Tras permitirnos reposar el atracón de lanzamientos con el que nos sobresaturaron el pasado octubre, nuestra comuna australiana favorita está de regreso tan solo ocho meses después con la placa número 24 de su colección.
Al igual que ocurrió con K.G. y L.W. respecto a Flying Microtonal Banana, en su “penúltima” aventura King Gizzard & The Lizard Wizard retoman un camino anteriormente explorado en el pasado con vistas a seguir escarbando dentro de ciertas sonoridades. Una reiteración que puede dar a entender una falta de ambición o escasez de nuevas ideas. Y es que después de más de una veintena de álbumes, cuesta pensar en algún género con el que combo todavía no haya tonteado, ni que sea de pasada.
En el caso de (tomen aire antes de seguir leyendo) PetroDragonic Apocalypse; Or, Dawn Of Eternal Night: An Annihilation Of Planet Earth And The Beginning Of Merciless Damnation, lo que nos encontramos es la continuación natural del metálico Infest The Rats’ Nest de 2019. Un trabajo que suele generar disparidad de opiniones entre los fans y con el que comparte ciertas similitudes más allá de lo estético. Aquí las letras vuelven a girar en torno a un mundo post apocalíptico añadiendo referencias a la literatura fantástica con dragones y brujos de por medio en la mejor tradición del heavy clásico.
Precisamente ‘Motor Spirit’ nos da la bienvenida con todo un muestrario de tics característicos del estilo; avalancha de riffs monolíticos y punteos a saco, baterías que percuten sin dar tregua y Stu Mackenzie recuperando su registro cavernoso son las pautas a seguir en los siguientes cortes. De hecho, ‘Supercell’ suena como si Judas Priest y Motörhead hubieran disfrutado de una noche de pasión salvaje, pues el doble bombo de Michael Cavanagh cabalga cual panzer atravesando una calle cuesta abajo y sin frenos.
En estos primeros escarceos, se intuye cierta novedad en forma pasajes donde las percusiones tribales asoman tímidamente. Será en ‘Witchcraft’ dónde se atrevan a profundizar en esa vertiente progresiva (¿alguien en la sala ha dicho Tool?) en la que Mackenzie y el guitarrista Joey Walker se dedican a recorrer los mástiles a su antojo, dando con uno de los cortes más interesantes del lote. Igual de aventurera se descubre una ‘Dragon’ que rebaja ligeramente la cuota metalera para persistir en esos desarrollos instrumentales que aportan un punto distintivo al álbum.
Y es que aunque tiene sus momentos, el grupo prefiere lanzarse a ejercicios como la amenazante ‘Gila Monster’, cuyo adictivo coro a buen seguro funcionará en sus próximas presentaciones en vivo. Ojo aquí a teclista Ambrose Keny Smith destapando su voz más endemoniada. ‘Blamethrower’ echa el cierre a tope de energía con un ataque kamikaze sin piedad, aunque poco a poco se va transformando hasta dar con una outro electrónica que te hace entrar en un trance de lo más inquietante.
Un truco que maquilla ligeramente la sensación de que King Gizzard se han quedado un tanto a medias a la hora de superar su anterior incursión en el mundo del metal. PetroDragonic Apocalypse… hará las delicias de quienes busquen el lado más cazurro y contundente de la banda, pero habría que situarlo en la zona media de la tabla a la hora de rankear sus mejores obras.
GONZALO PUEBLA
