Era 1999. Un/a adolescente sintonizaba la caja tonta y allí, en los canales temáticos de música, enchufaban una y otra vez los videoclips de ‘Nookie’ de Limp Bizkit y ‘Freak On A Leash’ de Korn. En el Instituto solía decir que se identificaba con las letras de ‘Broken Home’ de Papa Roach y que quería rebelarse ante todo al son de ‘Surfacing’ de Slipknot. No era el único/a de su zona que se había enganchado a ese rollo, con lo que el sentimiento de pertenencia y el grado de aceptación social subían como la espuma.

Año 19. Mismo ejercicio. Esa misma persona enciende el YouTube y el algoritmo lo empuja a los versos de Natos & Waor. Se escucha «Beber barato en el parque, robar copas en la discoteca» e «Hicimos lo necesario cuando el mercado laboral nos cerró las puertas». Se reconoce en sus letras.

Si nos basaramos en teorías económicas, diríamos que el mercado es perfecto, que la ley de la oferta y la demanda es la que decide. Afirmaríamos que ‘La Mano Invisible de Adam Smith’ determina lo que escuchamos en Spotify. Sin embargo, soy de los que piensa que las grandes marcas tienen mucho que decir en esta historia. No creo en las casualidades, y por ello me pregunto ¿Por qué los que mueven los hilos apostaban antes por Zack De la Rocha y ahora lo hacen por Yung Beef?

¿Es culpa del rock que no aporta nada relevante o del rap que está que se sale? Es más, en estas condiciones actuales, ¿hubieran hecho carrera Kiss? ¿Metallica habrían echado la puerta abajo?

IPANEMA LEAKS