Desde que ‘Slaughter The Martyr’ abre el nuevo disco de Machine Head con un delicado arpegio acústico y Robb Flynn cantando con su voz más solemne, uno tiene la sensación de que la banda te está diciendo, ‘Ey, presta atención porque estás ante un disco importante’.
Esta impresión todavía se acentúa más cuando en el minuto tres da un giro absoluto con un riff colosal y Flynn empieza a gritar el título de la canción. A partir de ahí nos adentramos en lo que podría ser un resumen de toda su carrera con partes groove, un estribillo melódico, impecable ejecución, estelares solos de guitarra y un final que nos devuelve a la calma inicial.
No sé si porque Øf Kingdøm And Crøwn es su décimo álbum, porque Flynn sentía que tenía algo que demostrar en su primer trabajo tras la salida de Phil Demmel y Dave McClain, o por el parón de la pandemia, pero Machine Head vuelven a sonar como si tuvieran hambre.
La thrashera ‘Choke on the Ashes of Your Hate’ y la aún más salvaje ‘Becøme The Firestørm’, a pesar de un curioso coro en falsete, no dan tregua y dan fe del descomunal trabajo de Navene Koperweis (ex Animals As Leaders, Entheos) a la batería consiguiendo que en cada redoble te explote la cabeza a base de técnica y agresividad. Mucho tendrá que sudar Matt Alston para poder replicar sus partes en directo.
Otro que brilla es el nuevo guitarrista Wacław ‘Vogg’ Kiełtyka de Decapitaded. Su variedad en los solos combinando partes muy melódicas de heavy tradicional con digitación vertiginosa aportan un toque de clase y calidad extra a los temas. Si buscaban un revulsivo, desde luego lo han encontrado en el polaco.
Pese a tratarse de su primer álbum conceptual, aparentemente inspirado en la serie de anime Attack On Titan, la verdad es que las letras tampoco se apartan demasiado de las habituales diatribas de Flynn. Poco importa, porque ante temazos como ‘Unhalløwed’, donde suenan como si los Metallica de Load hicieran metal progresivo, o el doble punch de las brutalísimas ‘Bløødshøt’ y ‘Røtten’, con un Flynn sacando toda la mala leche como si todavía fueran los 90, lo que dice queda en un segundo plano ante cómo lo dice.
Pese al gran trabajo que se nota que hay detrás, en un disco que dura una hora era casi imposible que no hubiese algún bajón, y aquí los encontramos en la balada ‘My Hands Are Empty’ con un coro repetitivo al estilo de ‘The Chant’ de Gojira que resulta bastante cansino, o en la parte melódica de ‘Kill Thy Enemies’ que jode lo que, por otra parte, es un gran tema con un riffaco que te dobla la espalda. Tampoco me acaba de convencer el final con la épica ‘Arrøws In Wørds From The Sky’, un tanto previsible pese a contar con un solo de ‘Vogg’ exquisito.
Aun con el riesgo de que pueda cambiar de opinión, ahora mismo no creo que Øf Kingdøm And Crøwn alcance la categoría de clásico como Burn My Eyes o The Blackening, pero lo que sí tengo claro es que estará en los puestos más altos en los rankings de su discografía que se hagan en el futuro. Y eso, después de más 30 años de carrera, tiene mucho mérito.
DAVID GARCELL
