Poco más de dos años después de lanzar su álbum homónimo, Lamb Of God vuelven al ruedo con un disco que parece pensado para satisfacer a su base de fans, pero no a ganar ni uno más. Como si se hubieran congelados en el tiempo, los de Virginia se limitan a hacer lo que mejor saben, sin avanzar, pero tampoco sin ceder ni un milímetro de los ganados en su más de 20 años de carrera.
Cuando en junio anunciaron el lanzamiento de Omens, prometieron «un disco muy cabreado… Extremadamente cabreado», y desde luego han cumplido. De hecho, incluso las tendencias más melódicas que habían presentado en su dos últimos trabajos prácticamente han desaparecido, y solo encontramos algo mínimamente accesible en el tema final, y para mí una de las mejores del álbum, ‘September Song’. El resto es un ataque sin piedad que contradice el tópico de que los grupos inevitablemente se vuelven blandos con la edad.
Con el batería Art Cruz plenamente integrado en el grupo, Lamb Of God se han permitido el gusto de grabar el disco tocando todos juntos en el estudio, en lugar de por pistas como hacen habitualmente. Tampoco es que mis oídos sean capaces de notar una gran diferencia, pero quizá sí explica que todos los temas vayan tan a piñón; todo el mundo sabe que es mucho más divertido tocar caña que no baladitas.
Sin complicarse excesivamente la vida -aunque técnicamente son impecables-, la banda ha apostado por no marear la perdiz con canciones no excesivamente largas y donde alternan los toques más thrash (con dobles bombos y las muñecas de los guitarristas Mark Norton y Willie Adler funcionando a tope) con los más groove y pesados. Es la línea que siguen en ‘Nevermore’, ‘Vanishing’, ‘Ill Designs’ o ‘To The Grave’. También hay un pequeño guiño al hardcore en ‘Denial Mechanism’, y en ‘Grayscale’ nos recuerdan por qué en su momento se les consideró como los herederos de Pantera. Gran mérito de que Lamb Of God puedan hacer un disco así es que la garganta de Randy Blythe sigue intacta, y su convicción a la hora de usarla también.
¿Me gustaría que hubiera algo más de variedad o que hubieran logrado sorprenderme en algún momento? Pues sí, pero valoro más Omens como un ejemplo de resistencia de una banda que no quiere hacer concesiones, que por su valor artístico en sí.
DAVID GARCELL