Vale, aterrizamos ya. Como si ‘Chump Change’ fuera una avanzadilla de lo que está por venir, Imperial Triumphant nos la empotran en toda la jeta en cuanto Spirit Of Ecstasy echa a andar. Dislocada, ruidosa, serpenteante, camaleónica. Nos están avisando, porque no hay que ser fan de Imperial Triumphant… y menos aún de su música. Te tiene que encantar lo que son capaces de lograr, pero ir recordándotelo muy de vez en cuando. Hay demasiado en juego… para empezar, tu cordura.
Desde que el tridente neoyorquino se fundara en 2005 (¿O era el 2055?) ha ido allanando el camino para que un artefacto como Spirit Of Ecstasy no solamente no nos pille con los calzoncillos bajados, sino que encima ya nos lo esperáramos. Con Vile Luxury rompiendo finalmente el hielo para servirnos un selecto cóctel de acelgas con mostaza y Martini Bianco del tamaño de Alphaville, no creo que a nadie sobre aviso le puedan pillar por los huevos estas nuevas canciones.
Mientras filosofamos como tontacos se suceden coros fantasmales y escalas alocadas que podrían poner nervioso al mismísimo John Zorn en ‘Tower Of Glory, City Of Shame’, o la cosa se dispara con la blackened ‘Merkurius Gilded’, ¡donde Kenny G pone el saxo! Sí, se ríen claramente de nosotros, demostrando además estar la mar de bien conectados con, entre otras colaboraciones, Alex Skolnick de Testament maltratando la guitarra.
Yo veo bastante de Satriani en muchos solos. También tenemos aquí su retrofuturismo expresionista, pero esta vez no recreado de una forma meticulosa o puntillosa. Ahora más bien abren las compuertas para que caiga en tromba, para que puedan bombardear con el alucinante y sugerente jazzazo que se marcan en ‘In The Pleasure Of Their Company’ en el Jamboree, pero con Altarage de teloneros, el último de Meshuggah como hilo musical, y Akercocke sentados en primera fila. Tocan como los ángeles, pero eligen la algarabía infernal.
Lo raro es que, pasado el choque inicial, Spirit Of Ecstasy sea extrañamente digerible. Como irse de tripis con Bugs Bunny, pues hay algo aquí incontrolable, apocalíptico, extremo y salvaje, pero a su vez, a estas alturas, también divertido y familiar. Asfixian, pero lo gozas a lo David Carradine.
De todas formas, pensándolo mejor, terminada la gira vuélvanse ustedes unos años a Marte, que me va a estallar la cabeza. ¡No me sorprende que se tapen las caras!
‘Maximalist Scream’, con Snake de Voivod, es como meterse fentanilo en un cine con Dolby Atmos. Proyectando John Wick 4, por supuesto, porque Imperial Triumphant ya la han visto.
PAU NAVARRA