No hay reto que provoque más vértigo a un grupo que afrontar un cambio de vocalista. Después de tres álbumes, Kvelertak tuvieron que pasar por este complicado trance cuando el carismático Erlend Hjelvik decidió dejar la nave en julio de 2018, cuando todavía no había terminado la gira de presentación de su anterior Nattesferd.
El grupo encontró en su amigo Ivar Nikolaisen, un reemplazo para salir del paso, y la verdad es que, por lo que pudimos ver en sus conciertos abriendo para Mastodon, cumplió de sobras; aunque fuera inevitable echar de menos al Hombre Buho. Pero una cosa es interpretar con solvencia un repertorio ya contrastado y otra muy distinta es crearlo. De ahí que el anuncio del cuarto álbum de los noruegos llegara con esperanza, pero también con incertidumbre.
Lo primero que hay que advertir es que, como ya comprobamos en directo, Nikolaisen no es un clon de su predecesor, al estilo de lo que ha ocurrido en Stone Temple Pilots, y eso ha afectado al resultado. Quizá la banda hubiera variado su discurso igualmente, pero es inevitable pensar que el cambio ha tenido su efecto. Así en pocas palabras, Splid es a la vez el álbum más punk y el más progresivo que han grabado hasta ahora. También el más rockero y el menos metal. El más callejero y el más épico. Un mundo de contrastes.
De entrada parece que la influencia del hard rock escandinavo de los 90 haya ganado peso, como se hace patente en ‘Crack Of Doom’ (con Troy Sanders al estribillo y en la que estrenan en inglés), ‘Necrosoft’ o ‘Discord’, pero a su lado encontramos cosas como ‘Tevling’, con algo de post punk, o viajes alucinantes como ‘Bråtebrann’ o ‘Fanden Ta Dette Hull!’ donde desarrollan su talento para combinar macarrismo y elegancia en todo su esplendor. Y justo cuando has pensado que su lado más blackie había sido olvidado, en sus dos últimos temas, ‘Delirium Tremens’ y Ved bredden Av Nihil’, reaparece descarnadamente.
No es un disco que entre a la primera, pero con Splid inician una nueva etapa que promete ser tan excitante como la anterior.
JORDI MEYA