Dentro de la carrera de un artista, este tiene la misión de encontrar la motivación necesaria, venga de donde venga, para seguir creando y expresándose. Es muy común que la inspiración se deba a experiencias negativas o a la necesidad de rebelarse contra algo. Pero cuando todo te sonríe en la vida, es difícil que tengas cosas interesantes que contar.
Gracias a sus tres primeros trabajos (especialmente con Love & Hate y el homónimo de 2019), Michael Kiwanuka se había asentado como un músico de éxito respetado por la prensa. Su forma de aproximarse al neo soul con un enfoque tan personal le hizo ganarse rápidamente la reputación de ser un personaje casi intocable al que costaba encontrarle una mala crítica. Ni tan siquiera su escalada hacia las posiciones de privilegio de los grandes festivales pareció cambiar el perfil bajo de este hijo de inmigrantes ugandeses. Hasta su compromiso por la lucha racial se comunica de una manera sutil, sin querer hacer bandera de ello explícitamente. Kiwanuka es tan solo un tipo normal haciendo música con una sensibilidad especial. Cero artificios y mucho oficio.
Siguiendo con esa actitud discreta que le caracteriza, el inglés no ha tenido prisa ninguna en ofrecer nuevo material. Así resulta que Small Changes llega un lustro después de su anterior entrega. Cinco años en los que cabría esperar que trajera algo nuevo que añadir a una trayectoria de la que todavía se esperan capítulos sorprendentes. Sin embargo, en todo este tiempo Kiwanuka se ha convertido en un padre felizmente casado, se ha mudado lejos de la gran urbe que representa Londres y disfruta del reconocimiento por su trabajo. Ante semejante perspectiva, uno piensa qué esos “pequeños cambios” a los que hace referencia en el título son incluso aún menos significativos de lo que da a entender.
De entrada, debemos advertir que la posibilidad de encontrar algunos singles tan inmediatos como ‘You Ain’t The Problem’, ‘Hero’ y ‘Black Man In A White World’ o cortes de la profundidad de ‘Cold Little Heart’ se ha esfumado por completo. En lugar de seguir avanzando hacia adelante, nuestro hombre ha optado por echar el ancla a tierra y no moverse ni un milímetro de las coordenadas en las que tan cómodo se encuentra. Y está en su derecho de hacerlo, faltaría más. Pero a este cuarto esfuerzo se le nota carente de la ambición y el riesgo que sí había demostrado en el pasado.
La aperturista ‘Floating Parade’ deja claro que Kiwanuka tiene todas las herramientas a su disposición. Ahí están los coros marca de la casa, exquisitos arreglos de cuerda y una base rítmica que navega plácidamente sin sobresaltos, marcando la pauta por la que transitarán el resto de composiciones. Es este el principal problema del álbum. Todo está ejecutado e interpretado de manera excelente, pero las canciones no te conducen a ningún lugar, sino que más bien optan por permanecer en el mismo lugar, estableciendo una ambientación agradable pero que a la larga provoca algún que otro bostezo.
La producción a cargo de los habituales Danger Mouse e Inflo apuesta casi por el minimalismo y no recargar la atmósfera más de la cuenta. Eso se traduce en que el solo de guitarra de ‘Small Changes’ se componga de apenas un par de notas, que la melodía de piano en ‘Rebel Soul’ se baste para conducir el ritmo plácido de la canción, o que el sintetizador de ‘Follow Your Dreams’ llame la atención por ser el único elemento que suponga una ligera novedad. El momento más atrevido vendría a ser las dos partes de ‘Lowdown’, con un segundo acto en el que vuelven aparecer los ecos pinkfloydianos con un punteo de guitarra a lo David Gilmour. Hasta eso suena como un recurso familiar y acomodado.
‘One And Only’, ‘The Rest Of Me’ y ‘Live For Your Live’ sobresalen ligeramente por sus bonitas melodías, pero no son suficientes para levantar un disco en el que los instantes destacables aparecen a cuentagotas. Puede que Small Changes sea de esos casos a los que el paso del tiempo le acabe beneficiando, o que (al igual que pasa con sus directos) uno necesite del contexto y situación adecuados para disfrutar de él en plenitud, pero no puedo evitar pensar que Kiwanuka ha pecado de amarrategui cuando tenía la victoria en su mano.
GONZALO PUEBLA
