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Los mejores discos nacionales de 2023

Culminamos nuestro repaso a los Mejores Discos de 2023 con la selección de los 20 gestados por artistas nacionales. Mucha variedad de registros, lenguas y enfoques que demuestran que la escena alternativa sigue bien viva.

Hubo un tiempo en que salir en nuestra lista era casi garantía de comerse un rosco a nivel comercial. Pero en los últimos años hemos visto a La M.O.D.A. llenar recintos enormes o a Angelus Apatrida girar por todo el mundo. Somos conscientes de que la realidad para la mayoría de músicos de este país siguen siendo dura, pero al menos parece que en ese techo de cristal que parecía infranqueable para las bandas underground hay alguna brecha por la que colarse. Ojalá muchos más consigan aprovecharla.

Textos de Jordi Meya, Richard Royuela, Gonzalo Puebla, Luis Benavides, David Garcell, Jorge Azcona, Andrés Martínez y Marc López.

20- SONIC BEAST
Sonic Beast
(Bcore)

La historia de Sonic Beast es la de miles de grupos. Cuatro amigos quedan para tocar juntos, les salen unas cuantas canciones chulas, deciden grabarlas y dar algunos conciertos sin más afán que pasarlo bien.

Lo que diferencia a Sonic Beast del 99% de grupos es que estos no son cuatro tipos cualquiera, sino músicos que cada uno por separado ya ha dado buena cuenta de su buen hacer. Hablamos de Chris de Bad Mongos, Xavi de Bullitt haciéndose cargo de las voces y guitarras, y de Alfred de Illinoise y Roger de No More Lies como sección rítmica. Viendo a los implicados puedes hacerte una idea de cómo van a sonar, ya que cada uno ha aportado su porción de magia, pero en realidad este proyecto debe lo justo a sus otras bandas.

Accidental es un disco de rock sin etiquetas, sin prefijos ni sufijos, directo, eléctrico y de efecto inmediato. Hacen de la sencillez, virtud. Huyendo de florituras, aquí mandan las quintas, y los punteos de guitarra, reforzados por un bajo y una batería que lo aguantan todo, y una producción robusta a cargo de los hermanos Santi y Víctor García. Un accidente feliz del que ahora todos podemos disfrutar.

19- RAMBALAYA
Only In My Dreams
(Buenritmo)

Hace justamente tres años Rambalaya lanzaban su debut homónimo en pleno confinamiento. Un panorama poco favorecedor para que su combinación de swing, soul y rhythm’n’blues pudiera llegar a buen puerto cuando no era posible ni tan siquiera llenar las salas para bailar y disfrutar de sus canciones.

Afortunadamente, el combo barcelonés viene a demostrar con Only In My Dreams que lo suyo no era un mero pasatiempo para sus componentes (todos ellos militantes experimentados en formaciones como Los Mambo Jambo, A Contra Blues, Koko-Jean & The Tonics o Los Saxofonistas Salvajes) y que están aquí para quedarse. Y la mejor prueba de ello es que se trata de un trabajo claramente superior a su predecesor. Palabras mayores.

El batería Anton Jarl, principal compositor de la banda, ha optado por empujar a sus compañeros mucho más lejos que en su primer intento. Es por ello que aquí encontraremos medios tiempos enternecedores con arreglos de cuerda por parte de Jordi Font y la Barcelona Rock Strings (‘Until I See You Again’, ‘Always Blue’), cortes de irresistible sabor latino (‘Rider With No Head’ y esa especie de revisión libre de ‘La Bamba’ que es ‘Second Date’), o armonías a cuatro voces cortesía de The Gourmets Vocal Quartet en el vigorizante gospel de ‘Lonesome Land’. Un cheque en blanco lleno de posibilidades, pero sabiendo donde invertir con cabeza para conseguir el máximo beneficio.

18- LA ÉLITE
Nuevo Punk
(Montgrí)

En los últimos años, La Élite se ha ganado merecidamente toda la atención generada a partir de ir editando temas sueltos llenos de ironía y asfixia vital, y de unos directos irreverentes, por llamarlos de alguna manera. Pero la edición de su primer álbum es la que tenía que convencer si el proyecto del dúo de Tàrrega tenía solidez y visos de vida a largo plazo, o si se quedaban en un ‘efecto gaseosa’ de esos que cada vez vemos más.

