Antes de empezar debo reconocer que sentí cierto hype con el nuevo disco de In Flames. Los avances publicados tenían una pinta extraordinaria y el bolo relativamente reciente en Barcelona, me hicieron recuperar una fe perdida desde 2006 con Come Clarity, su último álbum reconocible y con cierto punch de los otrora abanderados del sonido Göteborg.
Lo que vino después nunca me motivó, ni siquiera me tocó la patata ni un poquito. Una modernización mal entendida, sin gancho, alejada de sus dos primeras épocas. Que Anders Fridén se hiciera con el poder absoluto de la parte creativa, pareció acercarlos al metal alternativo y alejarlos (y en alguna ocasión renegar) de sus raíces más old school del death melódico, en pos de llegar a un público más amplio. No cabe duda que les salió bien, pues año tras año la base de fans fue aumentando, adquiriendo cierta áurea de banda a seguir. No para mí, más aficionado a sus primeros trabajos.
Tras algunos lanzamientos, digamos, poco inspirados, y tirando de piloto automático, como Battles y I, The Mask, se presentan en 2023 con Foregone. Y sorpresa, recuperan la pulsión perdida y se acercan a la época Reroute To Remain, Soundtrack To Your Escape y Come Clarity, con alguna pincelada de la etapa dorada del grupo, que en mi opinión es la que comprende Whoracle, Colony y Clayman.
En el haber se encuentran una primera mitad de disco bastante inspirada, con trallazos como la inicial ‘State of Slow Decay’, ‘Foregone Pt 1’ o la octava pista, ‘The Great Deceiver’ que, quizás, es de lo mejor que han hecho en décadas. Las más tradicionales ‘Meet Your Maker’ y ‘Bleeding Out’ más progresivas y con estribillos made in Fridén, con cierto aroma añejo y unos solos de guitarra muy meritorios.
La producción es extraordinaria durante todo el álbum y hay que destacar el trabajo instrumental global, pero especialmente destacan las guitarras, las oleadas de riffs que son capaces de desplegar Gelotte y Broderick con unos solos bien puestos que no desentonan en el global del disco.
La cosa se desinfla, a partir de ‘Foregone Pt 2’, que a pesar de ser un tema que los acerca más a su primera etapa histórica que a la segunda, me parece un error el tratamiento de la voz de Anders al inicio del tema (¿autotune?) estropeando un medio tiempo que podría haber sido redondo, con esas notas de inspiración medieval y un desarrollo muy logrado.
El intento de aproximarse a los Ghost más melódicos y empalagosos en ‘Pure Light Of Mind’ resulta fallido y una de las ‘manchas’ del álbum. El último tramo del álbum se desinfla todavía más hasta llegar a la final ‘End Of Transmission’ que sirve de colofón con ese medio tiempo, que conjuga bien los In Flames de antes con los actuales; groovie, potente y resultona.
No esperes un back to the roots, ni aquellos In Flames míticos, pero, sin duda, recuperan el pulso perdido durante lustros. Un buen disco que disfrutarás tanto si eres de los ‘nuevos’ seguidores como si eres de los que flipan con Reroute to Remain.
JOAN CALDERON