El inesperado anuncio en febrero de que Slayer iban a volver a los escenarios para tocar en festivales en Estados Unidos el próximo mes de septiembre, ha deslucido un poco el lanzamiento del debut en solitario de Kerry King. A fin y al cabo, si la puerta vuelve a estar abierta para un retorno de la banda madre, qué interés puede tener escuchar un proyecto que el propio King anunció que sería una continuación de aquella.
Pues ahí ya depende del mono que tenga cada uno de volver a escuchar el característico thrash desbocado que ha marcado la carrera de King. Está claro que el guitarrista es un hombre que le gusta lo que le gusta y hace lo que hace, así que nadie espere grandes sorpresas ni musicales, ni estéticas. Tenemos riffs demoníacos en ‘Shrapnel’ o ‘Residue’, velocidad fuera de límite en ‘Crucifixation’, o algo más de contención en ‘Tension’… From Hell I Rise bien podría haber sido una extensión natural del último disco de Slayer, Repentless de 2015, lo cual puede ser visto tanto como una virtud como un defecto.
La elección de los músicos que le acompañan en esta aventura, refuerza esa idea de continuidad, empezando por haberse asegurado que Paul Bostaph seguiría aporreando los parches a su lado tras el final de Slayer. El resto -Mark Osegueda de Death Angel a las voces, Phil Demmel de Vio-Lence y Machine Head como segundo guitarrista, y Kyle Sanders de Hellyeah al bajo- son tipos bregados en la misma escena de la que surgieron Slayer y se limitan a ejecutar el plan a la perfección, aun dejando la sensación que su input creativo ha sido más bien mínimo.
Choca que Osegueda se haya acercado tanto al registro y la cadencia de Tom Araya, aunque me imagino que esas eran en las instrucciones, pero no hay duda de que el tipo se ha dejado la piel. Su ferocidad en piezas más punkys ‘Everything I Hate About You’ o ‘Two Fists’ no está al alcance de cualquiera.
Siempre nos quedará la incógnita de saber qué hubiera pasado si los rumores que apuntaban a Phil Anselmo como vocalista del proyecto se hubieran hecho realidad. Seguramente hubiera aportado otros matices que harían que el disco fuera más interesante, pero quien quiera la esencia de King aquí la encontrará al 100%.
JORDI MEYA
