El efecto mantra que logra Immutable, el noveno álbum de Meshuggah, es sensacional. Salvo contadas excepciones, no hace falta ni revisar el track, conocer cómo se titula esa canción que suena, porque valga la redundancia, esta obra avanza y avanza inmutable, arrastrándote hacia la nueva nebulosa distópica que ha creado el quinteto sueco.
Atronador se despierta ‘Broken Cog’, el primer corte de un álbum que apuntillará tus altavoces gracias a una grabación en los Sweetspot Studios de Halmstad, Suecia, esa mezcla de Rickard Bengtsson y Staffan Karlsson, y el master del multipremiado Vlado Meller (Metallica, RATM, Red Hot Chili Peppers, System Of A Down). No quiero ni pensar el duro examen que supondrá para cualquier aguja escalar estos surcos, más pronunciados que el Everest.
No tardas en preguntarte qué diablos ocurre aquí con ‘The Abysmal Eye’, donde el batera Tomas Haake se encarga de remarcar ese ya clásico medio tiempo sincopado para que, también, un tradicional punteado gaseoso te desquicie. Para somanta de palos, la que nos dan en ‘Phantoms’… Cielo santo, qué manera de golpear al personal.
Prosiguen con ‘Ligature Marks’, que deberían venderla a peso, y el zarandeo no cesa vía ‘God He Sees In Mirrors’. ‘They Move Below’ puede parecer una alternativa de inicio, pero su naturaleza instrumental te conduce a un estado de ensoñación que ‘Black Cathedral’ convierte en pesadilla. Tampoco sin voz alguna, pondría la mano en el fuego que es un guiño absoluto a todas estas nuevas formaciones de black death que también abusan de los graves.
Estas dos canciones, más la final ‘Past Tense’, inciden en que lo más remarcable de este álbum es la capacidad de Meshuggah para absorberte los sesos durante una hora larga sin acelerar ni mostrar nada más que no sean sus veteranas maquinaciones. Ya lo dijeron al anunciar la salida de este trabajo: a sus 50 tacos, ya no van a cambiar, ya no van a experimentar con un estilo de por sí volátil.
Más de tres décadas después, con Fredrik Thordendal recuperado, siguen demostrando que lo suyo es como la Coca-Cola: una fórmula mil veces imitada, pero con un sabor único nunca igualado. Immutable es duro, rocoso, excéntrico, antipático, hipnótico, ensordecedor. Reitera y reitera, pasándose por el aro modas y playlists.
Si te aburre es que no estabas preparado. Totalmente Meshuggah.
PAU NAVARRA