Hace unos meses nos preguntábamos en El Podcast de RockZone por qué los supergrupos nunca funcionan (podéis recuperarlo aquí). Pero como todo en la vida, siempre hay excepciones y la aparición del segundo álbum de L.S. Dunes vendría a confirmar que son una de ellas..
Para quien no esté al caso, L.S. Dunes es el proyecto que empezaron Anthony Green de Saosin/Circa Survive, Frank Iero de My Chemical Romance, Travis Stever de Coheed And Cambria y a Tucker Rule y Tim Payne de Thursday para matar el tiempo durante la pandemia. La química entre ellos se materializó en su debut Past Lives, aparecido en noviembre de 2022, pero como nos explicó Rule cuando le entrevistamos poco después, la banda ya contaba con 15 canciones nuevas más. De ahí que la aparición de un segundo disco relativamente pronto no nos haya cogido para nada por sorpresa.
Si su primer disco bien merecía ser escuchado más allá de la curiosidad por lo que habrían hecho estos cinco tipos juntos, este Violet todavía acumula más méritos. Las giras que han realizado en los últimos años han afianzado su buen entendimiento musical y les ha abierto las puertas a ir un paso más allá. La base de su sonido sigue siendo el post hardcore de principios de los 2000 y se sigue notando la influencia de sus otras bandas, pero es indiscutible que aquí florece su propia identidad.
La peculiar voz de Anthony Green, con un registro agudo parejo al de Cedric Bixler-Zavala, siempre nos llevará a conectarlos a Circa Survive, o en su defecto también a At The Drive-In (‘Fatal Deluxe’ o ‘Things I Would Last Forever’ son buenos ejemplos), sin embargo L.S. Dunes no son tan progresivos como los primeros, ni tan viscerales como los segundos. Aunque tienen algún arrebato más agresivo en ‘You Deserve To Be Haunted’, donde se les nota más cómodos es en los medios tiempos donde la aportación de cada uno fluye y complementa a las demás, un terreno en el que el productor Will Yip también les sabe sacar partido. El inicio fantástico con ‘Like Magick’, un tema lento con Green cantando a capela y una atmósfera muy especial, encuentra más réplicas en ‘I Can See It Now…’, con su deliciosa línea de guitarra’ o la final ‘Forgiveness’, una power ballad que Gerard Way hubiera podido convertir en un hit en la era de The Black Parade.
En un disco que no busca la inmediatez en ningún momento, dos temas destacan por engancharte a la primera escucha. ‘Machines’, con una melodía que recuerda a los momentos más pop de Coheed And Cambria, aunque tiene unos gritos como contrapunto en el pre-estribillo que le dan un toque muy original, y ‘Paper Tigers’ con un hook de guitarra noventero muy acertado. Ojalá su aventura siga adelante
JORDI MEYA
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