Complicadísimo evaluar esta vuelta de Neaera, ahora sí, con todas las de la ley. Sentimientos encontrados, críticas que, tal como las acababa, las tiraba a la basura… ‘Eso es lo que deberías hacer con todas las que escribes’, pensaréis algunos, pero de verdad, qué difícil me lo ha puesto este álbum homónimo.
Y es que hay que ver cuánto amor se les profesó a estos chicos desde su pequeña parroquia europea… En mi opinión, lo que la prolífica banda de Münster se llevaba entre manos siempre fue muy especial, y desde luego, merecieron mucha mejor suerte. Ante este disco podemos tener dos posiciones bien diferenciadas, y cabe decir que yo he acabado haciendo la vuelta entera para terminar disfrutándolo. Vayamos a lo innegable: el estilo compositivo, incluso la producción, es 100% Neaera.
Esto es lo que el fan acérrimo les exigirá, pero al mismo tiempo, ya que retomas la actividad a pleno rendimiento y llevas siete años sin publicar, ¿en serio no vas a tomar ningún riesgo? ¿Sólo nos aguarda un mero revival?
Ah, es aquí donde me atormentaban las dudas, porque el que espere un ‘algo más’ en este plástico no lo va a encontrar. Pero al final, ¿sabéis qué? Incluso sonando anacrónico, vaya si apetece reencontrarse con ellos, ni que sigan sin alcanzar sus mejores momentos. Todo parece demasiado en su sitio, está claro, pero acabas por no poder resistirte a canciones marca de la casa como ‘False Shepherds’, ‘Carriers’, ‘Lifeless’ o las emotivas ‘Eruption In Reverse’ y ‘Torchbearer’, con esos breakdowns siempre coqueteando con el metalcore. Llega hasta la buenísima ‘Deathless’, y luego hablamos.
PAU NAVARRA