Giras canceladas o aplazadas, salas cerradas, festivales en el filo de la navaja… el impacto del Coronavirus en el sector de la música en directo está dejando un panorama de lo más desolador, al menos, en el futuro más inmediato.
Parece claro que en las dos próximas semanas será prácticamente imposible asistir a un concierto, y muy posiblemente esta circunstancia se prolongue unas cuantas más, teniendo en cuenta que pocos artistas van a correr el riesgo de lanzarse a la carretera para encontrarse con recintos casi vacíos, cuando no directamente cerrados o, incluso, no tener asegurado poder volver a su país de origen, si la restricción de la libre circulación es cada vez mayor.
Es posible que las medidas que han adoptado las autoridades sanitarias tengan sentido –aunque no acabo de ver qué hace más peligrosa una sala de conciertos que un vagón de metro o un centro comercial-, pero lo que es muy cuestionable es que se hayan adoptado sin ni siquiera reunirse con el sector.
Como denunciaba ayer Carmen Zapata, gerente de la ASACC (Asociación de Salas de Concierto de Catalunya) a El Periódico de Catalunya, la restricción de eventos de más de 1000 personas y de permitir el acceso de solo un tercio del aforo de las salas se ha tomado sin “una conversación previa” con los agentes implicados y “sin tiempo para reaccionar”.
Cuesta imaginar que medidas así de drásticas se hubieran tomado en otros sectores, sin al menos ponderar los pros y contras con los afectados. Pero ya se sabe que la cultura en general, y la música en particular, siempre es visto por las administraciones como algo secundario, en el mejor de los casos.
Las consecuencias ahora mismo para músicos, promotores, técnicos, tour managers, agencias de contratación, personal de salas, servicios de transporte, catering, etc. son incontables e impredecibles. La esperanza es que esto pase rápido y que, al menos, se pueda volver a la normalidad de cara al verano cuando se celebran los grandes festivales y macroconciertos.
La dimensión del problema supera totalmente nuestro alcance, pero lo único que se me ocurre es contribuir a formar parte de la solución cuando la emergencia sanitaria se haya superado. Así, estaría muy bien que cualquiera que tuviera previsto asistir a un concierto cancelado, aunque haya pedido la devolución de la entrada, volviera a adquirirla en cuanto se dé una nueva fecha. O que si el artista finalmente decide finalmente quedarse en casa, se adquiera otra entrada de esa misma promotora para otro concierto.
También sería positivo que, en la medida de las posibilidades, se apoyara más que nunca a la escena local. Igual por el mismo dinero que tenías previsto gastarte en un grupo internacional que finalmente no girará, descubras a tres o cuatro de aquí que te lo hacen pasar en grande.
Siempre me ha dado mucha rabia eso de que una crisis significa una oportunidad, pero si como ha pasado en Italia, nos acaban obligando a quedarnos en casa en cuarentena durante 15 días, aprovechadla para escuchar más música que nunca. Keep calm and rock!