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Los mejores discos internacionales de 2023

Que levante la mano quien no se siente abrumado con la cantidad de novedades con las que somos bombardeados cada semana. Por eso ahora que afloja un poco el ritmo es un buen momento para respirar hondo, coger un poco de perspectiva, y repasar lo mucho y bueno que nos ha dejado 2023. A continuación os presentamos una selección de los Discos Internacionales que más nos han hecho vibrar esta temporada. Mañana será el turno de los nacionales.

Desde grupos que debutan a otros que están punto de colgar las botas, desde discos que lo han petado a otros que han pasado totalmente desapercibidos, desde propuestas extremas a otras que podrían sonar en una radiofórmula, nuestra lista incluye un poco de todo. El único denominador común entre todos estos trabajos es que han tenido ese ‘algo’ especial que los ha hecho captar nuestra atención por encima del resto. Al final del artículo podrás encontrar una playlist con más de dos hora de música con temas de todos los álbumes para que lo comprobéis vosotros mismos. Enjoy!

Textos de Jordi Meya, Richard Royuela, Pau Navarra, Gonzalo Puebla, Joan Calderon, Luis Benavides, Jorge Azcona, David (Ipanema Leaks) y Marc López.

30- 100 GECS
10,000 gecs
(Dog Show/Atlantic)

Con su debut 1000 gecs de 2019, 100 gecs fueron coronados como los máximos representantes del hyperpop, un estilo que se caracteriza precisamente por no limitarse a ningún estilo concreto, sino por exagerar las características de cada uno para formar una especie de caricatura sonora. Cuatro años después el dúo formado por Laura Les y Dylan Brady sube la apuesta haciendo honor al título de su segundo álbum, 10,000 gecs.

Para quienes crean que la primera década de los 2000 fue de las peores en cuanto a calidad musical, escuchar 10,000 gecs puede convertirse en una auténtica pesadilla. El sonido emula la compresión exagerada que se utilizaba en las producciones de entonces, y cada canción es un pastiche de algunos de los géneros que dominaban el mainstream en esos años. Todo debidamente pasado por su trituradora glitchpara darle una apariencia rompedora y tirando a ratos de auto-tune para encajarlo en el contexto del pop actual.

Lo que proponen 100 gecs es tan disparatado que depende del momento en el que lo pilles su nuevo disco puede parecerte o la mayor mierda que nunca hayas escuchado o una auténtica genialidad. O lo más probable, ambas cosas a la vez.

29- BOYGENIUS
The Record
(Interscope)

Si hay una idea que The Record, y boygenius, la banda de tres de las cantautoras de más renombre del mundo del indie como son Phoebe Bridgers, Julien Baker y Lucy Dacus, como entidad, quiere transmitir es que se trata de una obra fruto de la amistad entre las autoras de la sororidad por encima de la lucha de egos intrínseca a los supergrupos. No es casual que el disco empiece con ‘Without You Without Them’, una canción cantada a cappella en la que sus tres voces se unen para crear una sola. A partir de aquí, cada una de ellas se van alternando las riendas para aportar su propio vocabulario musical y lírico al conjunto.

Las canciones de Baker (‘$20’, ‘Satanist’, ‘Anti-Curse’) son las más guitarreras y sirven como contrapunto a las baladas tristes de Bridgers (‘Emily, I’m Sorry’, ‘Letter To And Old Poet’) y el pop folk de Dacus (‘True Blue’, ‘We’re In Love’). Quizá la única pega, y no es menor, es que entre las tres no han sido capaces de crear algo único o sorprendente, sino simplemente una versión aumentada, que no necesariamente mejor, de lo que ofrecen por separado.

Pese a ello, este encorsetamiento estilístico, y también emocional, no impide reconocer que temas como ‘Cool About It’, en la que la voz y el fingerpickingevocan a Simon & Garfunkel, la oda a ‘Leonard Cohen’, espíritu de Elliot Smith mediante, o el delicioso pop de ‘Not Strong Enough’ te tocarán la fibra si las pillas en el momento adecuado.

28- SPANISH LOVE SONGS
No Joy
(Pure Noise)

Lo primero que piensas tras escuchar la primera canción del disco es que Spanish Love Songs lo han vuelto a hacer. Y es que en ‘Lifers’ encontramos los ingredientes que tanto nos sedujeron en su anterior obra Brave Faces Everyone: letras reflexivas con carácter auto-destructivo, melodías perfectas y el aroma de los perdedores.

Aunque la nueva obra de los californianos, musicalmente, sigue los pasos de su predecesora, presenta novedades que hacen que el resultado final sea más que satisfactorio. Los teclados de ‘Haunted’ aportan diversidad, en ‘Clean-Up Crew’ coquetean con la idea de crear un hit con estribillos pegadizos, en ‘Middle Of Nine’ nos recuerdan por momentos al Bruce Springsteen de Nebraska y en ‘Re-Emerging Signs Of The Apocalypse’ o ‘Mutable’ beben de las aguas de la new wave. Pero en líneas generales, lo que encontramos en No Joy es la banda sonora ideal para seguir tirando hacia adelante pese a las adversidades.

Si tuviera que elegir un tema destacado, me quedaría con ‘I´m Gonna Miss Everything’ donde suenan enérgicos y poderosos, destacando la voz del gran Dylan Slocum. Y es que sí, el cantante es el gran ‘triunfador’ en la ecuación. Eso sí, es en la pista ‘Marvel’ donde aparece la frase que resume bien a las claras el mensaje de este álbum, «It’s so hard to find a sign when every ad says, ‘You’ll be fine’».

27- GRADE 2
Grade 2
(Hellcat Records)

Fichados ya con su anterior álbum, Graveyard Island, por Tim Armstrong para Hellcat Records y estando bajo su protección, una primera lectura podría dar a entender que estamos ante unos Rancid de nueva generación. Desde luego hay algo de eso. Los fraseos vocales y las líneas de bajo de Sid Ryan resultan del todo familiares, y los riffs y melodías de guitarras beben del mismo lugar que la banda americana, pero sería muy injusto calificar a Grade 2 como una mera copia de Rancid.

Para empezar Grade 2 son ingleses, y, como buenos ingleses, de las Isla de Wight nada menos, beben de toda la tradición del punk inglés, con las suficientes dosis de new wave y pub rock, e incluso algunas gotas de post punk, para crear himnos donde la reivindicación de la clase social lo es todo.

El trío tiene punch y garra para plasmar grandes canciones con un fuerte contenido melódico como pueden ser ‘Face Pace’ o ‘Under The Streetlight’, o irse al otro extremo donde casi juegan en la liga de unos Exploited como ocurre en  ‘Gaslight’, o juguetear con el power pop en la fantástica ‘Brassic’, por lo que su versatilidad está más que contrastada.

