Si hay alguien que esté legitimado para haber recogido el testigo de Tom Petty después de su muerte, más que su propia familia, es Mike Campbell. Al fin y al cabo él y su guitarra estuvieron a su lado desde sus modestos inicios en Florida con Mudcrutch hasta convertirse en una de las leyendas del rock americano arropado por The Heartbreakers.
Habiendo estado tan unidos a lo largo de casi cinco décadas es normal que, casi por osmosis, su identidad musical fuera prácticamente la misma. Juntos compusieron clásicos como ‘Refugee’, ‘Here Comes My Girl’, ‘You Got Lucky’ o ‘Runnin’ Down A Dream’, e incluso cuando Petty decidió tirar en solitario, se llevó a Campbell con él. De ahí que en External Combustion, su segundo álbum junto a The Dirty Knobs, el espíritu de Petty esté permanentemente revoloteando.
Se nota en su timbre de voz nasal, en las inflexiones y fraseos, en las melodías… en todo. De hecho, te dicen que ‘Wicked Mind’ o ‘Electric Gipsy’ son joyas inéditas de los Heartbreakers y colaría. Lo cual es una gran noticia para los fans de Petty, pero al mismo nos recuerda su gran pérdida. Porque a pesar de la maestría de Campbell, también queda claro, escuchando el disco entero, que quien estaba tocado por esa varita mágica de unos pocos privilegiados era el otro.
Lo que también se pone de relieve es que mientras Tom tenía cierta inclinación más pop y con la edad tendía a la introspección, Campbell nunca ha perdido las ganas de rockear. Aquí se deja llevar y se desata como en esa jam final de ‘External Combustion’, en el riff rock de ‘Dirty Job’ a dueto con Ian Hunter, y le da a la slide que da gusto con toques de blues texano.
Este es un disco donde las guitarras mandan y los arreglos son mínimos. Apenas unos vientos en la balada country ‘State Of Mind’ cantada a medias con Margo Price o el piano juguetón de ‘Lighting Boogie’ embellecen un trabajo pensado para que la banda se plante en cualquier garito de la Ruta 66, se enchufe, y empiece a tocar. Quién los pillara.
JORDI MEYA