y construcción lógica, ha culminado su destino con un trabajo magistral y al alcance de muy pocos. Afortunadamente, entre esos pocos están Zachary Ezrin (voz y guitarra), Kenny Grohowski (batería) y Steve Blanco (bajo), unidos en el cometido de hacerte perder el juicio y asentir ante semejante ejercicio sobrenatural de destreza sónica, deconstruyendo tema a tema las notas que dibujan una vida urbana opulenta, obscena y corrupta. 

Allá donde creas que hay una estructura lógica para afrontar una canción, te encontrarás con las escalas, caos y vientos anárquicos de ‘Eye Of Mars’. Cuando piensas que ‘Gomorrah Nouveaux’ va a transcurrir sobre la estructura de estrofa, puente, estribillo te destrozan a disonancias y escalas imposibles. ‘Hotel Sphinx’ se antoja un homenaje al Kubrick más brutalista -si no, ¿qué son esas notas de sintetizador setentero sacados del ‘Sarabande’ de Haendel que sonaban en Barry Lyndon?– de voces de ultratumba, devaneos de la base rítmica y esos riffs de guitarra imposibles inspirados en los Mr Bungle más experimentales. La final ‘Industry of Misery’ es la versión inarmónica de los Led Zeppelin más blueseros, una auténtica delicia. Todo ello forma la banda sonora de un futuro distópico en el que todavía resuenan ecos del pasado con Metrópolis de Fritz Lang como gran referente estético.

En el capítulo de colaboraciones, merece una mención especial la participación de dos titanes de la percusión. Tomas Haake, de Meshuggah, deja su inconfundible huella en dos temas: ‘Lexington Delirium’ y ‘Pleasuredome’. En este último, se suma la energía tribal y desquiciada de Dave Lombardo, llevando la pieza a otro nivel. Por su parte, la vocalista de Bloody Panda, Yoshiko Ohara también reconocida por su faceta de artista visual, aporta su sello único en ‘NEWYORKCITY’, una auténtica gamberrada que evoca más el espíritu irreverente de los añorados Fantômas que el de Imperial Triumphant.

Ventilando nueve piezas que suman 38 minutos, Goldstar es su trabajo más conciso, pero no por ello menos colosal. Su mayor logro es plasmar la evolución de una banda que ha optado por hacer algo más accesible su sonido sin renunciar ni un ápice a su sonido caótico y desquiciante. Suena a tópico, pero es la realidad absoluta. ¿Neo Noir metal? ¿Art déco metal? Llámalo como quieras, pero esto es oro puro.

JOAN CALDERON