De momento solo han sido un par de casos puntuales, pero parece que poco a poco empiezan a alzarse algunas voces que van a la contra del sistema de consumo implantado por las plataformas digitales. Ya saben; dar la cantinela cada pocas semanas con un nuevo single de adelanto con el que ir desgranando un disco hasta abandonarlo sin apenas interés el día de su lanzamiento.
En ese posicionamiento tenemos los ejemplos recientes de Gorka Urbizu o incluso de una artista puntera dentro del pop mainstream como Billie Eillish, quienes han optado por publicar sus nuevos álbumes sin recurrir a las entregas por fascículos. De esta forma obligan a que la audiencia se siente a escucharlos al completo, sin ideas preconcebidas ante lo que se van a encontrar. Una idea que, a mi juicio, resulta digna de aplaudir en estos tiempos de fast food musical. Aunque claro, si se trata de sorprender al personal, siempre encontrarás a alguien que vaya dos pasos por delante del resto como Jack White.
La noticia saltó hace apenas un par de semanas cuando los clientes de sus coquetas tiendas de Third Man Records instaladas en Detroit, Nashville y Londres, encontraron en sus bolsas de compra un vinilo con funda blanca de regalo sin ningún tipo de explicación ni información adicional. Cuál era la sorpresa al posar la aguja del tocadiscos entre sus surcos sino la de encontrarse con nuevo material del ex-The White Stripes. Es más, el propio músico instó a sus seguidores a descargarlo desde un enlace compartido en Google Drive. Todo un golpe de efecto.
Vale, muy bien, pero ¿y el disco? ¿Qué tal está? Pues aquí viene lo mejor de todo, porque después de unos últimos trabajos algo descompensados, este artefacto sin título nos trae de vuelta a un White que opta por dejar aparcados los experimentos para otro momento, agarrar su guitarra y ponerse a repartir riffs y solos sin complicarse la vida más de lo necesario.
De lo poco que se ha dado a conocer hasta la fecha, sabemos que el álbum fue grabado en sus propios estudios de Nashville entre 2023 y el año presente, además de contar con colaboradores habituales como Patrick Keeler (batería y también compañero en The Racounters), Dominic Davis al bajo y Bobby Emmett a las teclas. Con esta formación tan básica pero sobrada de talento, el de Detroit entrega 13 piezas dónde en más de un momento los viejos tiempos en los que formaba pareja artística con Meg White asoman por el retrovisor.
Así ocurre que ‘Old Scractch Blues’, ‘Bless Yourself’ o ‘Missionary’ invocan esa suerte de blues, punk y garage rock con el que dúo rojiblanco saltó a la fama hace un cuarto de siglo. También encontramos ecos a los Led Zeppelin más blueseros (‘It’s Rough On Rats (If You’re Asking)’), algún arranque rapeado en las estrofas de ‘Archbishop Harold Holmes’ como si estuviera poseído por un predicador, y hasta ramalazos de punk descacharrado como en ‘Bombing Out’. Todo va dirigido hacía una misma carretera dónde solo tienen permiso de circulación lo crudo, lo visceral y lo inmediato. No hay espacio para andarse por las ramas.
Y es que por mucho que tenga sus momentos para explayarse (en ‘Number One With A Bullet’ saca su vena más histriónica a las seis cuerdas), en esta ocasión Jack no ha perdido de vista el sentido de la canción en sí misma. Sin ir más lejos,’That’s How I’m Feeling’ y ‘Tonight (Was A Long Time Ago)’ podrían haber sido elegidas como singles potenciales, pues reúnen todos los requisitos para ello. A saber: riffs pegadizos, ritmos sencillos pero funcionales y un groove que te empuja a rockear como si volvieras a estar en 2003 cuando desenfundaste por primera vez tu copia de Elephant.
Finalmente, No Name estará oficialmente disponible a partir de mañana viernes en las plataformas digitales y tiendas independientes, dejando sus primeras y misteriosas copias como un oscuro objeto de deseo para los coleccionistas. En cualquier caso, por una vez podemos decir que se ha cumplido aquello de que lo importante no es tanto el envoltorio sino lo que se esconde en su interior.
GONZALO PUEBLA