26- JEFF ROSENSTOCK
Hellmode
(Flatspot Records)

Estamos destruyendo el planeta, pero no pasa nada porque unos multimillonarios narcisistas nos prometen una nueva vida en el espacio siempre que podemos pagarla. La estupidez humana se viraliza cada día en unas redes sociales que ahora más que nunca nos manipulan y separan. Durante la pandemia sufrimos el distanciamiento social y comprobamos que no estamos tan lejos de vivir como en Ready Player One.

Jeff Rosenstock recoge algunas de mis (nuestras) inquietudes en su flamante nuevo disco, Hellmode, con cortes como ‘Future Is Dumb’ (“The weight of the world makes me feel like the future is gone”), ‘HEAD’ (“I am an avatar of someone i’ve invented”) y ‘Graveyard Song’ (“Watching the world burst into flames for no reason”).

El hombre está en racha y con este quinto trabajo de estudio, entre el punk rock y el power pop más emotivo, debería seguir sumando adeptos. Empezando por esos cuarentones que siguen soñando con otro Blue Album de Weezer (influencia clarísima en la vibrante ‘Soft Living’ y la pegadiza ‘Life Admin’) y esos jóvenes enganchados a la frescura melódica de PUP y Joyce Manor (‘Will U Still U’, ‘Liked U Better’). En algunos pasajes suena más maduro, pero no pasa mucho tiempo hasta que vuelve a pisar a fondo y lo llena todo de ruido y gang vocals.

25- DEPECHE MODE
Memento Mori
(Columbia)

Memento Mori, el decimoquinto álbum de estudio de Depeche Mode, es un trabajo que podría valorarse simplemente por existir. Un testamento de la determinación creativa de Dave Gahan y Martin Gore tras la inesperada muerte del teclista Andy Fletcher en mayo del año pasado. Pero es mucho más que eso. Contra todo pronóstico es uno de sus discos más completos en muchos años.

Dadas las circunstancias, y un título que nos invita a recordar que todos moriremos, a nadie puede chocar que el disco sea tanto una reflexión sobre la muerte como una celebración de la vida. Es oscuro, pero no deprimente. En lugar de caer en la tristeza, los temas exploran la idea de la mortalidad con una sensación de aceptación. Con un equipo de producción que incluye a James Ford (Arctic Monkeys, Shame), Richard Butler de The Psychedelic Furs, que co-escribió varios temas con Gore, y Marta Salogni (Bjork, Frank Ocean), el ahora dúo ha conseguido un sonido introspectivo y expansivo a partes iguales.

Algunas canciones te envuelven con un ambiente atmosférico que invitan al duelo. Las baladas ‘My Cosmos Is Mine’, ‘Soul With Me’ y la final ‘Speak To Me’, en las que Gahan saca su lado más crooner, constituyen los pilares emocionales del álbum. Hasta hubiera sido lógico que Depeche Mode se hubiesen dejado llevar por este lado más melancólico y hubiesen entregado un disco de perfil bajo e intimista. Pero lo que eleva Memento Mori a otro nivel es el contrapunto que ofrecen los temas en los que nos recuerda su estatus como banda que llena estadios. Con más de cuatro décadas a sus espaldas, y su historial de traumas, que todavía consigan sonar como una banda que tiene todo el futuro por delante, solo puede considerarse un triunfo.

24- MSPAINT
Post-American
(Convulsea Records)

Imáginate que tocases en una banda punk y te obligaran a grabar un disco sin guitarras. Más o menos esa es la premisa que Deedee, el vocalista y líder de MSPAINT , se planteó a la hora de grabar el debut de su banda con sus compañeros, el bajista Randy Riley, el batería Quinn Mackey, y el teclista Nick Panella.

El resultado es un álbum que suena fresco y sorprendente, en el que los sintetizadores vintage ocupan el lugar de las guitarras distorsionadas, pero que con Deedee berreando en la mejor tradición del hardcore y algo del flow de los Beastie Boys, y una sección rítmica de lo más potente, logran que su sonido no carezca en absoluto de fuerza. Y un par de invitados, Ian Shelton de Militarie Gun en ‘Delete It’ y Pierce Jordan de Soul Glo en ‘Decapitated Reality’, en la que se acercan al hardcore, le ponen un poco de sal y pimienta.

Naturalmente, el cuarteto de Hattiesburg (Mississippi) no es el primero en mezclar estos elementos, pero a diferencia de unos Atari Teenage Riot, por ejemplo, sus temas no caen en la frialdad y agresividad industrial, sino que tendrían más que ver con algo así como una versión cañera de DEVO.

23- DWARVES
Concept Album
(Greedy)

Como una entidad mutante liderada siempre por Blag Dahlia, que ha estado entretenido estos años escribiendo una nueva novela y pasándoselo pipa con su alter ego Ralph Champagne -con el que nos regaló un fantástico disco el año pasado-, Dwarves van apareciendo por nuestras vidas mientras encerramos a nuestras mujeres, hijas y drogas por si las moscas. Normal cuando te buscas a Nick Olivieri como tu compañero principal de correrías. Ser unos auténticos barbaros es algo que ha sido una constante en su carrera, pero también lo ha sido ir sacando buenos discos sin haber fallado nunca.

Si buenos eran sus dos últimos trabajos, Take Back The Night (2018) e Invented Rock & Roll (2014), donde a pesar de llevar puesto el piloto automático en algún momento funcionaban a la perfección, en este Concept Album la cosa funciona como hacía tiempo que no ocurría. Decir que es uno de los mejores álbumes de su carrera no es ninguna exageración. Generoso de nuevo en número de canciones, 20 de las que pocas pasan de los dos minutos, el álbum está repleto de instantes gloriosos.

En Concept Album nos encontramos a unos Dwarves tirando más de su faceta melódica y ahí alcanzan el sobresaliente. Imposible no sentirse atraídos desde el primer momento por canciones como ‘Nobody And Me’, ‘Roxette’ o ‘We Will Dare’, un dueto para los anales junto a la cantante/influencer Madd Lucas. Por supuesto quien quiera a los Dwarves garageros de sus inicios podrá contentarse con ‘Parasite’, otro temazo con una carga melódica de matrícula de honor, o la versión punk más indomable les encantará saber que ‘Stabbed My Dad’ podría haber firmado parte de Blood, Guts & Pussy, y quien quiera a esos Dwarves a los que les gusta jugar al despiste, pues que vayan a pasarlo bien con ‘Lean’ o ‘Do It All The Time’. Hay para todos.

22- WAYFARER
American Gothic
(Century Media)

Los de Denver, destacan por su singular amalgama de influencias de black metal, el post metal y el folk, dando como resultado un sonido atmosférico con personalidad propia. Pero este American Gothic es mucho más. Las guitarras bluegrass iniciales de ‘The Thousand Tombs Of Western Promise’ sirven de introducción a una pieza que evoluciona hacia un estándard del black atmosférico, que aumenta la intensidad de manera progresiva y furiosas oleadas de blast beats bien racionadas. Épica pura -lo que será constante durante todo el álbum- con punteos slide milimétricamente colocados.

