Sobra decir que No Sleep Til’ Hammersmith, que este año cumple su 40 aniversario, es uno de los discos en directo más celebrados de la historia del rock, editado, además, en un periodo donde los live albums podían significar el punto de inflexión en la carrera de una banda.
Motörhead no fue una excepción, siendo éste su único trabajo que llegó al número 1 en Inglaterra en toda su carrera, y que culminaba una etapa de reinado y esplendor durante los dos años anteriores en Reino Unido y Europa. Desde entonces, la banda las ha visto de todos los colores, pero es obvio que cuatro décadas después, esa primera formación clásica de la banda -de la que no queda ya ningún componente vivo- y sus primeros álbumes se nos antojan más influyentes que nunca. Lógico, ya que pocos legados se han mostrado más impermeables al paso del tiempo que el de Motörhead.
Hablando del álbum en sí, atronador era entonces y atronador es ahora. Editado como una especie de grandes éxitos en directo de la banda, en aquel momento siempre se apuntó como único punto flojo que No Sleep… no fuera un álbum doble. Pero la energía que emanaba la banda en aquellos días no daba para largos conciertos, y no había material suficiente para llenar cuatro caras. Tan sencillo como eso.
Tras varias reediciones a lo largo de los años, por fin podemos disfrutar no sólo del álbum original, de nuevo, sino por primera vez, de manera oficial, tenemos conciertos enteros de aquella gira histórica: uno en Newcastle en la edición sencilla del álbum y dos más (la primera noche en Newcastle y la otra en Leeds) en la caja Deluxe. Poco se puede decir cuando tenemos a Lemmy y los suyos en el punto álgido de carrera, en ese momento invencibles, y disfrutando de su estatus de la banda más ruidosa del mundo. Además, ni una sola de sus canciones bajaba del notable.
Poder escuchar cómo convivían temas como ‘Bite The Bullet’ o ‘Too Late Too Late’ junto a sus clásicos imperecederos como ‘Ace Of Spades’ o ‘Bomber’, por citar dos de una larga lista, es toda una gozada. Esta reedición muestra una vez más que el legado de Motörhead ya ha superado todos los obstáculos y que su historia ha sido una con final feliz. La justicia poética que alguien como Lemmy merecía.
RICHARD ROYUELA