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MUTOID MAN – ‘Mutants’

Totalmente inclasificables salvo que me acepten el término 'metal mutante' como animal de compañía.

Stephen Brodsky debe ser esa clase de persona a la que la mera idea de pasarse una temporada tirada en el sofá sin hacer nada le produce alergia. Conocido principalmente por ser el líder de Cave In, estamos hablando de un músico al que le gusta estar metido en cuantos más fregados, mejor.

Así es cómo en los últimos años le hemos podido ver ocupado con Old Man Gloom relevando en el bajo a su compañero Caleb Scofield fallecido en 2018, saliendo de gira con Quicksand como segundo guitarrista, colaborando junto a Chelsea Wolfe en el sobresaliente Bloodmoon: I de Converge, o publicando uno de los mejores trabajos de la carrera de Cave In como lo fue Heavy Pendulum el pasado curso. Tiempo para aburrirse no ha tenido, desde luego.

Tan liado ha estado el bueno de Brodsky que casi se nos había pasado por alto que Mutoid Man llevaban la friolera de seis años sin entregar nuevas canciones. Para nuestra suerte, el power trío que completan Ben Koller de Converge a la batería y el recién incorporado Jeff Matz de High On Fire a las cuatro cuerdas, está de vuelta dispuesto a proseguir la buena racha.

A pesar del espacio transcurrido, en Mutants sientes que poco o nada ha cambiado en su ADN. A la que suena el riff disonante de ‘Call Of The Void’, y ves como a medida que avanzan son capaces de empaquetar en una misma canción la técnica instrumental de una banda de progresivo con la contundencia de una de sludge metal sin perder de vista las buenas melodías, comienzas a percibir que su fórmula tal vez no sea novedosa, pero sí difícil de encasillar.

Porque sin acabar de reinventar ni mucho menos la rueda, a Mutoid Man les cuesta horrores permanecer quietos en algún cajón de sastre a los que tanto solemos recurrir los plumillas. No hacen thrash metal, pero si escuchas ‘Siphon’ reconocerás la precisión asesina de Slayer. Tampoco practican punk, pero podrían desatar la locura en el pogo con ‘Graveyard Love’. Ni siquiera podrías meterles dentro de un saco tan genérico como el del stoner-doom, a pesar de que ‘Unborn’ pondría a prueba los graves de tus altavoces con una zurra final deliciosamente demencial. A fin de cuentas, ellos son todo eso y mucho más.

Otras muestras de su genialidad las encontramos en ‘Broken Glass Ceiling’, cuyo inicio heavy a más no poder te hará pensar en hachas y dragones hasta que aparezca ese cambio de ritmo (uno de sus puntos fuertes) para dejarte descolocado. O el groove que imprime el bajo en ‘Demons’, por momentos recordando a unos Nirvana más pesados y cortado abruptamente por otro volantazo inesperado. Incluso bajando ligeramente el pie del acelerador (solo un poquito) en ‘Siren Song’, siguen resultando fascinantes.

Por eso, cuando llegas a la final ‘Setting Sun’, donde parece que los propios Cave In se han dejado poseer por los Metallica primitivos de Kill ‘Em All, te das cuenta de que esta panda de bicharracos manejan una carta de recursos inagotable. Totalmente inclasificables salvo que me acepten el término ‘metal mutante’ como animal de compañía y a Stephen Brodsky como uno de los músicos más injustamente infravalorados del underground americano en las dos últimas décadas. Va siendo hora de que se le reconozcan los méritos a este hombre porque la carrera que lleva a sus espaldas es realmente envidiable.

Si eres seguidor de alguno de los nombres anteriormente mencionados, además de otros como Mastodon o Kvelertak (con quienes compartieron gira hace unos años), ya puedes ir enterrando en la playa tu copia del Caribe Mix porque estás ante tu disco del verano.

GONZALO PUEBLA