A estas alturas ponerme a escuchar cualquier disco que llegue con la etiqueta metalcore, me provoca casi el mismo entusiasmo que volver a trabajar después de vacaciones. Ah, pero si hablamos de Knocked Loose la cosa cambia.
La banda de Kentucky debutó con fuerza en 2016 con Laugh Tracks, un disco con unas dosis de mala leche que tanta falta hacían en un género cada vez más procesado con estribillos de Autotune. Lo suyo era un poco una vuelta a los orígenes, con los breakdowns como protagonistas y poco interés en agradar a las masas. Su propuesta no pasó inadvertida y el grupo ha estado buena parte de los últimos tres años curtiéndose en la carretera. Y ahora toda esa experiencia acumulada la han vertido en un segundo álbum que confirma aquellas buenas sensaciones.
A Different Shade Of Blue es como una versión pinchada de esteroides de su debut. El quinteto vuelve a fiarlo todo a los breakdowns, que no actúan como meros accesorios, sino como pilares de sus canciones. Las guitarras suenan gruesas, el bajo retumba y el vocalista Bryan Garris se desgañita en cada puta palabra que sale por su boca. Temas como ‘Bellevie’, ‘…And Still I Wander South’ o ‘Road 23’ son puro cemento sónico y la participación de Keith Buckley de Every Time I Die en ‘Forget Your Name’ es de lo más bienvenida.
La pena es que hayan optado por el productor Will Putney, alguien acostumbrado a pulir las astillas en vez de dejarlas, en lugar de alguien como Kurt Ballou, porque todavía podrían sonar más amenazantes. Pero sin ser nada revolucionario, A Different Shade Of Blue como mínimo demuestra que con la actitud adecuada todavía se le puede sacar punta a un género en respiración asistida.
DAVID GARCELL