Nuevo Punk despeja unes cuanta dudas. Bajo un título del todo irónico -empezando porque la palabra punk ya no se sabe muy bien que significa y acabando porque deben de ser los primeros en reírse de lo que se dice ellos- Diosito y Nil han sabido dar forma a 35 minutos de música que tienen sentido escuchados del tirón, en lugar de una simple sucesión de escupitajos sin dirección que perdería la gracia a las primeras de cambio. ¿Nombre y estilos que te vienen a la mente? Todos y ninguno. Y ahí es donde reside la gracia. Recuerdan al nihilismo de bandas como Cicatriz o Eskorbuto, pero sin ser un plagio de ellos; ponen al día lo que Bérurier Noi hicieron en los 80 -seguramente sin ser ni ellos conscientes- mezclando guitarras punk con cajas de ritmo, y que los bajos le deben mucho al post punk es evidente.

Con esa actitud de ‘me importa una mierda que mi vi vida sea una mierda’, La Élite están conectando con un público que cada vez se siente más identificado con esa propuesta vital. Pero que eso no esconda que detrás de tanto mensaje y provocación hay un 14 temas valen la pena por sí mismos.

17- ÀNTEROS
Montenegro
(Aloud Music)

Aunque suene redundante decir que 2020 fue un año distópico para todos nosotros, no cabe duda que dejó un sabor realmente agridulce en Ànteros. Mientras su tercer y mejor álbum …Y En Paz La Oscuridad, se alzaba en todas las listas de aquél curso, el quinteto veía caer dicha puesta en largo como un castillo de naipes por la maldita pandemia.

En cierta manera, podríamos tildar este como un epílogo de aquél, tanto en fondo como en forma, donde ‘Frágiles’ y ‘Elurra / Heriotza’ prolongan su racha compositiva y sobresalen por encima del resto. Junto a Rubén Ramos (Los Sanchos, Cohen) al micro hacen del primero un single total, accesible en el estribillo y 100% Ànteros, mientras que el segundo aflora nuestra vena sensible al escuchar unos versos en euskera de Endika hacia su abuela, fallecida poco antes de entrar a grabar. Sin olvidar su atmósfera oscura, un montón de arreglos e incluso la aparición de trompetas para despedir el tema más redondo a nivel instrumental.

El interludio acústico ‘Varese’ y ‘La Hoguera’, un corte tapado que seguramente acabarás apreciando a la sombra de otros, completan un Montenegro tan breve y conciso para nosotros como catártico para sus propios miembros. Es innegable que el formato -apenas 22 minutos- nos deja con ganas y hace que lo veamos más como un EP que como un largo, pero también ha servido para que Ànteros recupere sensaciones y reinicie el contador allá donde la situación no les permitió. Mejor que ellos no lo puede resumir nadie: «No hay un espejo que muestra el destino, empeño y paciencia son el camino».

16- THIS DRAMA
Loose Talk
(Golden Robot Records)

Si hablamos de reinvenciones, la que This Drama han realizado en Loose Talk puede calificarse como una de las más exitosas y atrevidas que ha realizado una banda de nuestra escena. Como si fueran la serpiente que ilustra la portada, han mudado de piel para descubrirnos un sonido totalmente nuevo. La garra de su habitual punk de raíz hardcore ha quedado aparcada, y en su lugar nos encontramos con una base instrumental acústica, con riffs blueseros y melodías arenosas que recuerdan a Queens Of The Stone Age o Mark Lanegan.

Exquisitamente grabado por Daniel Ferreiro en Manzana Recording Studios, y mezclado por Alex Newport (Nailbomb, At The Drive-In, City And Colour), Loose Talk consigue absorberte desde el primer momento en una atmósfera que evoca áridos paisajes fronterizos, sin otro lugar en el que cobijarse que una cantina de un pueblo fantasma en la que, cuando cae la noche, los espíritus salen a tomarse una copa y a hacerte preguntas incómodas.

No tiene que haber sido fácil para un grupo acostumbrado a tocar a todo volumen transitar hacia un sonido en el que la contención es básica para que las canciones cobren vida, pero This Drama lo han resuelto de maravilla, demostrando que un susurro puede ser tan efectivo como un grito. La calidez y precisión de las guitarras, los originales arreglos vocales de ‘Seis Uno Nueve’ o ‘Feed The Rat’, los coros de la israeliana Michal Towber, los sutiles toques de percusión o los teclados en ‘The Liars Committee’ (tema en el que convergen todas las cualidades de este trabajo) enriquecen unas composiciones, aparentemente sencillas, sumando matices en cada escucha.

15- MADEE
Conundrum
(BCore)

¿Su disco más pop? Posiblemente. Sin pretenderlo, Madee se han alejado de un poco de la languidez de Echo & The Bunnymen para acercase a Death Cab For Cutie, dejándonos una ristra de grandes canciones como ‘My Father’s Footsteps’, ‘Double Helix’, ‘Calling Collect’, ‘Conundrum’ o la preciosa ‘An Introduction To A Feeling’.

