Hace apenas tres de años la idea de escuchar un nuevo disco de Madee era más un deseo que una posibilidad real. Ramón Rodríguez parecía totalmente centrado en su carrera como The New Raemon, y tras 14 años de inactividad, posiblemente la mayoría de sus fans habían perdido la esperanza.
Pero de manera totalmente inesperada, en 2021 la banda catalana resucitó no con uno, sino con dos álbumes muy notables, y ahora llega un tercero que es incluso mejor. Como tantos otros trabajos que estamos escuchando en la actualidad, cada uno de los componentes trabajó en sus partes en solitario, y su colaborador Mark Swanson mandó algunos de sus poemas desde Estados Unidos. La química entre todos ellos no se resiente en absoluto, y si gracias a esta metodología de trabajo podemos seguir disfrutando de su música, bienvenida sea.
Teniendo en cuenta la cercanía temporal de estos tres últimos trabajos es lógico que musicalmente no encontramos grandes sorpresas, pero lejos de verlo como algo negativo, lo considero un testimonio de su consistencia y del buen momento creativo que atraviesan. En todo caso, se aprecia algo más de luminosidad e inmediatez, sin perder esa sobriedad que les caracteriza. Bastan un par de escuchas para que los estribillos de ‘Happy Hour In The Forest’ o ‘Live In My Words’ se archiven en tu librería mental de melodías a tararear mientras paseas.
¿Su disco más pop? Posiblemente. Sin pretenderlo, Madee se han alejado de un poco de la languidez de Echo & The Bunnymen para acercase a Death Cab For Cutie, dejándonos una ristra de grandes canciones como ‘My Father’s Footsteps’, ‘Double Helix’, ‘Calling Collect’, ‘Conundrum’ o la preciosa ‘An Introduction To A Feeling’.
A lo largo de todo el álbum la exquisitez de los arreglos de guitarra de Capi y Adam Vives se integran con los teclados de Marc Prats creando un efecto sinfónico a la que la vibrante sección rítmica de Pep Masiques y Antonio Postius añade pegada y tensión. Y planeando por encima, Ramón Rodríguez se vuelve a reivindicar como uno de los mejores intérpretes de nuestro país; hasta nos regala uno de esos guiños a su amigo Jeremy Enigk alcanzando registros más agudos en ‘An Observer’.
Por el contexto, por su forma de funcionar, Madee es uno de esos grupos destinados a habitar en su propio espacio, sin obsesionarse por encajar en ninguna escena, ni hacer demasiados esfuerzos para llegar a más gente. Pero que eso no te impida acercarte a ellos, porque el esfuerzo tiene recompensa.
JORDI MEYA