Cuando hace dos años editaron su debut homónimo, parecía que Moura estaban destinados a convertirse en toda una sensación dentro de nuestro underground. ¿Una formación con miembros de Guerrera, Holywater y Lüger mezclando rock progresivo con música folklórica gallega? Había que escucharlo para creerlo.
Aunque tuvo una buena acogida por parte de los medios especializados, el COVID les frenó a la hora de realizar una presentación en vivo como sin duda su propuesta merecía. Y también porque no decirlo, la densidad de sus canciones (recordemos que su primer disco se componía de cuatro piezas por encima de los 7 minutos de duración cada una) podía hacer que a algunos les costara animarse a descubrirles.
Quizás conscientes de ello, o tal vez con el ánimo de no repetirse, los coruñeses comenzaron a tomar nota con ese single titulado ‘Muiñeira Da Maruxaina’ que apareció en Grados. Minutos. Segundos, la caja recopilatoria de su disquera, Spinda Records. Mayor concreción y pegada sin renunciar a su estilo característico. Ese era el camino a seguir.
Y en cierto modo eso es exactamente lo que nos encontramos en Axexan, Espreitan, un segundo LP en el que los cortes se han duplicado al tiempo que su longitud más breve facilita la labor de asimilación. Pero al contrario de lo que ocurre con Derby Motoreta’s Burrito Kachimba (otra banda contemporánea que ha revolucionado la fórmula del rock y los sonidos autóctonos), Moura no buscan tanto el dar con canciones en el sentido clásico del término, sino de sumergirte en una experiencia sonora sin igual.
A ello ayuda que todos las canciones vayan hiladas una detrás de otra consiguiendo una escucha totalmente inmersiva. El zumbido de los sintetizadores a lo Blade Runner de ‘Alborada Do Alén’ (podría pasar como un homenaje no intencionado al recientemente fallecido Vangelis) te van dirigiendo hasta el ‘Romance De Andrés D’Orois’. Ahí el imponente cántico de Diego Veiga te atrapa a través de una murder ballad en la que relata el asesinato de su bisabuelo a manos de dos ladrones a principios del siglo XX. Esta conjunción de historias ancestrales y rock psicodélico son el leitmotiv por el que discurre el álbum.
No solo son capaces de crear escenas con sus letras. En la instrumental ‘Pelerinaxes’ logran sugerir toda la imaginería de las leyendas galaicas con una macedonia sónica en la que tienen cabida violines, ecos de trompetas, saxofones, percusiones, cálidas acústicas y teclados que finalizan con las guitarras a plena potencia. De ahí saltamos al kraut rock de ‘Baile Do Dentón’. Como si de unos Black Mountain a la gallega se tratase, nos invitan a otro viaje de LSD. No en vano, su texto hace referencia a las alucinaciones provocadas por el cornezuelo del cereal de centeno, conocidas comúnmente como Fuego de San Antón. La outro con gaitas da por finalizada una primera mitad ya de por sí notable.
La cara B arranca despertando su vertiente más folklórica y lisérgica. Y es que con ‘Alalá Do Abellón’ llegarás a sentir que estás al lado de una hoguera rodeado de druidas y hechiceras realizando un ritual a golpe de tambores y cánticos fúnebres. Más agradable resulta el ‘Encontro Cunha Moura Fiadeira En Dormeá’ hasta que se torna en un pasaje retorcido con los teclados como protagonistas. Y ‘Lúa Vermella’ juega entre la dualidad de su apacible inicio acústico con un final agónicamente doom.
Esta vez sí, Moura han logrado plasmar a la perfección todo su universo a través de un lenguaje propio que exige al oyente poner los cinco sentidos en él. Pocos trabajos más sorprendentes, originales y únicos vas a escuchar este año. Palabra.
GONZALO PUEBLA
