Quizás no conozcas a KEN Mode. Yo tampoco los conocía hasta hace tres discos. Estos canadienses llevan más de 20 años en esto de la música, practicando una mezcla bastarda de post hardcore y post metal comandada por los hermanos Jesse y Shane Matthewson.
En sus inicios, su propuesta sonora era mucho más pantanosa, más cercana al sludge. en el género de amalgama de ruidos densos, pero a lo largo de dos décadas, la banda ha tenido gusto por la variedad en la mugre, sin entregar dos discos iguales.
Void, el noveno disco de los de Winnipeg, es la evolución lógica de Null, su anterior largo, publicado el año pasado. Lo que en aquel era asfixia mecánica de la era industrial, aquí es opresión por disonancia, estructuras imposibles y simplicidad primitiva, que no compositiva. Las dos caras de la misma moneda. Dos discos complementarios.
Complejo, Void, recoge las influencias de bandas como Isis (cómo los echo de menos), Neurosis, Converge y, en ocasiones, Russian Circles. El resultado es un sonido agresivo y directo que no renuncia a la complejidad compuesta por muchas capas y detalles que le dan una riqueza inusual y muy adictiva. ‘The Shrike’ o ‘I Cannot’ son una tormenta controlada, con bases rítmicas incontestables, ‘Painless’ es una pieza Converge style primitiva y veloz con cambio de ritmo imprevisto y saxo desafinado, mientras que ‘We’re Small Enough’ es una pieza de espíritu post metalero instrumental de devenir llevadero; su sintetizador colocado de manera estratégica te evade de la opresión general del disco.
La segunda mitad del disco se caracteriza por notas más lentas y pausadas sin renunciar a la claustrofobia predominante durante los casi 40 minutos del disco. La densidad de ‘A Reluctance of Being’ de cabalgar lento y machacón se ve compensado por ese saxo, otra vez presente, disonante. O el desarrollo lento de ‘Not Today, Old Friend’ hace reflexionar sobre lo escuchado y regocijarse en el sufrimiento que desprenden todas y cada una de las ocho canciones.
Void es un álbum que se disfruta y sufre a partes iguales y cuya gran baza es la artesanía de los canadienses a la hora de componer temas densos con estructuras sólidas llenas de matices.
JOAN CALDERON