Aunque me alegro de que a Ramón Rodríguez le vaya tan bien con su carrera como The New Raemon, todavía lo hago más que por fin tengamos un nuevo disco de Madee entre las manos. Si bien hubo un amago de reunión en 2014, de la que sólo salió el single ‘Age Of Ruin’, nada menos que 14 años hemos tenido que esperar para que estos viejos amigos, y uno de nuevo, Antonio Postius (ex Mourn, Gyoza), quien sustituye a Lluís Cots a la batería, se hayan decidido a grabar un álbum juntos.
No es que durante este tiempo no hayan salido buenas bandas por aquí, pero costaría encontrar una con una sensibilidad tan especial como la de Madee. A la suya hay además que añadir la de Mark Swanson, poeta y fotógrafo estadounidense, a quien conocieron a través de Jeremy Enigk, responsable de escribir los textos de estas doce nuevas canciones. Así Eternity Mingled With The Sea se revela como un trabajo colaborativo en el que todos los miembros han participado de su composición aprovechando el confinamiento.
Sin embargo, pese a la distancia física entre Swanson y la banda, y temporal, respecto a su anterior L’Antartica (2007), el álbum suena con una familiaridad y cercanía que reconfortan de inmediato. Diría que más que nunca, el grupo se ha preocupado por hacer un disco de canciones, en el que su innegable talento para tejer arreglos interesantes está al servicio de las melodías.
Aunque en la inicial la ‘Caldera’, y más tarde en ‘The Hunting Party’, muestran el ímpetu de sus inicios, la mayoría de temas optan por una mayor contención y elegancia. Su sonido conecta la herencia de grandes nombres de los 80 (U2, Peter Gabriel, Simple Minds, The Cure) y el emo de los 90 (Sunny Day Real Estate, Elliott) en sugerentes medios tiempos en los que la intensidad no se mide por el número de decibelios. ¿Será eso lo que hace que ‘Blanchard Avenue Blues’, ‘The Way Home’ o ‘Night Of The New Moon sean tan especiales?
Un retorno por la puerta grande, aunque esperemos que no necesiten de otra pandemia para volver a reunirse.
MARC LÓPEZ