A lo largo de todo el álbum la exquisitez de los arreglos de guitarra de Capi y Adam Vives se integran con los teclados de Marc Prats creando un efecto sinfónico a la que la vibrante sección rítmica de Pep Masiques y Antonio Postius añade pegada y tensión. Y planeando por encima, Ramón Rodríguez se vuelve a reivindicar como uno de los mejores intérpretes de nuestro país; hasta nos regala uno de esos guiños a su amigo Jeremy Enigk alcanzando registros más agudos en ‘An Observer’.

Por el contexto, por su forma de funcionar, Madee es uno de esos grupos destinados a habitar en su propio espacio, sin obsesionarse por encajar en ninguna escena, ni hacer demasiados esfuerzos para llegar a más gente. Pero que eso no te impida acercarte a ellos, porque el esfuerzo tiene recompensa.

14- BARBARIAN SWORDS
Anti-Dogma Megaforce
(Eternal Juggernaut Records)

Cuando te enfrentas a un nuevo álbum de Barbarian Swords sabes que vas a salir malparado, y esto lo digo en el mejor sentido de la palabra. Hoy en día los que amamos el metal extremo, nos tenemos que ir al más profundo underground para encontrar algo de sorpresa y peligro. Y no se trata de ser el más true, ni de ir de purista por la vida, nada de eso. Lo que pasa es que cuando en la escena más o menos conocida, solo te encuentras clichés de lo más inofensivo es inevitable sentir algo de decepción y cansancio.

Han dejado de lado ese tétrico y oscurísimo doom tan característico de su estilo, han incorporado algún teclado a modo de colchón sónico y podemos escuchar unos cuantos estupendos solos de guitarra, pero la velocidad asesina sigue ahí, los temas siguen sonando absolutamente podridos y Von Pax… Bien, algún día me tendrán que explicar que tiene este tipo en la garganta para que pueda escupir esas proclamas con tanto sadismo, furia y mordacidad.

Desde la lejanísima edición de aquella demo titulada Crusaders Of The Apocalypse(reeditada a todo lujo el año pasado), la evolución de los catalanes ha sido impecable. Han experimentado, crecido y mejorado de manera imparable y coherente sin moverse un ápice de una filosofía y un sonido que nunca han prostituido; y lo que es mejor: lo han hecho ofreciendo siempre material de primera calidad. Escuchando el lacerante riff de ‘Killer Of All Hope’, las macabras frases de ‘A Mountain Of Corpses’ o la primitiva acritud de ‘Anti-Dogma Megaforce’, podemos pensar en Barbarian Swords como una de las mejores formaciones de metal extremo del continente, y os aseguro que no estaríamos exagerando. Enormes.

13- BULLITT
B Major
(Eternal Juggernaut Records)

En B Major, Bullitt vuelven a situarse en ese punto de encuentro entre el rock alternativo, el punk rock y el power pop. Con influencias de bandas como Foo Fighters, Jimmy Eat World o Fountains Of Wayne, las melodías surfean por encima de las guitarras distorsionadas (pero sin pasarse), punteos de lo más pegadizos, y una impetuosa sección rítmica para dar forma a canciones que te atrapan de primeras como ‘Step In The Real’ o ‘Echoes’, pero que siguen creciendo a medida que más las escuchas.

Perfectamente equilibrado, el disco te lleva en volandas alternando la intensidad y diferentes estados de ánimo desde la melancolía de ‘The Conflict’ a la reafirmación vitalista de ‘Fix Me’ ante excitación de volver al local de ensayo, al desenfreno más grungy de ‘Avalanche’, pero sobre todo transmitiendo serenidad. Y quizá el tiempo no lo cura todo, pero música como la de Bullitt ayuda a llevarlo mejor.

12- TANO!
Intanostellar
(Saltamarges/La Agonía de Vivir)

Experimentación continuista, si eso es posible, es lo que encontramos en este Intanostellar, un disco que solo suena a Tano!. Repiten productor, Santi García (Ultramarinos Costa Brava), y mantienen los juegos de palabras, insertando el nombre de la banda, en el mismo título y las instrumentales ‘Gretano Thunberg’, ‘Augustano Segura’ y ‘Carlos Santano’ (ninguno tan mítico como los pretéritos ‘Quentin Tarantano’ y ‘Jano Montano’, todo sea dicho).

