Dudo que Marilyn Manson se haya jugado tanto como se juega con este disco. Su decimosegundo álbum de estudio llega después de las graves acusaciones de abusos y agresiones sexuales por parte de múltiples mujeres que han salido a la luz en los últimos años y le convirtieron en un apestado dentro de la industria musical.
Inevitablemente, la vuelta de Manson pone sobre la mesa una vez más el eterno debate entre la separación de la obra y el artista. ¿Deberíamos seguir publicando contenidos sobre él o no? ¿Hacerlo valida de alguna manera su comportamiento? ¿Es posible juzgar sus nuevas canciones sin estar condicionado por todo lo que le rodea? Cada cual tendrá su posición, y todas me parecen respetables, pero creo que, si somos totalmente sinceros, es casi inevitable que todos caigamos en contradicciones y crucemos la línea roja que racionalmente nos hemos marcado.
El tiempo dirá cómo se resuelven todas esas denuncias en los juzgados, pero, de momento, Manson sigue siendo un hombre libre y parece que con ganas de recuperar el terreno perdido. Después de años en el que físicamente parecía una versión oscura del Elvis gordo y se había convertido en un generador de memes, Manson vuelve a lucir un aspecto más ‘saludable’, y por los vídeos que hemos podido ver de sus actuales conciertos, ha recuperado su voz, presencia y motivación.
De la mano de su productor de confianza Tyler Bates, quien se hace cargo de todos los instrumentos a excepción de las batería que mete Gil Sharone, Manson nos ofrece una colección de nueve canciones en la que como ocurría en el anterior We Are Chaos (2020) se aprecia la voluntad de salirse algo de su sonido más característico, pero acaba cayendo en algunos de sus clichés. Entre lo más efectivo encontramos la inicial ‘One Assassination Under God’, un medio tiempo con una atmósfera más cinematográfica y un Manson cantando con una voz más limpia, a medio camino entre Depeche Mode y Rammstein, ‘No Funeral Without Applause’, que parece un remake de su versión de ‘Sweet Dreams’; ‘As Sick As The Secrets Within’ o ‘Death Is Not A Costume’, con una guitarra muy The Cure.
Menos atractivo resulta cuando se pone más duro como en ‘Nod If You Understand’, con un riff machacón a lo Ministry, o en ‘Sacrilegious’, otro intento fallido de escribir un nuevo ‘The Beautiful People’, o cuando recurre de nuevo al rollito disco after punk de ‘Meet Me In Purgatory’. No es que sean un desastre, pero la sensación es de haberlas oído ya antes y mejor.
En las letras, Manson se presenta en todo momento como víctima de un complot para hundirle con versos como «Todo el mundo se presenta a la ejecución, pero nadie muestra su cara para dispararte en la nuca y llamarlo un sacrificio», «Es hora de derrotar a los matones y quitarme la diana de mi espalda. Mi bandera roja (red flag) es tu bandera blanca empapada de sangre» o «Cuanto más grande es la estrella, más violenta es su caída». Debe tener la conciencia muy tranquila, o directamente ser un psicópata, para no cuestionarse en ningún momento si ha sido su comportamiento el que le ha llevado a esta situación. Desde luego, hubiera sido mucho más interesante que hubiera escrito una obra desde la duda o el arrepentimiento que no desde las ansias de venganza.
One Assassination Under God – Chapter 1 es un disco más que correcto que no desmerece al lado de sus últimos trabajos The Pale Emperor (2015) y Heaven Upside Down (2017) y We Are Chaos, pero no es el gran retorno que necesitaba para que el mundo se olvide de sus pecados.
JORDI MEYA