El delicioso nuevo trabajo de Momma, el último fichaje del sello Polyvinyl Records, evoca la maravillosa década de los 90. Escuchándolo me vino a la cabeza un artículo sobre la llamada pseudo-nostalgia a raíz de fenómenos como la serie Stranger Things, esto es gente joven hechizada por una visión romantizada de un estilo de vida (en este caso, los 80) que no pudieron experimentar sencillamente porque todavía no habían nacido.
Algo de eso hay en la propuesta de las jovencísimas Etta Friedman y Allegra Weingarten, las dos amigas al frente de Momma. Son hijas de los dosmiles, pero se nota que han mamado toneladas de música de los noventas, mucho grunge en su versión más radiofriendly, y quizá por eso Household Name no desentona en nuestra estantería junto al Siamese Dream (1993) de Smashing Pumpkins o el American Thighs (1994) de Veruca Salt.
La banda estadounidense encuentra inspiración musical pero también para sus letras en la última década del siglo XX, cuando todavía se vendían millones de discos. Esos tiempos en los que las guitarras distorsionadas asaltaban las listas de éxitos y los agentes se pateaban los garitos buscando a los nuevos Nirvana. Queda claro ya en el satírico título del disco y en las estrofas del primer adelanto, la explícita ‘Rockstar’: “Yeah, tengo lo que ellos quieren, soy una auténtica estrella de rock”.
Podemos hablar de disco conceptual, y hasta el coche de la portada parece invitarnos a un viaje hacia la fama y el éxito que comienza suavemente con las percusiones de ‘Rip Off’, en el que enseñan una de sus mejores bazas: los juegos vocales de Etta y Allegra, cuyas voces se empastan tan bien que parecen una sola. Se nota que llevan tiempo cantando y componiendo juntas, que este Household Name es su tercer disco.
Volviendo al leitmotiv del disco, en este primer corte se dirigen a un hipotético agente de una discográfica con descaro: “Estoy esperando tu llamada / Quiero ser tu ‘next big thing’ / ¿Se lo has contado a tu jefe?”. Y rematan con un “nos conocerán en todos los Estados”, dejando claro que están preparadas para recorrerse todo el país en su vieja furgoneta.
Por si fuera poco evidente el planteamiento del disco, en la acelerada ’Speeding 72’ escuchamos como arrancan el motor de un vehículo. Exceso de velocidad, el viento en la cara, ‘Gold Soundz’ de Pavement sonando a todo volumen en la radio y el cenicero lleno en una canción con el ritmo de ‘1979’ y un punteo de guitarra adictivo de la escuela James Iha. Rock alternativo en su versión más amable.
No será un camino de rosas y no podía faltar algo de drama. Lo encontramos en la nirvanesca ‘Medicine’, una historia de corazones rotos y sustancias con un estribillo reparador, y sobre todo en ‘No stage’, que relata en primera persona una caída al abismo después tocar el cielo con los dedos. “Cuando odie en lo que me he convertido / Seré valiente y compraré un arma”. No hace falta que nos digan en quién estaban pensando, ¿verdad?
Snail Mail, Chastity, Wet Leg… Muchas bandas actuales me transportan a los noventa, pero pocas son tan fieles musical y estéticamente como ellas. Momma huelen a espíritu adolescente y sus composiciones transmiten una melancolía infinita.
LUIS BENAVIDES
