«Ser sublime sin excepción», esa máxima de Baudelaire. Amy lo fue, al menos, en la música, que es lo que los que leen esto y los que escribimos aquí nos importa. O al menos es lo único que debería importarnos.
Diez años no sólo sin la última estrella del soul, sino de la última gran estrella del rock como género mediático de concreción rebelde y altura para influenciar a todo tipo de edades en las calles. Pero sobre todo, lo mejor, su voz, esa voz… Ahora que todo se consume a ritmo de Tik Tok, diez años parecen una eternidad. Y por una eternidad seguiremos escuchando sus canciones.