Que un álbum en 2020 lleve la firma de Paco Loco en la producción, y la de John Agnello -uno de los mejores y más versátiles productores de la era dorada del llamado rock alternativo- en la mezcla, podría llevarnos a la idea de que La Trinidad quieren recuperar el sonido y la gloria de tiempos pasados.
Una verdad a medias, ya que aunque el trío malagueño sí que tira de la música de guitarras, y son visibles algunas influencias de aquellos días, su mirada es actual. Además, tanto Agnello como Paco Loco han seguido grabando discos y están muy lejos de recrease en tiempos pretéritos. Precedido por dos singles, este primer álbum de La Trinidad confirma lo que ya se intuía en esas primeras grabaciones. Ellos son un grupo de canciones. Pueden tirar más al power pop de toda la vida, especialmente en lo que concierne a las guitarras, al garage de aires sixties o, también a los 80 vía The Smiths o Joy Division -hay algo en la estética del álbum que recuerda a esos 80 más oscuros-, pero en definitiva lo que cuenta es que canciones como ‘España Invertebrada’, ‘La Mundial’ o la final ‘La Clase Media’ muestran la versatilidad de los andaluces y su buen hacer.
La urgencia que transmite el disco en todo momento, unos textos que suelen girar en torno a la esa angustia vital en la que estamos inmersos ahora mismo, redondean un trabajo más que prometedor y que añade más valor a una escena de bandas de guitarras (sí pensemos en Biznaga o Mujeres… pero cada vez hay más) que poco a poco se va asentando y que están esperando a que se abra la veda para confirmase en los clubs de nuestras ciudades.
RICHARD ROYUELA