‘The Cattle Thief’ te sumerge en la oscuridad bien acompañada por esos tremolos de guitarra y el dominio de los tempos, ahora veloces, ahora más pausados, con riffs de guitarra matadores. ‘Reaper In The Oilfields’ y ‘A High Plains Eulogy’ serían algo así como canciones alrededor de la hoguera donde las guitarras acústicas son protagonistas junto a voces susurrantes que generan un ambiente asfixiante y desesperante. ‘To Enter My House Justified’, tras un inicio canónico, es de los temas más directos y menos etéreos del álbum, una andanada de buen black del Oeste.

‘1934’ sirve de introducción a los dos temas finales del álbum, las piedras angulares de este American Gothic en los que Wayfarer ponen toda la carne en el asador: ‘Black Plumes over God’s Country’ y la final ‘False Constellation’. Dos joyas en la que nos regalan 12 minutos de inspiración maravillosa; de lo más glorioso que escucharás este 2023. Las capas, los detalles en forma de teclados en ‘Constellation’, la épica crepuscular que destilan… Un combo muy difícil de superar, y al alcance de muy pocos, que sirve para cerrar un álbum soberbio.

21- THE HIVES
The Death Of Randy Fitzsimmons
(Disques Hives)

De cualquier otra banda que llevara once años sin sacar un disco nuevo exigirías que, como mínimo, te ofreciese algo nuevo. Pero esperar eso de The Hives significaría no entender de qué va todo esto. Su secreto es, precisamente, no cambiar nunca, hacer del cliché su ‘bogus operandi’.

Como si fueran una banda de dibujos animados, el concepto del tiempo no existe para The Hives. Su sexto álbum podrían haber salido hace cinco años o de aquí a cinco y no habría ninguna diferencia. De igual manera que uno espera verles enfundados en sus trajes de relámpagos, sus canciones están pensadas para que te resulten reconocibles de inmediato.

Una guitarra emulando la cadencia de unas campanadas a muerto -se supone que en honor a Randy Fitzsimmons, su misterioso  padrino quien según ellos era el compositor de todas sus canciones- sirven como introducción a ‘Bogus Operandi’, el trepidante tema con el que presentaron el disco hace tres meses. El grupo presenta la artillería pesada en el arranque del disco con ‘Trapdoor Solution’, ‘Countdown To Shutdown’ y ‘Rigor Mortis Radio’, todas ellas lanzadas previamente como singles, sin dar respiro. Quizá se aprecie un sonido más sucio que en Lex Hives (2012) o The Black And White Album (2007), con todo al límite de la saturación, pero los trucos son los mismos de siempre. Pelle Almqvist aúlla con su graciosa impertinencia, los riffs son primitivos y los ritmos básicos, pero todo encaja como un guante.

Incluso en la media hora que dura el disco se las apañan para ofrecer pequeñas variaciones de su fórmula de rock garajero: más bluesys en ‘Stick Up’, pisando el acelerador en ‘The Bomb’, pasándose al oi! en ‘Smoke & Mirrors’ con un estribillo muy Cockney Rejects, e incluso reciclando ‘Do I Wanna Know?’ de Arctic Monkeys, con quienes han estado girando por estadios este verano, en ‘What Did I Ever Do To You?’. Allá donde esté, Randy Fitzsimmons puede reposar tranquilo con lo que han hecho sus discípulos.

20- ZULU
A New Tomorrow
(Flatspot Records)

Por mucho que lo intentemos es imposible que comprendamos del todo cómo se siente un musulmán afroamericano en su día a día, pero podemos intuir que por lo menos dos o tres veces va a notar una mirada de desprecio o escuchar un comentario que le cabree. De ahí que la rabia que desprenden los angelinos Zulu suene mucho más real que la de muchas otras bandas de hardcore violento. Sin embargo, en su primer disco, el grupo ha querido ofrecernos algo distinto: una celebración de su cultura.

Iniciado en 2018 como el proyecto en solitario del cantante Anaiah Lei -anteriormente batería de los precoces The Bots y de DARE– poco a poco se iría convirtiendo en una banda al completo con la incorporación del guitarrista Braxton Marcellous, la batería Christine Cadette y otros músicos más o menos fijos. Tras publicar dos EP’s, ahora llega su primer álbum en el que desarrollan su visión de lo que puede ser un disco de hardcore. Si el año pasado Soul Glo pasaron a engrosar tu lista de nuevas bandas favoritas, ya tardas en escucharlo.

No es casualidad que su vocalista Pierce Jordan colabore en ‘Where I’m From’, pues ambos grupos comparten un enfoque parecido a la hora incorporar los más variopintos sonidos. Junto a trallazos letales como ‘Our Day Is Now’, ‘Fakin’ Tha Funk (You Get Did)’ o ‘From Tha Gods To Earth’ o ’52 Fatal Strikes’, en las que alternan ritmos trepidantes con otros mucho más pesados, encontramos intercaladas piezas de jazz como ‘Shine Eternally’ o ‘We’re More Than This’, que incluye un rapeado del otro guitarrista, Dez Yusuf; bases afrobeat, samplers de Curtis Mayfield, una preciosa instrumental con piano y violín, ‘Africa’, o un guiño a Bob Marley en la final ‘Who Jah Bless No One Curse’.

Lejos de parecer algo forzado, tan variadas referencias tienen todo el sentido con el mensaje que quería transmitir Anaiah en este disco, y además contribuyen a que su escucha sea una experiencia muy distinta a la habitual en bandas del género.

19- GREEN LUNG
This Heathen Land
(Nuclear Blast)

Teniendo en cuenta lo complicado de que algo nos sorprenda en pleno 2023, muchos nos ceñimos a encontrar un puñado de buenas canciones sin esperar la enésima reinvención de cada género. Esto mismo debió pensar el fan que sigue a Green Lung desde sus inicios, bandas como Clutch que se los han llevado de gira viendo su potencial -o sus agencias, quién sabe- y, sobre todo, la poderosa Nuclear Blast para firmar con ellos y lanzar su tercer álbum, This Heathen Land.

Si lo que pretendía el sello alemán era encontrar un disco sólido con el que trazar un hipotético ascenso a otras ligas, lo ha conseguido con creces. La convicción con la que el quinteto londinense adora el occult hard rock 70´s sin dejar de sonar actuales es cada día mayor, y aunque el devenir comercial resulte cada día más caprichoso, dominado por los algoritmos, es fácil imaginar muchos de estos temas trascendiendo a un público mayor.