Al margen de las tres piezas instrumentales, este animal bicéfalo grita en catalán, grita mucho; escupe unas letras, siempre corrosivas, nunca inocentes. Mis favoritas son aquellas que parecen fábulas terroríficas, como la del monstruo creado por el hombre (‘La Bestia’), la del trovador ejecutado por no cantar las canciones que le piden los monarcas (‘Negre És El Color’) o la del ogro que no deja dormir (‘Tinc Un Ogre A Casa’).

Solo un tema supera los dos minutos. La gran mayoría son temas explosivos, pura dinamita, con la mecha muy corta, como la citada ‘La Bestia’, ’Miracles Perduts’, ‘Criant Corbs’ y ‘Lladre De Temps’, esta última despachada en solo 47 segundos, tiempo suficiente para noquearnos. Y es que su manera de entender la experimentación no está reñida con la concreción, todo un acierto.

11- VIVEN
Aquí En El Infinito
(Discos El Colmado)

Aquí En El Infinito que recoge buena parte de lo mostrado por Viven en sus dos anteriores referencias. Es verdad que se han despojado de la narrativa conceptual que hasta ahora enlazaba toda su obra, pero las ideas y temáticas que abordan se mantienen, así como un poderío instrumental al alcance de pocos combos de rock dentro de nuestro país. Registrados a medio camino entre Ultramarinos Costa Brava y Maracas Estudio a seis manos (las del sempiterno Santi García, Jorge Mur y el propio Eloi Martínez, batería de la banda), estos nueve cortes vienen a enriquecer todavía más una propuesta ya de por sí apabullante.

‘El Rey Esqueleto’ es la encargada de ponernos a danzar a las primeras de cambio. Seguramente sea la pieza más descaradamente inmediata que hayan firmado hasta la fecha. Un single de rock directo a la yugular del capitalismo más infecto, rematado con un estribillo contagioso y las excéntricas voces de Oriol Nieto (La Bossa d’Urina). A ‘Grande La Cruz’ se apunta Kantz (¿de verdad hace falta presentarle a estas alturas?) en otro disparo contra la hipocresía de las religiones.

Eso cuando ponen la quinta marcha, porque Viven saben jugar sus cartas y las ponen todas encima de la mesa. ‘Blanco’ transita por derroteros más pesados propios de Mastodon y Baroness. Mucho ojito al currazo que se han metido con las guitarras Daniel Soler y Rubén Martínez, por no hablar de la manera de interpretar de este último recordando a una versión rejuvenecida de Enrique Bunbury (menos cargante y afectada, eso sí). Y si ponen algo de freno en ‘La Calma’ es para desembocar en un final de altos vuelos.

Bastarán apenas un par de vueltas para confirmar que Viven no solo han regresado con toda la fuerza del mundo, sino dispuestos a subir el listón aún más arriba de dónde lo dejaron. Tenerles de vuelta en semejante estado de inspiración es de las mejores noticias que podían llegarnos en esta recta final del año. Que no vuelva a pasar un lustro para disfrutar de su ingenio.

10- CRIM
Cançons De Mort
(HFMN)

Si en una primera escucha puedes pensar que es más de lo mismo, bastan unas pocas para que empieces a captar esos detalles que elevan un buen disco a un gran disco. Como si fueran un motor perfectamente engrasado, todas las piezas en Crim -hay que destacar la labor de Javi Dorado y Marc Anguela en la sección rítmica- funcionan al unísono para que los temas se sucedan uno tras otro con una potencia arrebatadora, sin respiro. Si algo les distingue de otras bandas de punk rock es que tocan con una contundencia más propia de las de metal. Esa influencia se plasma también en riffs y unos punteos más elaborados dentro del estilo sin perder ni un ápice de su espíritu.

A estas alturas se ha convertido en un tópico usar la palabra himno para referirse a sus canciones, pero es que cuesta una mejor manera de describir canciones como ‘Vam Riure Tant’, ‘Cançons De Mort’, una de las mejores que han escrito nunca, la más melódica ‘Sense Tu Estic Molt Bé’, o ‘Ultracentre’ que cierra el álbum de manera brillante dando un bofetón a esa gente que nunca se moja por nada, pero alardea de estar el primero en la trinchera.

De hecho, todo el disco es un reparto de hostias a mano abierta por parte de alguien que se nota que esta cansado de recibirlas. ‘Patrimoni Mundial’ es otro retrato nada alentador sobre la situación de su ciudad, Tarragona, en ‘Revolta Dels Somriures’ denuncian la hipocresía y cobardía de quienes alientan la revolución para luego echarse atrás, y en ‘La Veritat És Perillosa’ cargan contra la represión que ha sufrido algunos artistas que, como ellos, se atreven a denunciar la mierda que nos rodea. «Solo por decir la puta verdad, tu martillo me ha sentenciado», cantan en otro estribillo memorable.

