Transgresores como nunca, Metz abordan con creatividad y valentía su siguiente paso hacia la trascendencia. En su desarrollo vital como banda, los canadienses han ido dejando su huella bien marcada, así que aunque su declinación hacia un sonido más accesible en su quinto disco pueda enfadar a los fans más acérrimos, era tan inevitable como necesaria.
Cuatro años más tarde del que posiblemente es su mejor trabajo, un Atlas Vending (2020) claustrofóbico, catártico y triunfal, Metz regresan con un disco que juguetea vigoroso en la fina linea que separa varios estilos como el noise rock, el post hardcore y el rock alternativo en lo que podríamos resumir como un álbum de art rock en el que se alejan de la crudeza ruidista para regalarnos su obra más melódica.
Up On Gravity Hill destaca por el contraste entre una primera mitad realmente increíble en la que la banda nos muestra todo su poderío compositivo con canciones menos musculosas y más detallistas como ‘Glass Eye’, con una segunda mitad más arriesgada, pero menos memorable. En ‘Light Your Way Home’ resuelven bien su incursión en el shoegaze paisajístico, a coste de perder algo de personalidad.
Temas como ’99’ y ‘Superior Mirage’ son dos buenos ejemplos de este pequeño, pero significativo, cambio de rumbo para que la melodía y el registro vocal sean más atractivos sin perder un ápice de calidad ni de esa esencia punk que podemos oler entre lineas.
Up On Gravity Hill es un disco conciso (8 cortes en 34 minutos), pero trascendental. Y me gusta incidir en este concepto, pues tengo claro que con el tiempo acabará siendo visto una piedra angular en la carrera de los de Toronto. Un disco bisagra que les acabará de posicionar en el sitio que hace varios lustros merecen.
BETO LAGARDA