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MAMMOTH WVH – ‘Mammoth II’

Un peldaño por encima de su debut.

Apedillarse Van Halen y dedicarte al rock es como llamarte Messi y querer ser futbolista: hagas lo hagas, siempre saldrás perdiendo. Pero para lo mal que lo tenía, Wolfgang Van Halen está tirando adelante su proyecto mejor de lo que cabía esperar.

Aunque no hay entrevista en la que no mencione a su padre, también porque no hay periodista que no le pregunte por él, la sensación es que Wolfie no ha explotado su linaje ni tampoco ha entrado en ninguna de las polémicas inherentes al mundo Van Halen, dejando siempre claro que es su tío Alex quien tiene la última palabra en cualquier cosa referente al grupo. Wolfie se ha dedicado a grabar, tocar y poco más. Y la única vez que se ha atrevido a interpretar dos temas de Van Halen, en los conciertos homenaje a Taylor Hawkins, lo hizo tan bien, que dudo que haya un solo fan que se atreva a criticarle.

De hecho, parece que la participación en ellos destara algo en el interior del músico porque en el segundo álbum de Mammoth WVH se ha quitado cualquier complejo que pudiera tener y se muestra muy suelto en los solos de guitarra, mucho más flashies y atractivos que en el primero.

Tanto formal como estilísticamente, Mammoth II es una continuación en toda regla de su debut. De nuevo Wolfie se ha hecho cargo de todos los instrumentos, lo cual ratifica que lleva la musicalidad en su ADN, y como vocalista va más que sobrado con un timbre de voz parecido al del admirado Myles Kennedy. Pero lo que lo sitúa un peldaño por encima del anterior son las canciones.

Combinando elementos del hard rock clásico (‘I’m Alright’, ‘Earse Me’), del AOR (la balada ‘Waiting’), del rock actual a lo Foo Fighters (‘Like A Pastime’), Alter Bridge (‘Take A Bow’), del emo rock (Jimmy Eat World podrían hacer una versión de ‘Miles Above Me’ sin despeinarse) e incluso del prog (‘Optimist’), Wolfie ha creado un disco bien equilibrado y con garra que puede gustar a prácticamente cualquiera que haya escuchado rock desde los 80 en adelante. Eso sí, el material sigue sonando un pelín genérico, lo que hace que, de momento, todavía le siga valorando mejor como ejecutor que como creador.

JORDI MEYA