Da igual cuál elijas de toda la primera cara, el gancho de todos ellos hará que solo pienses en el repeat una vez acabados. La celestial voz de Tom Templar -que lo mismo te puede recordar a Tobias Forge que a Ozzy-, el riff principal de escuela Sabbath y un Hammond siempre omnipresente combinan en ‘The Forest Church’ como una fórmula matemática. ‘Mountain Throne’ torna en un torbellino heavy con clara vocación de himno, y mientras en ‘Maxine (Witch Queen)’ se disfrazan de los primeros Ghost con una melodía irresistible que no te sacarás de la cabeza, ‘One For Sorrow’ desciende a terrenos doomeros sin perder su capacidad de sonar asequibles a la par que solemnes.

Un álbum tan completo no podía acabar sin un tema igualmente redondo. Como si quisieran comprimirlo todo de forma teatral llega ‘Oceans Of Time’, una suite con cierto aroma gótico que, aún siendo reconocible, da pasos hacia un nuevo horizonte en el mundo pagano de Green Lung. ¿Estás cansado del doom plomizo y el stoner sin identidad? This Heathen Land es tu disco.

18- CATTLE DECAPITATION
Terrasite
(Metal Blade)

Una vez más en manos del productor Dave Otero (Cephalic Carnage, Allegaeon), la nueva obra de los de San Diego no se aleja del sonido que han presentado durante la última década, aunque sí se intuye un esfuerzo mayor para profundizar en ambientes y texturas. La aparición de Tony Parker de Midnight Odyssey con piano y sintetizadores da buena cuenta de ello, y se manifiesta incluso de una forma épica y grandilocuente en un cierre como ‘Just Another Body’. El hecho de que dos amigos de Travis Ryan se quitaran la vida en un corto espacio de tiempo, el cofundador del grupo Gabe Serbian y Trevor Strnad de The Black Dahlia Murder, llevaron al cantante al lugar más oscuro de su mente, y eso claramente se ve reflejado en las letras, así como en su variedad de registros.

Las guitarras son las otras protagonistas de este plástico, deliberadamente acentuadas en todo momento. Lo más interesante de ‘Terrasitic Adaptation’, la clásica apertura Cattle, son las tretas sibilinas con los que te trasladan a la temática del disco, y ‘We Eat Our Young’ incluso presenta un estallido de riffing casi black metal. Al bajo de Olivier Pinard también le han dado un lugar predominante cuando se trata de aplastar (‘A Photic Doom’).

Terrasite es apocalíptico, suena absolutamente a Cattle Decapitation, y aunque no supere las bestialidades intachables con las que nos han obsequiado en los últimos años, sí despliega las suficientes virtudes para volver a enganchar a sus fans. Por ejemplo, ‘Solastalgia’, entre Nile y Dark Funeral, es puro y bello terror.

17- THE LEMON TWIGS
Everything Harmony
(Captured Tracks)

En Everything Harmony, las voces, las melodías y las armonías son las grandes protagonistas, con coros que evocan a grandes grupos vocales del pasado, desde The Beach Boys en ‘New To Me’, a los primeros Bee Gees en la balada ‘Any Time Of The Day’, tema con uno de los puentes más logrados que he escuchado en mucho tiempo, a los Everly Brothers en ‘What Happens To A Heart’, a Simon & Garfunkel en la inicial ‘When Winter Comes Around’.

Con una instrumentación que combina la austeridad acústica (‘I Don’t Belong To Me’, ‘Still It’s Not Enough’) con la pomposidad orquestal (‘Born To Be Lonely’), el tono del álbum es deliberadamente tristón, pero en el que la melancolía es más interpretada que sentida. Como máximo ejemplo, tenemos ‘Every Day Is The Worst Day’, donde los hermanos simplemente van repitiendo el título una y otra vez sin dar mayores explicaciones de por qué cada día es el peor día. Es como si se hubieran propuesto hacer el tema más deprimente, pero bonito, posible. Y lo han conseguido. Solo tres chispazos power poperos rompen la bajona, pero tanto ‘In My Head’, como ‘What You Were Doing’ y ‘Ghost Run Free’, con unos coros muy Cheap Trick, valen su peso en oro.

Estoy seguro que a muchos Everything Harmony les va a parecer ñoño, incluso hortera, y no voy a negar que hay un punto de eso. Los hermanos D’Addario siempre juegan a tener un pie en lo camp, hasta que te hacen dudar si están rindiendo homenaje o haciendo una parodia. Pero sea una cosa o la otra, la realidad es que les ha quedado un disco rematadamente precioso.

16- BLINK-182
One More Time…
(Columbia/Sony)

«No sabes lo que tienes, hasta que casi lo has perdido», cantan Tom Delonge y Mark Hoppus al unísono en el estribillo de ‘You Don’t Know What You’ve Got’, uno de los 17 cortes del nuevo álbum de Blink-182. Con esta frase el trío californiano condensa el mensaje quiere mandar a sus fans: disfruta del momento, aprecia a tus amigos y valora lo bueno de la vida, porque cuando menos te lo esperes, todo podría desaparecer.

En boca de otro grupo, estas palabras podrían sonar vacías o demasiado facilonas, pero sabiendo lo que DeLonge, Hoppus y Travis Barker han vivido, adquieren un peso especial. One More Time… es, ante todo, una celebración de su reencontrada amistad tras la segunda espantada de DeLonge en 2015 y su posterior reconciliación después de que a Hoppus le diagnosticaran un cáncer en 2021.

En la balada que da título al disco se lamentan de que tengan que ser las desgracias (también hacen referencia al accidente aéreo de Barker en 2008) las que te acaben uniendo de nuevo. Aunque Blink se hicieron famosos por correr en pelotas en el vídeo de ‘What’s My Age Again?’, nunca se habían desnudado tanto emocionalmente como aquí.

Pero Blink no serían Blink sin tomarse también las cosas a cachondeo, y por eso aunque las referencias a la alegría por estar juntos y los avatares que han padecido son constantes, a veces aparecen disfrazadas como historias de amor adolescente y sexo desenfrenado en  ‘Falling In Love’, ‘When We Were Young’ o ‘Dance With Me’, con esos ‘olés, olés’ tan pegadizos.

Es complicado moverse en la dicotomía entre recuperar viejas sensaciones y seguir evolucionando, y a veces Blink suenan atrapados en ella, pero de esa fricción también surgen buenos momentos como las más intensas ‘More Than You Know’ o ‘Turpentine’. Sin ser un disco perfecto, ha merecido la pena que lo hayan intentado una vez más.

15- SVALBARD
The Weight Of The Mask
(Nuclear Blast)

El carisma de su frontwoman, Serena Cherry, y sus letras que hacen hincapié en la salud mental y en los sentimientos íntimos que cada una de nosotras, han conectado con un número de fans que no es nada desdeñable. El otro gran pilar de Svalbard es su sonido poderoso, un huracán que te pasa por encima combinado con un extremo cuidado por los detalles y los arreglos.

