Habrá quienes siempre les hayan tenido cierta tirria, pero hubo un tiempo no muy lejano en el que Arcade Fire molaban. Todavía lejos del grupo megalómano para estadios en el que se han convertido en la actualidad, en sus comienzo desprendían cierta inocencia que unida a su visión arty del indie rock los convertían en un combo de lo más entrañable.

Uno de los momentos álgidos en sus conciertos sigue siendo esa mágica unión entre ‘Neighborhood #3 (Power Out)’ y ‘Rebellion (Lies)’. Un auténtico tour de force de más de 10 minutos en los que son capaces de pasar de la oscuridad a la alegría más desenfadada.