Al igual que me ocurrió una temporada con Wilco o Pearl Jam, otras dos bandas que me encantan, durante un tiempo desconecté de los nuevos lanzamientos de My Morning Jacket. No tengo muy claro por qué, los escuchaba una o dos veces, pero no invertía lo suficiente para llegar a prestarles la atención que quizá merecían.
Pero pasado este ‘tiempo de descanso’ me apetecía darles una nueva oportunidad y que fueran a publicar su décimo álbum, me parecía la excusa perfecta. Además, el primer adelanto de is, la exquisita balada ‘Time Waited’, me había gustado bastante y reconozco que el hecho que hubieran reclutado a Brendan O’Brien (Pearl Jam, Rage Against The Machine, Springsteen…) como productor también me suponía un aliciente.
Es con esta predisposición positiva que recibo con alegría las primeras notas de ‘Out In The Open’ y su estructura circular en la que nuevos elementos se van sumando a la melodía de voz de Jim James en cada estrofa: una segunda voz, la batería, la guitarra eléctrica… Como si fuera un caballo que pasa del trote al galope en una de esas praderas de Kentucky en las que se criaron, el tema va creciendo hasta que se detiene abruptamente. Es un buen inicio, aunque están a dos pasos de acabar sonando como los Kings Of Leon en modo estadio.
El ritmo sincopado de ‘Half A Lifetime’ enlazado con un estribillo resolutivo y unas líneas de guitarra de aire sureño y el soul pop de ‘Everyday Magic’ prolongan las buenas sensaciones, pero también apuntan a que en is el quinteto se ha enfocado a hacer canciones fáciles de absorber, olvidándose de su faceta más jam band o psicodélica (es significativo que por primera vez ninguno de los temas llegue a los cinco minutos). Para ser una banda a la que un día se les puso la etiqueta de ser los ‘Radiohead americanos’, aquí se muestran totalmente conservadores. Ese temor se confirma con medio tiempos algo insulsos como ‘I Can Hear Your Love’, con una base reggae, ‘Beginning From The Ending’ ‘Die For It’ o la bluesera ‘Squid Ink’, que suena como esos temas de relleno que siempre encontramos en los discos de The Black Keys.
Solo por sus aptitudes y su buen gusto como arreglistas e intérpretes siempre es agradable escucharles, pero de ellos espero mucho más que simplemente me ofrezcan una bonita música de fondo. Por muy placentera que sea la voz de Jim James, ¿de qué sirve si no me hace sentir nada? Posiblemente My Morning Jacket sean incapaces de hacer un disco realmente malo, pero como han demostrado sobradamente en el pasado, también son de hacerlos mucho mejores que este. Puede que me equivoque, pero sospecho que, como su título sugiere, en comparación con It Still Moves, Z o Evil Urges, is será recordado como un álbum minúsculo por parte de una banda mayúscula.
JORDI MEYA
