Quienes hayan seguido los artículos sobre Kadavar que he escrito en esta misma publicación durante los últimos años sabrán de sobras que nuestra relación no es muy idílica que digamos. Lo admito; a pesar de ser una de las formaciones más populares de la escena rockera con fijación por los 70’s, nunca he terminado de encontrar en los germanos esas supuestas virtudes que les hagan marcar las diferencias respecto a sus competidores.
Su fórmula de calcar hasta la última coma el manual de estilo de Black Sabbath ya llevaba mostrando alarmantes síntomas de agotamiento. Resultaba obvio que el melenudo trío de Berlín necesitaba una renovación de ideas si no quería sobrepasar su propia fecha de caducidad. Lo que no imaginaba es que esos aires de cambio fuesen a llegar gracias al COVID-19.
Como bien deja intuir su título, The Isolation Tapes fue registrado durante el pasado confinamiento en su propio estudio suponiendo un punto y aparte dentro de una discografía que siempre ha mostrado una excesiva querencia por el inmovilismo. Sin embargo, lo que podría haber sido una gran oportunidad para demostrar su versatilidad como músicos vuelve a evidenciar su falta de ingenio e ideas propias.
Digámoslo claro: el cambiar tus influencias por otras sin seguir aportándolas absolutamente nada no va a hacer que parezca que estés dando un paso arriesgado. Más bien todo lo contario. Si hasta ahora Kadavar se habían dedicado a fusilar sin ruborizarse lo más mínimo a los creadores de Paranoid, en esta ocasión han querido jugar a ser Pink Floyd… cometiendo los mismos errores de antaño, por supuesto. Porque, señores, una cosa es querer y otra muy diferente es disponer del talento para poder llegar a donde uno quiere.
La primera mitad del álbum pretende simular una pieza dividida en cinco movimientos. La atmósfera está lograda a base de teclados y guitarras más espaciales, alejadas de la distorsión machacona a la que nos tenían acostumbrados. Se agradece el esfuerzo, pero cortes como ‘II – I Fly Among The Stars’ o ‘V – The World Is Standing Still’ carecen de chispa y magia más allá de esas largas y aburridas introducciones. Y cuando intentan meterle algo de ritmo al asunto con ‘IV – (I Won‘t Leave You) Rosi’ resultan tan inofensivos como un vampiro con dentadura postiza.
Algo mejor están la psicodélica ‘Eternal Light (We Will Be OK)’ o la beatleniana ‘Everything Is Changing’ (lo más parecido a un single que encontraremos aquí), que ayudan a maquillar un poco el resultado antes de que se vuelvan a perder entre interludios vacíos y sin gracia. Si es que incluso la despedida de ‘Black Spring Rising’ te deja igual de indiferente que al principio.
Sospecho que The Isolation Tapes quedará como una mera anécdota en su hoja de servicios antes de que regresen a redil. Sinceramente, no sabría decir cuál de los dos caminos me parecería peor.
GONZALO PUEBLA