Y puede que sus palabras expresen desengaño y frustración, pero el ímpetu de su música te empuja a pensar todo lo contrario y seguir luchando. Desde luego, un cínico sería incapaz de tocar con la pasión necesaria para que estas ‘canciones de muerte’ te hagan sentir de lo más vivo.

9- LE MUR
Caelum Invictus
(The Braves/Maldito)

Caelum Invictus nos trae de vuelta a unos Le Mur con las ideas muy claras, decididos a salir a ganar el partido sin vacilar. Así lo demuestran con ‘Prometeo’, en la que, tras una intro a modo de presentación de su nuevo batería Juan Carlos Becerra, entran a saco con todo lo que tienen. En primer plano está una Elsa para la que el micrófono se queda pequeño. La fuerza con la que encara cada línea es arrolladora, pero si ya le sumamos la aportación de Jaime Ladrón De Guevara de los añorados Catorce, queda claro que estamos ante un caballo ganador.

Galopando entra también ‘Monoceros’, dónde aparece otra potente colaboración con Luis Ortega de Pyra aportando altas dosis de frenesí conduciendo hacia un estribillo que es todo un grito de guerra. “Sé que estoy en mi momento. Coser, cantar. Solo fluyo, no lo pienso”. Esa misma sensación da ‘Vupécula’ embrujando con un flow arrebatador. Elsa exhibe todos sus registros con un desparpajo que la sitúan directamente entre las mejores vocalistas que uno se puede encontrar en el panorama nacional. Todo un diamante a descubrir.

Pero no sería justo poner todos los focos sobre la cantante, ya que sus compañeros Carlos Barceló, Pedro J. Carrillo y el anteriormente mencionado Juan Carlos también saben dar juego. Mismamente en el puente de ‘Vulpécula’ se desmarcan con un riff aplastante, al tiempo que en ‘Sagitta’ conceden una de las pocas pausas del disco en forma de evocador pasaje instrumental. Tras coger algo de aire, no tardan en ponerse de nuevo a la faena con ‘Constelación’, una pieza de tono más oscuro y pesado que vuelve a dejar claro su poderío.

8- LA PALOMA
Todavía No
(La Castanya)

Hacía tiempo que no escuchaba a una banda de aquí que dominara tanto el arte de doblegar la distorsión para sacar melodías como hacen La Paloma en su primer álbum. Los madrileños ya habían apuntado buenas maneras con su EP Una Idea, Pero Es Triste de 2021, pero aquí confirman que su potencial era aún mayor.

El arranque con esas guitarras tan Superchunk de ‘Sigo Aquí’ deja claro que el grupo ha conseguido plasmar un sonido más nítido y musculoso en su puesta de largo; la voz también ha subido varios puntos en la mezcla. Me alegra que no hayan querido jugar a la carta del lo-fi -sin que ello signifique perder ni un ápice de autenticidad- porque estas canciones bien merecían que les sacaran todo el brillo posible.

Sin miedo a decantar la balanza hacia al pop en ‘Todo Esto’, ‘Cosas Sencillas’ o el estribillo de ‘Algo Ha Cambiado’, como decía al principio, lo que de verdad atrapa son esas guitarras herederas de Dinosaur Jr. o Hüsker Dü que elevan ‘El Adversario’ o ‘Polvo’, con ese desbarre noise, a cotas más altas de lo que les conocíamos hasta ahora.

Tanto si te va el indie noventero americano como si atraen grupos como Carolina Durante, Biznaga o Mujeres, será difícil que, como a la criatura que sale en la portada, no se te caiga la baba.

7- JAMIE 4 PRESIDENT
It Bites
(BCore/La Agonía de Vivir)

Ya el primer corte, la inspiradora y emocionante ‘Cobwebs’, que líricamente observa la juventud con nostalgia, nos anticipa el sonido de este nuevo largo de Jamie 4 President con un bajo synth y en general unos ecos ochenteros que encajarían de maravilla en la banda sonora de series revivalistas como Stranger Things. También son buenos ejemplos la que da nombre al disco y ‘Wisky & Soda’, una pieza armada con guitarras acústicas y teclados que explota en un sorprendente estribillo bailable. Con todo, la esencia de estas canciones es muy Jamie 4 President, más elegantes que nunca –no puedo evitar pensar en unos remozados Death Cab for Cutie- pero reconocibles en todo momento.

La banda también despacha canciones con nervio y distorsión como ‘My Lucky Token’, la citada ‘True Crime’ –sentimiento punk con guitarra acústica- y sobre todo la potente y guitarrera ‘Eruptions’, dos minutos y pico de energía bien enfocada.