En The Weight Of The Mask sigue intacto ese combo imbatible de pulcritud y potencia. El disco suena como un cañón, con especial mención a la mezcla de cristalinos punteos de guitarra, una base rítmica totalmente contundente, y los distintos registros de la voz de Serena, quien despliega del growl más desgarrado al susurro más hipnótico.

El trío inicial ‘Faking It’, ‘Eternal Spirits’ y ‘Defiance’ cabalga veloz, potente y sinuoso siendo un triunfo desde el primer compás. Es una inconfundible mezcla de influencias post hardcore, post metal y post black que conforman un resultado personal y reconocible.

También abrazan la calma. La épica según Svalbard es esto. El respiro con desarrollo lento y onírico de ‘November’ con cambio de ritmo y final explosivo. Con ‘How To Swim Down’ abrazan el post rock y encuentran ambientes que recuerdan a los Deftones más atmosféricos, ‘Pillar In the Sand’ o la final ‘To Wilt Beneath The Weight’ también exploran los ritmos más lentos e intensidad in crescendo.

Una vez te sumerges en la intensidad del disco quedas atrapado por la honestidad, la inspiración y la confianza de estos músicos. Te mueves entre la tralla veloz y un ambiente atmosférico que hace The Weight Of The Mask una obra accesible y densa a partes iguales. Svalbard en estado puro.

14- THE MENZINGERS
Some Of It Was True
(Epitaph)

Una de las trampas en las que caen muchas bandas de punk rock, bueno, de rock en general, es la de agarrarse a su juventud como si eso garantizara que su música mantendrá la misma frescura de su momento fundacional. En realidad, es justo lo contrario. Cuanto más intentan preservar su esencia primigenia, más se alejan de su realidad en el presente, provocando que acaben convirtiéndose en una copia caduca de sí mismos.

The Menzingers llevan años salvando magistralmente ese obstáculo. Desde que sus miembros cruzaron la barrera de los 30, la banda de Filadelfia lleva reflexionando en voz alta sobre qué significa hacerse mayor cuando tu profesión consiste en viajar de ciudad en ciudad en una furgoneta cargada de amplificadores e instrumentos. «Where we gonna go now that our 20s are over?’ se preguntaban en After The Party (2017), y en Some Of It Was True, su séptimo disco, siguen buscando una respuesta que quizá nunca encontrarán.

Es esta perspectiva la que otorga a sus canciones un aire nostálgico, contemplativo, incluso tristón que, unido a unas melodías fantásticas, las hace únicas. Las voces de Gregor Barnett y Tom May, los dos guitarristas y principales compositores, impregnan de veracidad unas historias en las que los desamores, la muerte, la ausencia, y la añoranza por estar lejos de casa forman parte de su día a día.

No es Some Of It Was True un disco para poguear o dar brincos, pero sí otra pieza de lo más sólida sobre la que seguir edificando una discografía que, estoy seguro, nos acompañará de por vida. Su viaje es también el nuestro.

13- HOTLINE TNT
Cartwheel
(Third Man Records)

Si de algo pecan muchas bandas de shoegaze es de usar las canciones como meros escaparates de pedales, cuanto más rarunos mejor. No es el caso de Hotline TNT, el proyecto de Will Anderson, un treintañero de Wisconsin afincado desde hace años en Brooklyn.

En Carthweel, su segundo álbum y primero para Third Man Records, el sello de Jack White, deja claro que para él las texturas de guitarras y el juego de dinámicas no son un fin en sí mismo sino herramientas para vestir de la forma más atractiva posible unas composiciones que podrían funcionar igual de bien sin ningún tipo de efecto. Aunque Anderson cante con ese deje arrastrado característico del género, sus melodías son tan buenas que te acaban atrapando con la misma eficacia que la de bandas más cercanas al power pop como Joyce Manor (‘History Channel’) o 2nd Grade (‘Out Of Town’, ‘Stump’).

Con un sonido deliberadamente lo-fi, pero no exento de poderío -es fácil imaginar el impacto que pueden tener ‘I Thought You’d Chance’, ‘BMX’, ‘Spot Me 100’ en directo-, Cartwheel se presenta como un álbum aparentemente modesto, pero cargado de temas con un efecto duradero.

12- THE ARMED
Perfect Saviors
(Sargent House)

Perfect Saviors transmite ambición y ganas de gustar, llevando varios pasos más allá la fórmula que ya testearon en el anterior Ultrapop. Si en aquel ya dieron mucho más peso a las melodías, pero todavía mantenían un poso ruidista y caótico no apto para todos los oídos, aquí han hecho un all-in en cuanto a accesibilidad sin renunciar a sus propias reglas.

Es curioso como a nivel melódico y el tratamiento de la voz, bastantes temas recuerdan a The Strokes -es fácil imaginarse a Julian Casablancas cantando ‘Sport Of Measure’, ‘Everything’s Glitter’ o ‘Vatican Under Construction’-, mientras que ‘FKA World’ o ‘Clone’ tienen la misma efervescencia pop que los primeros Ash. Dicho esto, a un nivel puramente sonoro, The Armed siguen ofreciendo algo realmente interesante, con baterías que van a su bola, fogozanos de electrorock y tropecientas pistas de guitarras y sintetizadores creando un muro a lo My Bloody Valentine. El veterano Alan Moulder (NIN, Depeche Mode) se lo tiene que haber pasado bomba haciendo las mezclas.

Los de Detroit también nos meten en la pista de baile con ‘Liar 2’, un hit que podrían haber firmado LCD Soundsystem o ‘Modern Vanity’, un visceral medio tiempo con ecos de ‘Nightclubbing’ de Iggy Pop, y demuestran tener algunos ases en la manga con la acústica ‘In Heaven’ o el jazz espacial a lo Radiohead de la final ‘Public Grieving’.

Haciendo honor a su mentalidad de colectivo, la retahíla de cameos no están ahí para brillar individualmente sino para contribuir al conjunto. A menos que leas los créditos, difícilmente adivinarás en qué temas participan Troy Van Leeuwen, Matt Sweeney, Jacob Bannon o Eric Avery, entre otros. Solo la voz de Julien Baker es reconocible en la parte final de ‘Sport Of Form’, uno de los momentos álgidos en un disco que mantiene tu atención de principio a fin.

11- FOO FIGHTERS
But Here We Are
(Roswell/RCA)

No es la primera vez que Dave Grohl publica un disco al año siguiente de haber vivido una experiencia traumática. Lo hizo con el debut de Foo Fighters tras el suicidio de Kurt Cobain, y ahora vuelve a hacerlo con el decimoprimero tras las muertes de Taylor Hawkins y su madre, a quienes va dedicado con las palabras “For Virginia and Taylor» escritas en el dorso.

