Si habeis leído la entrevista que publicamos recientemente con Buzz Osborne, sabréis que éste ironizaba con cierta sorna, diciéndome que no sabía a qué me refería cuando le decía que en Working With God las canciones eran más directas… Aunque tampoco lo negó.
Y es que si intentamos imaginarnos a los Melvins más convencionales, no estarían muy lejos de lo que podemos oír en éste, su vigesimocuarto álbum de estudio. Las propias limitaciones que comporta la versión del grupo que lo ha grabado, con Dale Crover dejando las baquetas por el bajo, y Mike Dillard su primer batería -ya retirado y que sólo sale de su refugio para tocar ocasionalmente con Osborne-, ya dan pie a que lo que pueda salir de aquí, esté lejos de la complejidad y experimentación que emanan otras encarnaciones de Melvins, con músicos mucho dotados y abiertos a toda clase diabluras sónicas
Working With God empieza con una revisión, muy ortodoxa, del clásico de The Beach Boys, ‘I Get Around’, rebautizado como ‘I Fuck Around’, que ya marca la línea de lo que va a ser el álbum. No es que esto sea un fiesta surf rock, pero definitivamente canciones como ‘Bouncing Rick’ o ‘The Great Good Place’ invitan al headbanging más clásico… Joder, si hasta nos encontramos toques de glam peleón en ‘Brian, The Horse-Faced Goon’.
Y ojo, que tampoco nadie se lleve al engaño. La voz de Osbourne y sus primitivos riffs duros como piedras (‘Hot Fish’, ‘Caddy Caddy’) siguen teniendo un gran protagonismo, pero sin duda la poco más de media hora que dura el álbum y su intención de hacer un trabajo más accesible dentro de los estándares de Melvins, hacen de Working With God uno de sus discos más disfrutables en mucho tiempo.
Si hace tiempo que habías pasado por alto sus obras, éste puede ser un buen momento para reengancharte.
RICHARD ROYUELA