Pero para especiales en este largo diverso y entretenido, en mi opinión, ‘We Owned the Night’, posiblemente la más emo del disco, con su amiga Paula de los añorados Wild Animals marcándose unos coros preciosos, y la progresiva ‘Castaways’, una pieza que va de la sobriedad acústica a la electricidad más esplendorosa, que va sumando capas y capas ensoñadoras, el broche perfecto para un trabajo refinado y sentido que te va conquistando con cada escucha.

6- THE CAPACES
All That Is
(Filferro Records/Ghost Highway Recordings)

Tan solo dos años después de Zoetrope, All That Is consigue algo poco habitual en formaciones de largo recorrido; que tras casi un cuarto de siglo de actividad y siete discos de estudio nos encontremos ante la mejor obra de su discografía. Sé que puede sonar exagerado, pero creedme cuando os digo que la nave liderada por Martillo y Cleve ha culminado por fin su evolución cuando ya parecía imposible que fuesen todavía más allá.

Todo aquello que venían apuntando desde el reset que supuso For Good en 2015, marcando el punto de partida en una transición coherente desde el frenético punk rock de sus inicios hacia sonidos más rock and rolleros, alcanza aquí un nuevo nivel. Si bien la apertura instrumental de aires western de ‘At Dawn’ ya nos resulta familiar, a la que suena ‘All That Is’ apreciamos que hay una energía distinta a la de capítulos anteriores. Puede que alguno acuse al grupo de ir con una marcha de menos, pero la intensidad continúa presente. Algo incuestionable e innegociable tratándose de ellos.

Con ‘Out Of My Head’ el asunto empieza a carburar en un corte donde Cleve y Jawa se encargan de repartir punteos a diestro y siniestro. El quinteto aprieta el acelerardor y de ahí no baja en lo que queda de álbum. La primera gran sorpresa llega en ‘Sudden Burst’ con un toque rockero impulsado por un frenético piano y el contraste que hace la voz de Francis Riera (The Meows, Piggies) con el registro de una Martillo pletórica.

Si hay un referente claro que aparecerá en cada texto que se escriba sobre este disco, sin duda será el de The Stooges. ‘Witch’ es la que mejor lo ejemplifica. Ese saxo vacilón te lleva a los tiempos en los que los de Detroit eran uno de los nombres más salvajes de la época y The Capaces han tenido la habilidad de captar esa esencia sin renunciar a su sello característico.

Aún está por ver si All That Is será realmente el disco con que el The Capaces nos digan adiós antes del 25 aniversario que celebrarán el año que viene. Lo que sí es seguro es que si deciden despedirse de esta manera podrán hacerlo con la cabeza bien alta.

5- MEDALLA
Duelo
(Estudio Mazmorra)

Los barceloneses lleva afianzándose desde su debut Emblema Y Poder (2017) como una de las mejores formaciones a la hora de sacarle punta a los rincones oscuros del alma y en este cuarto trabajo han ido más allá abordando el vacío emocional que deja una pérdida y la inevitabilidad de un final que no por conocido es menos doloroso. «Siempre freno al pasar por el lugar que atropellaron a nuestro perro. Siempre espero que no haya sido real, pero en mi cabeza lo reconstruyo», canta en ‘Dardo’ Eric Sueiro, más convincente que nunca en este disco, y,  aunque se refiera a su mascota, cada uno puede aplicarlo a su propia tragedia.

Si Biznaga retrataron a la perfección lo que ve su generación en Bremen No Existe al salir a la calle, Medalla nos cuentan aquí lo que les ocurre a esos mismos personajes cuando se meten en la cama y cierran lo ojos. “Soy un desastre, soy miserable. Un sentimiento que me devora, el triunfo de la derrota», cantan en ‘Himno Para La Derrota’.

Las canciones, más estructuradas y melódicas, pero conservando ese punto alucinógeno de una pesadilla a 40 de fiebre, y la excelente producción de Sergio Pérez García, limpia y oscura por igual, consiguen que entres de pleno en esta crisis existencial. Lo que ocurre es que su mescolanza de post punk, pop, y ramalazos heavies (el punteo final de ‘Todo Está Enfermo’ es puro Iron Maiden) o de rock andaluz (‘Jardín De Puñales’), adornada con sintetizadores (‘El Cielo No Espera’) y hasta una trompeta (‘Bestia de Fvuego’) tiene tanto ímpetu que lejos de hundirte, te levanta.

No deja de ser irónico que en la acústica ‘Duelo’, un dueto con Valdivia, canten «Tienes derecho a volverte pequeño, a parar por un tiempo», porque si hay un poco de justicia un disco como este merece que Medalla se vuelvan más grandes y no paren ni un momento.