«Vino en un flash, vino de ninguna parte, ocurrió tan rápido, y entonces había terminado», son las primeras palabras que escuchamos en ‘Rescued’ que abre el disco. Y «Despertándome, he vuelto a soñar con nosotros, en el cálido sol de Virgina, ahí es donde te encontraré», las últimas que canta en ‘Rest’, el tema que lo cierra. Entre medio, Grohl canaliza todas las emociones inherentes al duelo, con muchas preguntas y casi ninguna respuesta. Pero el uso del blanco de la portada, ya advierte que no estamos ante un disco oscuro o desgarrador. Para la bueno y para lo malo, Dave Grohl no es Nick Cave.

Como era de esperar, But Here We Are desprende un aire solemne, pero no se olvida de rockear. En temas como la impetuosa ‘Rescued’, la super melódica ‘Under You’, que remite a hits pasados como ‘Breakout’ o ‘Generator’, o ‘Nothing At All’, con un estribillo muy nirvanero, los Foos suenan con energías renovadas. Duele decirlo, pero el hecho que Grohl se haya ocupado de nuevo de la batería (algo que no ocurría desde The Colour And The Shape) quizá tenga algo que ver.

But Here We Are sí es el disco más satisfactorio de Foo Fighters desde Wasting Light, y ayuda a recuperar sensaciones que creíamos perdidas. Es una putada, pero aquí se vuelve a demostrar que el mejor arte suele salir de las peores experiencias. Ni que seas ‘the nicest man in rock’.

10- THE ROLLING STONES
Hackney Diamonds
(Universal)

A estas alturas del partido hacer cualquier previsión sobre la longevidad futura de The Rolling Stones es jugar a la ruleta rusa. Pero si algo evidencia Hackney Diamonds es que ellos van a hacer todo lo que esté en sus manos para que esto dure lo máximo posible.

Que Jagger ha sido el principal impulsor de que estemos hablando de un nuevo álbum de los Stones, está fuera de toda duda. Hay momentos en Hackney Diamonds que parecen más cerca de un disco en solitario del cantante, como ‘Depending On You’ y en especial ‘Driving Me Too Hard’, que de los propios Stones. A pesar de que los riffs de Keith Richards o los fraseos de Ron Wood están muy presentes en algunas de sus doce canciones, está claro quién es el gran protagonista del álbum.

El fichaje de Andrew Watt como productor, que además colabora en la composición de tres temas, rompiendo la impenetrable dupla de Jagger-Richards, tampoco es ninguna casualidad. Si algo han exhibido los últimos discos de Ozzy Osbourne o Iggy Pop, es que ha encontrado la fórmula mágica para que un veterano pueda dar lo mejor de sí manteniendo su esencia, pero logrando sonar fresco. Y de eso va Hackney Diamonds. El álbum es un verdadero auto-homenaje, pero lejos de resultar cansino, destila una luz y energía que pocos podíamos esperar de los Stones a estas alturas, situándolo muy por encima de aquel A Bigger Bang, su último trabajo con material nuevo, de hace ya 18 años.

Si Hackney Diamonds es su testamento musical, recibámoslo como un último regalo por parte de una banda que se ha querido marchar a la altura de su leyenda.

9- CREEPER
Sanguivore
(Spinefarm)

En 1987, Sisters Of Mercy llamaron a Jim Steinman, el compositor y productor que había llevado a Meat Loaf y Bonnie Tyler a la fama, para que trabajara con ellos en un par de temas de su disco Floodland, una experiencia que repetirían con el single ‘More’ de su álbum Vision Thing en 1990. Esa curiosa colaboración parece haber sido el punto de partida sobre el que Creeper han construido su tercer álbum.

Es algo que se veía venir. Ya desde su primer debut Eternity, In Your Arms de 2017, la influencia melodramática de Steinman ha estado ahí, así como su pasión por el rock y el punk góticos, pero aquí lo han elevado todo a la máxima potencia. Que Sanguivorese inicie con un tema como ‘Further Than Forever, una opereta de más de nueve minutos es una declaración de intenciones. Todo el disco está impregnado de teatralidad con un sonido grandilocuente y muy ochentero que se mueve entre el pop metal de ‘Cry To Heaven’ y ‘Lovers Led Astray’ y el hard rock oscurillo de ‘Sacred Blasphemy y ‘Teenage Sacrifice’.

Imagínate a unos jóvenes Billy Idol y Glen Danzig yéndose de juerga por Hollywood Boulverad y te harás una buena idea de por dónde van los tiros de lo que podría ser un musical basado en la película Jóvenes Ocultos. Las referencias son tan claras que a veces dudas si esto es una creación o una simple recreación, pero la verdad es que está tan bien echa que acabas sintiendo ganas de enfundarte en cuero, ponerte rímel y salir a cazar vampiros.

8- CODE ORANGE
The Above
(Blue Grape Music)

Code Orange prosiguen una evolución hasta ahora insólita dentro de su escena creando un híbrido con elementos de metal industrial, grunge, nu metal y trip hop. Resulta que el futuro estaba en volver a 1999.

The Above sería justo el disco que esperarías si su anterior Underneath lo hubiera petado comercialmente. Incide en ese sonido muy procesado en el que parece que cualquier pista haya pasado por miles de filtros (aunque la base instrumental se grabó en directo con el anti productor Steve Albini) e incorpora todavía más hooks. La incorporación a las filas de Max Portnoy -siendo batería no hace falta decir de quién es hijo- ha contribuido también a darles una pátina más rock. Todavía encontramos algún rastro de sus raíces en algún breakdown, pero es obvio que los referentes de la banda han cambiado.

Uno de los más evidentes es Korn en los riffs y el tratamiento vocal en temas como ‘Theatre Of Cruelty’, ‘A Drone Opting Out Of The Hive’ o la pegadiza ‘Take Shape’. No en vano Billy Corgan, que canta en el interludio de esta última, también ayudó en la composición de uno de los singles del último disco de los de Bakersfield. La influencia de The Smashing Pumpkins también se aprecia en ‘Mirror’, una canción semi acústica de base electrónica cantada por la guitarrista Reba Meyers, que podría encajar sin problemas en un disco como Adore.

La banda abraza el rock alternativo noventero en ‘I Fly’ o ‘Circle Through’, e incluso en ‘The Mask Of Sanity Lips’ suenan como una imposible colaboración entre Nirvana y Marilyn Manson. Tampoco faltan abundantes guiños a Nine Inch Nails en ‘Splinter The Soul’, ‘But A Dream…’ o ‘The Above’ tanto por sus arreglos electrónicos como por el enfoque de la voz de Jami Morgan, quien en algunos estribillos arrastra las palabras como hacía Chester Bennington. Sus haters ahí van a tener un filón para atacarles. Pero más allá de sus resultados comerciales, Code Orange pueden sentirse orgullosos de romper con la monotonía.

7- PARAMORE
This Is Why
(Loma Vista Recordings)

Sería fácil para Paramore capitalizar la nostalgia o el haberse convertido en un referente para artistas más jóvenes como Olivia Rodrigo, Pvris o Willow, pero en su sexto álbum, el trío vuelve a dejar claro que parece más interesado en seguir abriendo camino hacia lo desconocido, que en revivir tiempos pasados.

