Segundo largo del quinteto texano Judiciary en el que hay un salto adelante respecto a su debut Surface Noise, pero no acaba de quedar claro hacia donde. Si su anterior disco era una mezcla de influencias crossover entre hardcore y thrash, en Flesh + Blood optan por un sonido muy duro y claro -la producción de Arthur Rizk es brutal y la mezcla, del omnipresente, Will Putney es espectacular- y virando hacia el groove metal.
Una cosa está clara, si buscas mala hostia y riffs matadores este es tu álbum. La apertura con ‘Flesh’ es clara y meridiana con lo que te vas a encontrar durante todo el plástico, pesada y con unas líneas de bajo que auguran un mosh pit violento y agresivo. En ‘Blood’ encontramos claramente influencias de Hatebreed, un solo de guitarra made in Hanneman y un breakdown revienta cervicales. El “pero” más flagrante de este álbum es la sensación que Judiciary se queda a medias en el objetivo de encontrar la canción redonda.
Tienes colecciones de riffs espectaculares, pero a menudo unidos sin demasiada coherencia. Un par de ejemplos serían la lambofgodiana ‘Cobalt’ o ‘Steel Hand God’, donde tienes como tres o cuatro riffs y un solo brutal, pero sin que logren cuajar en algo coherente, ni siquiera un estribillo. Sonando realmente poderosos, no llegan a ser temas redondos.
El debate de siempre: faltan ‘canciones’. A Flesh + Blood carece de ellas para realmente lograr esa pegada definitiva que intuyo buscaban los de Texas. He escuchado este disco unas diez veces para hacer la reseña, y no soy capaz de recordar ni una sola canción. Bueno sí, ‘Paradigm Piercer’, pero porque me ha recordado por su cadencia y ritmo a ‘Harvester Of Sorrow’ de Metallica.
¿Es Flesh + Blood un buen disco? Técnicamente no hay duda. Tiene un sonido demoledor y muestra la voluntad de virar en otra dirección, pero se queda a medias. Se trata de un trabajo de transición que no ha logrado el objetivo. Quizás a la tercera sea la vencida.
JOAN CALDERON