4- HAVALINA
Maquinaria
(Autoeditado)

Lejos de mirar atrás, Manuel Cabezalí y los suyos han optado por reiniciar justo dónde lo dejaron en su última obra y avanzar varios pasos más allá. Estamos ante un disco valiente, que mira hacía adelante. Concretamente hacia un futuro de tintes ficticios que cada día lo son menos.

Y es que el imaginario que evocan Havalina en este álbum nos hace pensar en referentes como Blade Runner, Matrix o Westworld a través de unas letras que afrontan el concepto de las maquinas como entes con vida propia. Ya sea desde el punto de vista sexual (‘Robótica’), religioso (‘Himno n.º 9’), o simplemente como metáfora de un sistema que nos tiene controlados a golpe de click (‘Maquinaria’). El planteamiento es amplio, pero todas las piezas acaban casando.

En lo musical, se recupera la rotunda ferocidad de los riffs marca de la casa en ‘Maquinaria’ y ‘Actitud’, mucho mejor insertados dentro de esa senda a explorar en la que otros elementos han ido ganando peso. Los sintetizadores siguen disfrutando de una privilegiada parcela en cortes como ‘Circuito Cerrado’, dejando aflorar su faceta más pop, o el post punk futurista de ‘Salmo Destrucción’. Nombres como los de New Order o Depeche Mode pueden venirse a la cabeza al escuchar esa elegante ‘Deconstrucción’ en la que guitarras y teclados se confunden como si de un truco de magia se tratara.

En el segundo tramo arriesgan todavía más. ‘Arsenal’ nos trae ecos de trip hop, mientras que en ‘La Rueda’ se acercan a los Radiohead más minimalistas e inquietantes. La experimentación prosigue en la sorprendente ‘Himno nº 9’, con una primera mitad en forma de oración cubierta por luces de neón dando paso a un final industrial que es puro Nine Inch Nails. Igual de desconcertante es ‘La Palabra’ con la aparición de la voz de Nieves Lázaro, repleta de detalles electrónicos que anuncian la superioridad de las máquinas, aún permitiendo el cierre a un corte más orgánico y menos sintético como es ‘Naciente’ con unos crepusculares arreglos de cuerda y piano.

Maquinaria nos trae una versión expandida y mejorada de los Havalina que conocíamos. Ni la más avanzada de las IAs hubiera imaginado un retorno tan brillante.

3- LISABÖ
lorategi izoztuan hezur huts bilakatu arte
(bIDEhUTS)

Como esas personas que hablan poco, pero cuando lo hacen todo el mundo las escucha, Lisabö solo reaparecen en escena cuando tienen algo que decir. En esta ocasión han sido cinco años los que separan lorategi izoztuan hezur huts bilakatu arte del anterior, y aún suerte porque antes de Eta edertasunaren lorratzetan…habían sido siete. Pero pese al tiempo transcurrido ambos parecen estar conectados: uniendo ambos títulos no saldría uno en castellano algo parecido a Y en las flores de la belleza… en el jardín helado hasta que se convierta en un hueso desnudo. Palabras que evocan lo que uno siente cada vez que escucha su música: encanto y crudeza.

A base de local y carretera, los guipuzcoanos se han convertido en unos maestros a la hora de moldear el ruido a su antojo, manejando la tensión y el alivio de una manera poética. Si embargo, la magia de la banda, y lo que la diferencia de otros grupos con largos desarrollos instrumentales, reside en que siempre parece que salga por accidente, no como producto de una fórmula concreta. Es esa espontaneidad primigenia que en ‘Kristalezo Begiei So’ te lleva de los preciosos jugueteos entre las guitarras a un ataque machacón sin que te des cuenta, lo que les eleva a otro nivel.

Karlos Osinaga, con su enfoque a lo Albini, te vuelve a situar en el vientre de la bestia para que no se te escape ni un detalle de lo que ocurrió durante la grabación. Escucharás la presión de los dedos sobre las cuerdas, el retumbar del bajo en el pecho, cada golpeo en los parches, cada aliento, en sinfonías de la disonancia como ‘Gutariko Bakoitza Gara Denok’ o la angustia melódica de ‘Hosto Zehargarriak’

Nada amantes de la promoción o el autobombo, Lisabö dejan que la música haga todo el trabajo. Ojalá más bandas tomaran ejemplo.