Si en el anterior After Laughter nos proponían un sonido colorista, más new wave -si bien las letras eran tirando a tristonas- seis años después todo está más afilado y desprende más rabia, sobre todo en su primera mitad. «Si tienes una opinión, quizá deberías guardártela», canta Hayley en el tema que da título al disco, un tema de cadencia bailable, que refleja la ansiedad y el agobio en el mundo post pandémico.

En esa línea van también la mordiente ‘The News’, ‘You First’ en la que desea que el karma se la devuelva a alguien que le hizo daño en el pasado, ‘Running Out Of Time’ y ‘C’est Comme Ça’. En todas ellas Paramore demuestran que siguen sabiendo hacer canciones pegadizas, pero en su totalidad encontramos pasajes que huyen de lo obvio, con imaginativos giros con los que suben y bajan la intensidad.

This Is Why es otro disco vibrante dentro de una evolución que nadie podía anticipar hace 15 años. Quizá ni ellos mismos.

6- QUEENS OF THE STONE AGE
In Times New Roman…
(Loma Vista Recordings/Spinefarm/Concord)

A pesar de que Josh Homme sintiera que su vida se estuviera desmoronando a su alrededor, si algo sabía es que podía confiar en la formación actual Queens Of The Stone Age para sacarle del hoyo. Y no le ha fallado. Son ya diez años los que los dos guitarristas y teclistas, Troy Van Leeuwen y Dean Fertita, el bajista Michael Shuman y el batería Jon Theodore llevan a su lado, y por eso In Times New Roman… suena con la solidez y determinación que únicamente está al alcance de una banda que es capaz de entenderse con solo mirarse a los ojos.

Como si fueran piratas que se lanzan al abordaje, estos excelentes músicos siguen a su capitán en esta maraña de riffs bizarros, ritmos descuajeringados y arreglos carnavalescos, totalmente alejados de lo habitual en una banda de rock con aspiraciones comerciales, pero que en ellos suenan de manera absolutamente natural porque forman parte inherente de su ADN. Por eso, por mucho que algunos intenten imitarles, siempre irán un paso por detrás.

In Times New Roman… insiste en ese precepto estético que podríamos apostillar como ‘el Bowie de Lodger de borrachera en el desierto’ de Like Clockwork… o Villains, aquí tan bien representado en ‘Emotion Sickness’, pero recupera un mayor protagonismo de las guitarras, la suciedad y la saturación de sus primeros discos. ‘Negative Space’ o ‘Made To Parade’ no hubieran desentonado en su debut, y la outro acústica de ‘Straight Jacket Fitting’ remite a las Desert Sessions.

Es verdad que el disco no propone nada especialmente novedoso, y eso puede llevarte a pensar, en las primeras escuchas, que no tiene mucho por ofrecer, pero la magia de Queens Of The Stone Age sigue ahí latente. Solo hace falta que le des tiempo para que se manifieste.

5- MILITARIE GUN
Life Under The Gun
(Loma Vista Recordings)

En los últimos años hemos visto como Angel Du$t, Drug Church o Culture Abuse, incorporaban elementos del rock alternativo de los 90, el indie y el brit pop para dar forma a un sonido que retiene la energía del hardcore, pero la canaliza en canciones donde la melodía es el motor principal. Ahora, Militarie Gun recogen el guante con un disco con suficiente potencial para adelantar por la derecha a las bandas citadas.

Con Life Under The Gun, su primer disco concebido como tal, y con el que debutan en el sello Loma Vista Recording (hogar de grupos como Korn, Ghost o Manchester Orchestra), Militarie Gun dan un paso adelante tanto en lo que se refiere a la composición como a la producción, realizada a medias entre Shelton y Taylor Young (Twitching Tongues, Drain) en los estudios 606 de Foo Fighters.

La gracia es que, a pesar de sus ambiciones y todos los medios a su disposición, Life Under The Gun conserva el espíritu de una banda underground. Por muy pegadizas que sean las melodías, Shelton las canta como si estuviera en un local de ensayo en el que tiene que gritar para poder escucharse, y las crujientes guitarras los distancia de cualquiera que los quiera asociar a la nueva ola del pop punk; aunque los coros de James Goodson de Dazy (con quienes habían grabado el fantástico single ‘Pressure Cooker’) en varios temas aporten una pátina soleada.

Oscilando entre la inmediatez de temas como ‘Do It Faster’, ‘Very High’ o ‘Seizure Of Assets’, con un riff y una entrada de batería a lo Third Eye Blind, o ‘Think Less’, donde convergen Oasis y Turnstile; con otros donde se acercan al post punk (‘Will Logic’), el post hardcore sugerente de Title Fight (‘Sway Too’), e incluso una balada, ‘See You Around’, donde el mellotron es el instrumento principal, Life Under The Gun nos muestra que Militarie Gun son capaces de moverse con soltura en diferentes registros. Que den el salto del Outbreak Fest al Primavera Sound es solo cuestión de tiempo.

4- BELL WITCH
Future’s Shadow Part 1: The Clandestine Gate,
(Profound Lore)

Si de inicio la hora con 23 minutos y 16 segundos que conforma ‘The Clandestine Gate’, la única canción que figura en esta obra, pueden parecer una cima imponente, incluso inalcanzable para según qué oídos, Bell Witch exprimen todo su genio para que ésta se convierta en una experiencia cinemática absorbente y desgarradamente conmovedora. De hecho, os juro que tan pronto terminó mi primera inmersión en ella no dudé en repetir, en volver a darle inmediatamente al play.

La suspensión de cada mínima melodía tiene su importancia en un mundo en expansión, cíclico, en el que la existencia es tan natural como la ausencia de ella. Esta verdad es la de todos y todas, y ésta es la verdad de Bell Witch en cuanto un órgano crece para que, hacia el cuarto minuto y medio, un riff que nos resulta muy familiar nos acabe de situar, indiscutiblemente, ante la nueva proeza de los absolutos dominadores del funeral doom.

Llegados a su cuarto álbum, el lenguaje de los estadounidenses es de sobras conocido por sus seguidores, pero no por escasez de sorpresa Future’s Shadow Part 1: The Clandestine Gate decae en grandeza. De hecho, saber que tarde o temprano esta instrumentación en crescendo te destruirá las entrañas no le quita ni un atisbo de emotividad o magnificencia.

Hay pausa, reflexión, observación y clarividencia. Día, noche, oscuridad y luz cegadora. Majestuosidad desde la nada y anonadamiento ante todas las acepciones que contempla la palabra vida. Este disco es antisistema, atenta contra la frivolidad imperante y entronizada. Aspira a aniquilar la plastificación del alma y a resucitar a nuestro yo más recóndito y ancestral.

