El rencor es una arma poderosa si se canaliza de manera adecuada. En los últimos años Liam Gallagher parece decidido a hacer todo lo posible para superar a su hermano Noel, tanto artísticamente como comercialmente, hasta que este se vea obligado a rendirse y claudicar ante el clamor popular para que vuelvan Oasis.
Como en 1993 hizo Jimmy Page grabando un disco con David Coverdale de Whitesnake para tocarle las narices a Robert Plant ante su negativa de reunir a Led Zeppelin, Liam ha encontrado en John Squire, el esquivo guitarrista de The Stone Roses, al cómplice ideal para llevar a cabo su plan. A pesar de no haber hecho prácticamente nada relevante en los últimos 30 años, Squire sigue siendo una figura que impone respeto y a quien difícilmente Noel se atreverá a criticar por mucho que le fastidie que se haya asociado con su mayor enemigo.
La relación entre el pequeño de los Gallagher y Squire viene de lejos. La pareja ya co-escribió el tema ‘Love Me And Leave Me’ en 1997 para el debut de The Seahorses, la banda de Squire tras la separación de los Roses, y en 2022, el guitarrista apareció en el multitudinario concierto de Liam en Knebworth para interpretar ‘Champagne Supernova’ como ya había hecho en el mismo escenario en 1996 en el momento de máxima popularidad de Oasis. Es difícil no pensar que la invitación era la manera de Liam de decirle a Noel que había sido capaz de repetir la hazaña sin su ayuda. Según han contado, fue en ese reencuentro donde Squire planteó el grabar algo juntos y la idea debió parecerle tan suculenta que dos años después ya tenemos aquí un álbum entero.
Grabado en Los Angeles con Greg Kurstin, productor de los discos de Liam y Foo Fighters, quien también toca aquí el bajo, y Joey Waronker (REM, Beck) a la batería, este debut suena exactamente como imaginarías si en un universo paralelo existiese un grupo llamado The Stone Oasis. Por un lado tenemos la hiriente voz de Liam capaz de hacer que cualquier estribillo suene como un himno; por otro, a un Squire a quien no se le ha olvidado escribir buenos temas ni sacar fraseos chulos de su guitarra.
El álbum es más agradable que trascendental. No tiene la misma gravitas que Definitely Maybe o el debut de The Stone Roses, pero deja un mejor sabor de boca que los discos de Liam en solitario (se le nota más relajado) e incluso que algunos de las obras menores de Oasis. Pisando sobre seguro, el dúo nos deleita con acercamientos al glam (‘Raise Your Hands’), el blues (‘I’m A Wheel’, ‘Love You Forever’), el britpop (‘Mars To Liverpool’, ‘One Day At A Time’, ‘Make It Up As You Go Along ), el boogie (‘You’re Not The Only One’), dejando en el camino dos cortes como ‘Just Another Rainbow’, con un electrizante solo a lo Cream, y la más hippie ‘Mother Nature’s Song’, que de haberse publicado hace 30 años quizá ahora serían considerados clásicos.
Veremos si este disco surge el mismo efecto que ese lejano Coverdale/Page. Un año después de su publicación, en 1994, Robert Plant hacía las paces con Page y volvían a trabajar juntos en un disco y una gira reintepretando temas de Zeppelin. Al fin y al cabo, el rencor es una arma poderosa, pero todo el mundo tiene un precio.
JORDI MEYA