2- ANGELUS APATRIDA
Aftermath
(Century Media)

¿Cuántas bandas ofrecen algo memorable llegadas a su octavo disco? Ejemplos habrá, pero lo habitual es que en ese punto, la inspiración empiece a disiparse y los grupos ofrezcan un refrito de lo ya grabado anteriormente. No es el caso de Angelus Apatrida.

Con Aftermath, los albaceteños encadenan una racha que empieza a ser digna de estudio. Desde su debut Evil Unleashed en 2006, el grupo no ha parado de crecer en todos los aspectos, dejando de ser una curiosidad para convertirse en una referencia dentro de la escena thrash a nivel mundial. Superado el revival de ese estilo -por definición cualquier revival es algo pasajero- Angelus Apatrida han conseguido mantenerse con una robustez envidiable, mientras otros han quedado en el olvido. Quien busque una explicación, le bastará con escuchar Aftermath.

En el disco sigue dominando el thrash, pero sus influencias del heavy clásico, sobre todo en algunos estribillos y fraseos melódicos de guitarra, y del hardcore con gang vocals y breakdowns con mucho groove, son las que les permiten dotar al álbum de un gran dinamismo. Cuando aprietan el acelerador siguen siendo imparables, pero compositivamente tienen mucho más que ofrecer que una concatenación de buenos riffs.

A esa variedad también contribuye la aparición de cuatro invitados muy especiales. Jamey Jasta de Hatebreed participa en la fulminante ‘Snob’, una canción con un rollo a lo ‘Fuckin’ Hostile’ de Pantera mezclado con Anthrax, Pablo García de Warcry mete un solo en la trepidante ‘Fire Eyes’, Sho-Hai rapea en ‘What Kills Us’, donde aparece un estribillo muy Megadeth; mientras que Todd La Torre de Queensryche le inyecta épica al tema final ‘Vultures And Butterflies’, uno de los más elaborados del lote.

Nos explicaba Guillermo Izquierdo que la mayor parte del disco se había escrito en la carretera, y tiene su lógica porque el tracklist de Aftermath bien podría ser el setlist de un concierto. De hecho, si lo interpretasen entero en su próxima gira, estoy seguro de que nadie se quejaría. Así de bueno es.

1- CALA VENTO
Casa Linda
(Montgrí)

No creo que haya mayor satisfacción para una banda que crear una obra en la que sus partes funcionan por separado, pero al mismo tiempo se complementan y suman algo extra al estar todas juntas.

Sin ser un disco conceptual, y a pesar de su variedad de registros, todas las canciones comparten un trasfondo que une lo social con lo íntimo. «Todos sabemos que hay algo que ya no funciona, lo hemos visto tanto en Chile como en Barcelona. Distraídos todo el puto día trabajando para pagar el alquiler o el crédito del banco. Estoy encantado de verte aquí conmigo porque con la que está cayendo tú me das el equilibrio», cantan en ‘Equilibrio’. A lo largo del álbum, Cala Vento pintan un panorama muy negro, pero también nos recuerdan que a través de las relaciones, sean románticas, sexuales, o de amistad, podemos, debemos, aislarnos del ruido y encontrar algo de paz.

En lo musical, Casa Linda es a la vez su disco más pop y también el más guitarrero que han hecho hasta ahora. Que incluya colaboraciones de Amaral y de Gorka Urbizu de Berri Txarrak sitúa bastante bien los dos polos entre los que se mueven. Sin ningún tipo de complejo, el dúo va disparando melodías a diestro y siniestro, pero las contrarrestan jugando con diferentes grados de distorsión, la contundente batería de Joan, y hasta algún riff ‘jeviolo’ como el de ‘Tu Lugar’.

El álbum está lleno de grandes momentos como ese punteo que recuerda a The Smiths de ‘Equilibrio’, la exuberancia de ‘Ferrari’, que compite con ’23 Semanas’ (un tema con algo de Jimmy Eat World) para ostentar el título de hit del álbum, o la calidez acústica de ‘Casa Linda’ que contrasta con la fría realidad que retrata sobre el problema de la vivienda. Sin alzar la voz, su mensaje llega alto y claro.

A pesar de mantener el listón alto de principio a fin, dos canciones merecen una mención especial. La primera es ‘Passar Pantalla’, un tema cantado en euskera y catalán, que seguro que, sin ganas de hacer spoilers, hará soltar una lagrimilla a los fans de Berri Txarrak; esperemos que anime a Gorka a sacar algo pronto. La segunda es la sorprendente ‘Conmigo’, donde sus voces se funden en un manto de sintetizadores antes de invitarnos a la pista de baile en un memorable fin de fiesta. Es el broche de oro a un disco que te hará bien escuchar. Y parafraseándolos, «esto no es ningún consejo, es más bien información».

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