Si eres seguidor acérrimo de Murder By Death, probablemente coincidas conmigo en que a estas alturas los de Bloomington ya han entregado sus dos o tres mejores obras. También es una realidad que el tren del éxito les pasó por delante hace mucho tiempo… si es que alguna vez llegó a pasar.
Pero a pesar de todo, la realidad es que la tropa capitaneada por Adam Turla todavía continúa con vida tras más de 20 años de carrera abrazando convencidos la más absoluta independencia. Lejos de ser una banda que edite discos por pura inercia, se lo han seguido currando ofreciendo a sus fans experiencias tan únicas como poder verles tocar todos los años en su ya habitual residencia en el Stanley Hotel (la mansión de El Resplandor), conciertos exclusivos en cuevas subterráneas, o la posibilidad de visitar su pizzería Lupo en Louisville.
Que Spell/Bound signifique su noveno álbum de estudio (si no contamos el navideño Lonesome Holiday de hace un par de temporadas), da una buena idea de su regularidad. Y si bien su contenido no va a pillar por sorpresa a nadie que ya sepa de su folk rock de aires góticos, se nota que en esta ocasión han intentado agitar un poquito su propia fórmula.
Abren la lata con ‘Get Up’, que viene a ser una de esas canciones que se presentan sin muchas estridencias para que te vayas acomodando en la butaca. Un tema sencillo y bien arreglado por unos teclados y, especialmente, la sección de cuerdas aquí ampliada con la incorporación de la violinista Emma Tiemann, que se suma al imprescindible cello de Sara Balliet.
Después viene ‘Never Be’, donde ya comienzan a desplegar esa clase y elegancia tan suyas con un ligero deje de oscuridad que es marca registrada. Y en la jovial ‘Everything Must Rest’ vuelven a dar en el clavo con un single que haría las delicias de aquellos que echan de menos a los primeros Arcade Fire (me refiero a los que todavía estaban lejos de querer ser los nuevos U2, claro).
Hasta aquí, más o menos lo esperable viniendo de ellos. Pero es a partir de entonces cuando el disco empieza a mostrar sus verdaderas intenciones. Piezas como ‘Riders’ (ojito con ese crescendo final), ‘Incantation’ y ‘When’ no encandilan de primeras, pero por el contrario muestran unas estructuras bien trabajadas. En todas ellas destaca un toque post punk en ciertos tramos que hasta ahora nunca habíamos detectado en su cancionero. Tampoco es que ahora Murder By Death quieran meterse en ese revival, pero si por un segundo eres capaz de imaginarte a unos The Cure en clave folk, lo mismo te harás una idea de por dónde van los tiros.
‘I’ll Go’ se encarga de reconducir el rumbo hacia terrenos más familiares, ya que les acerca a esas sonoridades western repletas de bonitas melodías que tan bien se les dan. Todo ello antes de que cierren con ‘Strange Song’, con la que vuelven a dar con otro desarrollo instrumental dónde las cuerdas toman nuevamente el mando.
Puede que cueste pillarle el truco y requieras de unas cuantas escuchas para ello, pues en Spell/Bound prima más el detallismo que la inmediatez. Pero como suele ocurrir con Murder By Death, es solo cuestión de tiempo que sus discos te vayan ganando con el paso de los días. Y este tampoco es una excepción.
GONZALO PUEBLA