Situándote al borde de la lágrima en varios instantes, transportándote a un universo de puños en alto que saborean el poder y la gloria del más pantagruélico funeral doom, Bell Witch han vuelto a demostrar, desde la modestia más minimalista, que están a otro nivel musical y filosófico.

3- AVENGED SEVENFOLD
Life Is But A Dream
(Warner)

Desde que irrumpieran en la escena metálica durante la primera década del nuevo milenio, Avenged Sevenfold se han empeñado en remar a la contra. Lo que nadie hubiera imaginado es que llegados a su octavo trabajo de estudio presenciaríamos un quiebro como el que han protagonizado en Life Is But A Dream… Poco les debe haber importado la expectación generada tras siete largos años sin nuevo material, que estén camino de afianzarse como cabezas de cartel de los grandes festivales e incluso quién sabe si llegar a rozar con la punta de los dedos la ansiada liga de estadios. Tan solo un demente o alguien con una confianza bestial en sí mismo (o tal vez ambas cosas) se atrevería a lanzar un artefacto como este gozando de semejante posición y encima respaldado por una multi como Warner.

El primer aviso llega con ‘Game Over’ irrumpiendo en la fiesta a toda pastilla y M. Shadows poseído por el espíritu de Mike Patton. ¿Recuerdan aquella versión que se marcaron de ‘Retrovertigo’ de Mr. Bungle? Pues no era un simple guiño de cara a la galería, ya que Avenged Sevenfold han tomado buena parte de ese espíritu de “saltar al vacío” en esta ocasión. El grupo va pasadísimo de revoluciones hasta detenerse en seco en un pasaje acústico. Vayan acostumbrándose a los cambios de contrastes, ya que van a ser una constante de aquí en adelante.

¿Suicidio comercial? ¿Genialidad? ¿Ida de olla monumental? ¿Futuro disco de culto incomprendido? Cómo siempre ha ocurrido con casos similares, solo el tiempo acabará ubicando a Life Is But A Dream... en su justo lugar. Lo que sí hay que reconocer es que, agrade más o menos, Avenged Sevenfold los han tenido bien puestos para haber parido un álbum tan excesivo, sin hits potenciales a la vista y arrojando nuevos sonidos a su marmita. Habrá quién lo aborrezca y no pase de la primera escucha. Personalmente, no veo el momento de volver a subirme a este tren de la bruja que se han sacado de la manga.

2- SLEEP TOKEN
Take Me Back To Eden
(Spinefarm)

Mi principal temor era comprobar si Sleep Token habrían logrado dar un par de pasos adelante en su evolución y no repetirse en una fórmula que, si bien en su debut resultó propia, fresca y hasta cierto punto original, ya en su segunda entrega hacía saltar las alarmas ante un posible estancamiento.

Cierto que en ‘Chokehold’ nos muestran sus armas habituales, combinando atmósferas ambientales dónde la afectada voz de Vessel va conduciendo hacia una tormenta de riffs metaleros alcanzando grandes cotas de epicidad. Es algo que ya sabemos que manejan con solvencia, pero en esta ocasión se aprecia que han terminado de perfeccionarlo sumando nuevos recursos a su catálogo.

Las ganas de asumir riesgos se van descubriendo poco a poco en cortes como ‘The Summoning’, con unas las guitarras afiladas que se abrazan a estribillos en falsete, intercalando solos de tono progresivos y desmarcándose con una outro de ritmo pseudo funky. Todo ello en la misma canción. Esa falta de prejuicios a la hora de tomar elementos de otros estilos se traslada a ‘Aqua Regia’, un medio tiempo de arreglos jazz cuya elegante resolución no precisa de recurrir a la potencia, o ‘Ascensionism’, dónde durante siete minutos pasan de un inicio que podría vaticinar una balada a juguetear con una base de trap y acabar asestando otro vendaval de riffs.

Y es que a lo largo del disco saben caminar sobre el alambre entre ambas vertientes. La más agresiva de ‘Vore’ (no cuesta imaginarse a un rejuvenecido Chino Moreno vociferando al micrófono) o ‘Rain’, y la más abierta comercialmente hablando en la que sobresalen la power-ballad con aspiraciones de hit ‘Are You Really Okay?’ (algo convencional pero muy efectiva) o la descaradamente pop ‘DYWTYLM’, que hará levantar la ceja al sector más radical del fandom. En cualquier caso, ambas ayudan a oxigenar la escucha y aportar otros sonidos sin saturar al oído.

Como punto negativo, es verdad que puede costar llegar a la parte final, pero acaban bien arriba con la extensa ‘Take Me Back To Eden’ condensando todos los estilos y estados de ánimo visitados anteriormente, y una ‘Euclid’ que vendría a ser algo así como si Coldplay tuvieran el respaldo de una banda de metal. Escrito así parece desconcertante, pero creedme que como cierre funciona.

1- WEDNESDAY
Rat Saw God
(Dead Oceans)

El año pasado, Wednesday publicaron Moving The Leaves Instead Of Piling ‘Em Up, un disco de versiones en el que incluían temas de Drive By Truckers, Vic Chesnutt, Medicine o The Smashing Pumpkins, indicándonos cuáles son los puntos cardinales de su sonido. Por un lado, el apego a la música de raíces que forma parte del paisaje sonoro de North Carolina, y que se manifiesta en algunas cadencias, armonías vocales y toques de pedal steel propios del country, amén de una voluntad narrativa rica en detalles y descripciones. Por otro, su amor por las guitarras distorsionadas, desde el grunge al shoegaze, que adoptaron siendo adolescentes y que les impulsó a querer ser parte de una banda. Si Sonic Youth se hubieran formado en la América rural en lugar de Nueva York, posiblemente sonarían bastante a Wednesday.

Rat Saw God expone de manera brillante esta colisión de influencias que llevan madurando desde 2017 y que tiene su máxima expresión en ‘Chosen To Deserve’. Si solo tienes tiempo para escuchar un tema suyo, empieza por este porque define a la perfección lo que son en su forma más accesible.

El quinteto explota la fórmula noventera de tormenta/calma, pero de una manera nada previsible. Los ocho minutos de ‘Bull Believer’ son un temporal sonoro en la que Karly Hartzman pasa del susurro al grito desgarrado metiéndote de lleno en el interior de una mente abrumada por un entorno en el que las drogas, la recesión económica y la violencia han causado estragos.

Son historias que hemos visto en documentales sobre las crisis de los opiáceos o el auge del trumpismo, pero que aquí adquieren una visión más poética, aunque no menos mordaz. Si a veces los grupos de shoegaze o noise se contentan con epatarnos simplemente a nivel sensorial, Wednesday tienen el mérito añadido de integrarlo en canciones como ‘Bath Country’, ‘Quarry’ o ‘Turkey Vultures’ en las que el qué y el cómo son igual de importantes.

Escucha nuestra playlist con una selección de temas de estos 30 discos: