Justo cuando al fin parecía que Nat Simons había logrado encontrar el camino correcto como cantautora con Lights, decide dar un volantazo en toda regla. Es cierto que con ‘Segunda Piel’ (aquella traducción al castellano de su propia canción ‘The Way It Is’) ya dejaba entrever un más que probable cambio lingüístico. Pero lo que ha conseguido con Felina va mucho más allá.
Atrás ha quedado el americana con el que junto a Gary Louris de The Jayhawks fue capaz de dar forma a su mejor obra hasta la fecha. Ahora aparecen nuevas y variadas influencias (glam, punk, rock alternativo de los 90…) preparando un cocktail que inesperadamente suena todavía más personal de que lo pudiéramos esperar de la madrileña a estas alturas.
En la inicial ‘Televisión’ ya se aprecia la cuidadísima producción con la que Edu Baos (León Benavente) ha rodeado las canciones. «Sígueme, quédate cerca», nos invita Nat en un corte introductorio lleno de misterio y teclados oníricos que en buena parte ya nos advierte del viaje que vamos a realizar. A través de ‘Déjalo Ser’ y ‘Extraña Religión’ (aquí se nota que su amor por Tom Petty no ha desaparecido del todo), vamos siendo testigos de esa transformación a golpe de guitarrazos hasta llegar a un versión desafiante y poderosa de nuestra heroína en ‘Ley Animal’, ‘Big Bang’ (con la colaboración de Anni B Sweet) y esa ‘Finale’ en clave glam.
Se aprecia una intención catártica para con las letras. Biográficas y auto reivindicativas, como en la fantástica ‘Macabro Plan’, la cual apunta a convertirse en una de las favoritas de su cancionero. Sin embargo, ‘Londres’ se muestra como una mirada nostálgica al pasado. Y es que en Felina la realidad y la ficción se entremezclan de tal manera que cuesta distinguir hasta que punto Simons se ha mimetizado con su propio personaje. El cierre con ‘La Despedida’ parece digno de una película de David Lynch, dónde todavía no sabes si realmente has despertado o aún sigues soñando.
Sea como sea, Nat Simons ha sido capaz de cambiar su chaqueta de flecos por otra de lentejuelas, asimilar nuevos sonidos y salir victoriosa de su particular metamorfosis. Un cambio de registro inesperado, pero igualmente brillante que nos hace pensar que su carrera aún puede guardar más sorpresas de las que imaginábamos.
GONZALO PUEBLA