Si algo funciona, no lo estropees. Esa lección es la que debieron de aprender Millencolin viendo la buena acogida que tuvo su anterior True Brew. Tras una espera de varios años de silencio discográfico, aquel álbum recuperó la vertiente más veloz de los suecos en detrimento de sus fallidos experimentos en Machine 15.
Así pues, a la hora de darle continuidad estaba claro que la idea era repetir la misma jugada sin variaciones. Y esto es algo que juega tanto a favor como en contra para entrar a valorar SOS. Por un lado, no hay sorpresas y nos vamos a encontrar con un álbum de puro punk rock con todos los clichés del género; baterías tupa-tupa, riffs sencillos pero efectivos, armonías vocales a varias voces… Nada que no hayamos escuchado antes en cientos de discos. Pero lo cierto es que tras escuchar cortes como ‘Trumpets & Poutine’, ‘Reach You’ o la punk popera ‘Do You Want War’, se nos dibuja una sonrisa en la cara. Entonces, ¿dónde está el problema?
Pues precisamente en esa sensación de piloto automático, de miedo a no salirse ni un centímetro de las líneas marcadas ni arriesgar aunque sea un poquito. También es verdad que cuando aparece algún toque novedoso como el horrible autotune del estribillo de ‘Yanny & Laurel’ uno casi se lleva las manos a la cabeza ante tan innecesario despropósito. Así que casi mejor dejar las cosas como están.
En definitiva, Millencolin vienen a ser ahora mismo como ese skater cuarentón que hace tiempo que no pilla la tabla y que cuando intenta probar un truco nuevo le sale el tiro por la culata, pero aún es capaz de grindear con en sus mejores días.
GONZALO PUEBLA