A estas alturas deberíamos estar curados de espantos. Ya hace mucho tiempo que In Flames decidieron que para aspirar a la primera línea del metal les tocaba suavizar su sonido y hacerlo más afín a los gustos del público más mainstream.
Es una jugada que en los últimos tiempos también han seguido Arch Enemy, y tanto a unos como otros, todo hay que decirlo, les está saliendo bien. Si logramos aislarnos que éste es un disco facturado por una banda en su momento fue rompedora, la verdad es que es bastante disfrutable. Las canciones tienen su gancho y la producción, una vez más, de Howard Benson (My Chemical Romance, P.O.D.) potencia la claridad de la voz de Anders Fridén por encima de los instrumentos.
Sus intenciones quedan al descubierto desde el primer tema con ‘Voices’ y su generoso estribillo melódico. ‘I, The Mask’ sube la velocidad con un vertiginoso trabajo de las guitarras de por parte de Björn Gelotte y el doble bombo del batería Joe Rickard, quien con este trabajo se ha despedido del grupo y ya ha sido sustituido por Tanner Wayne (ex Scary Kids Scaring Kids y Chiodos). En esa línea más agresiva, pero sin renunciar a la melodía, también encontramos ‘Call My Name’, ‘I Am Above’, ‘Burn’ o ‘(This Is Our) House’.
En esta ocasión, los suecos tampoco se han cortado a la hora de incluir algunos medios tiempos y baladas como ‘Follow Me’, donde se alternan estrofas acústicas con un estribillo eléctrico, ‘In This Life’ o ‘All The Pain’ o ‘Stay With Me’ donde se acercan al AOR con unos coros dignos de Journey. Puestos a venderse al mercado, al menos en este disco In Flames amasan canciones para conseguirlo.
DAVID GARCELL