Para algunos artistas la hiperactividad puede conllevar aspectos tanto positivos como negativos. Si bien muchos tienen la habilidad de canalizarla para probar diferentes caminos a los que están habituados, en ocasiones también puede provocar que pierdan cierta perspectiva de lo que están haciendo.
No es exactamente lo que viene ocurriendo con Jack White, pero de algún modo ha hecho que su carrera en solitario se haya resentido en sus últimos pasos. Ni que sea ligeramente. Con su anterior Boarding House Reach, el ex cabecilla de The White Stripes dio rienda suelta a su vena más experimental en contraposición a lo que venía entregando por cuenta propia o en otros proyectos como The Raconteurs y Dead Wheater. Mientras que en esas bandas encontraba el equilibrio entre querer ir más allá y el formato de canción clásico gracias al contrapunto que encontraba en compañeros como Brendan Benson y Alison Mosshart, cuando se quedaba a solas no había restricciones de ningún tipo ni nadie que le pudiese atar en corto.
Tampoco voy a negar que me parezca admirable que alguien de su estatus se permita el capricho de sacar algo tan arriesgado y alejado del mainstream, pero la realidad es que su gusto por el virtuosismo se acababa haciendo un tanto indigesto en ocasiones. Es por eso que, a pesar de su intención de lanzar dos nuevos álbumes durante este 2022, todavía guardaba esperanzas de encontrarme a un White hasta cierto punto más contenido. Por supuesto, me equivocaba por completo.
Fear Of The Dawn es la primera entrega que nos tiene preparada el de Detroit para este curso. Al contrario del más tradicional Entering Heaven Alive que llegará el próximo mes de julio, aquí tenemos a un Jack White eléctrico completamente en su salsa. Es cierto que en el primer disparo, ‘Taking Me Back’, vemos su lado más histriónico y excesivo, pero aún así es capaz de balancear lo suficiente como para que el asunto no se vaya de madre. Lo mismo ocurre con la urgente agresividad de ‘Fear Of The Dawn’ y la igualmente certera ‘The White Raven’.
Pero es a partir de ‘Hi-De-Ho’ cuando nuestro hombre empieza a alejarse del guión marcado. A pesar de su pegadiza línea de bajo, la alianza con Q-Tip de A Tribe Called Quest suena extraña y desubicada, como fuera de contexto. ‘Eosophobia’ también nos hace torcer el morro cuando le da por combinar reggae con esos riffs entrecortados tan suyos. Para colmo, más adelante hallamos un reprise de la misma que tampoco termina de aportar gran cosa. En ‘Into The Twilight’ el asunto funciona algo mejor, pero acaba perdiéndose en su propia auto indulgencia sobresaturando con infinidad de efectos.
No será hasta la recta final cuando nos encontraremos con composiciones más familiares como la celebrada ‘That Was Then, This Is Now’, la melodía 60’s de ‘Morning, Noon And Night’ y el elegante neo-blues de ‘Shedding My Velvet’, cuya outro acústica parece enlazar con lo que será su siguiente entrega. Apenas un par de detalles de lo que este disco podría haber sido y sin embargo se ha quedado a medio camino de ser.
Con Fear Of The Dawn White consigue una mejora significativa en lo que se refiere a la proporción entre crear temas con gancho y su interés por el collage sonoro, a pesar de que esto último le impida entregar un lote mejor cohesionado. Esperemos que en verano esté más acertado.
GONZALO PUEBLA