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NoFx, el fin de una época

Esteban J. Girón, guitarrista de Toundra, reflexiona sobre el adiós de NoFx antes de sus conciertos en Barcelona.

No escribo este texto como guitarra de Toundra ni como responsable de prensa de los próximos conciertos de NoFx en Barcelona. Lo escribo como fan y porque estoy emocionado por estos conciertos: triste y alegre al mismo tiempo. Tres conciertos englobados dentro de su gira de despedida, ya que se separan. Recorrerán 40 ciudades para celebrar sus 40 años juntos y luego separarse. En cada concierto de cada ciudad, tocarán 40 temas. Repasarán siempre dos discos clásicos y sus grandes éxitos. Todo un plan perfecto, sobre el plantel, para despedirse de una banda que ha marcado a una generación entera. Que nos ha levantado sobre los suelos, bien en formato crowdsurfing o bien porque esas canciones significan, aún a día de hoy, tanto para tantas miles de personas.

Barcelona será una ciudad muy importante dentro de esta gira mundial. Barcelona será una de las cinco ciudades europeas donde NoFx se despedirán de su público. Además, será la única ciudad, por el momento, en el que Smelly, El Hefe, Melvin y Fat Mike actuarán tres noches. Con diferentes repertorios y diferentes line ups. Apenas quedan unas pocas entradas para el domingo, el día al que yo podré asistir.

Lo he contado infinidad de veces. Me bajé del bus del equipo de fútbol donde jugaba. Veníamos de jugar fuera un sábado. Habíamos perdido. El bus me dejaba en Navia pero mi padre tenía que venir a recogerme para llevarme a nuestro pueblo, Cartavio (un pueblo de 200 habitantes donde viví mi infancia), a ocho kilómetros de aquel punto neurálgico comarcal. Mi padre se había olvidado de venir a recogerme. Ese joven Esteban tenía 13 años. Mario, un chico bastante cool del instituto dejó de patinar, se me acercó y me dio un casette. “Me han dicho que tienes una guitarra eléctrica. Nadie tiene una en el pueblo. Escucha esta cinta y, si te gusta esta música, hacemos un grupo de este rollo”. Aquella cinta era So Long And Thanks For All The Shoes. Seis días después habíamos montado el primer ensayo de Happy Creaper, mi primera banda. En los vestuarios de un polideportivo abandonado.

Desde que conocí a NoFx no he dejado de tocar en bandas. NoFx cambiaron mi vida. Abriendo ese casette se me abrieron las puertas de toda una vida que llevo viviendo casi 23 años. He tocado en decenas de bandas. He conocido a cientos de personas. He tocado en decenas de países, cientos de conciertos. He grabado 8 discos, dos EPs y una maqueta. No he parado de tocar. No he trabajado jamás en ningún sitio que no me permitiese ser libre para tocar siempre que quisiera. Hasta me dedico a lo que me dedico gracias, en parte, a esa “cinta filosofal”. Con 18 años comencé a trabajar en Escri Discos. Con 19 estaba en PIAS, la distribuidora de Epitaph en España.

Cuando NoFx anunciaron su retirada, recuerdo que sentí una alegría por poder ser parte de esta despedida. Y de poder ir a verles. En un principio bloqueé todo el fin d semana en el calendario de Toundra para poder ir a verles en todas las fechas. Pero salieron conciertos y, cómo no, decidí seguir tocando y perderme a mis ídolos. Más adelante, Fat Mike decidió hacer una tercera fecha… yo creo que, en parte, para que le vaya a ver. Gracias Gordo.

A los pocos días, en una de las regulares llamadas que hago con mi amigo Julen, otro fan acérrimo de NoFx, él me comentaba “es el fin de una época, esto significa que algo se acaba”. Y entonces comencé a darme cuenta de lo importante de esta cita. Que NoFx se separen es el primero de los pasos que vamos a ir viendo en los próximos 3, 4 o 5 años. La cita de Barcelona en Julio en el Barnanroll puede que sea le última vez que podamos ver a Dropkick Murphys. El próximo disco de Bad Religion quizás jamás exista. Puede que la última vez que viste a Rancid sea la última vez que hayas podido ver a Rancid. Incluso puede que este verano sea tu última oportunidad de ver a The Offspring… aunque sus discos te den igual desde hace mucho.

Significa que las bandas que marcaron a una generación entera se terminan. Se mueren. Aquellas bandas que nos encerraron en locales de ensayo intentando aprender a tocar rápido. Significa que todas esas bandas cuyos discos, cuyas camisetas, cuyas fotos eran tan difíciles de conseguir en los 90 y en los 2000 en nuestro país (sobre todo si eras de una aldea) van a desaparecer. Significa que estamos calvos gordos… que formamos familias, que tenemos trabajos que nunca quisimos tener… y que, no sabemos cómo, somos más o menos felices. Nuestras vidas han seguido su camino… y estas bandas, que siempre nos han acompañado y han sido un refugio muy importante para nuestra felicidad. Y para mantenernos cuerdos.

¿Cuántas veces habéis marcado la fecha de un concierto de estas bandas en el calendario y habéis quedado con ‘los amigos de aquella época’ para verles en directo? De repente, esa semana todo giraba en torno a (en mi caso) Bad Religion (en mayor medida) o NoFx. Ese mes hacías un repaso por su discografía, releías entrevistas o mirabas artículos nuevos suscitados por su visita a nuestro país.

El punk rock californiano enciende sus últimas luces. Lejos de mirarlo con tristeza, juntémonos con nuestros amigos. Disfrutemos de estos momentos. Despidámonos como se despide una afición de fútbol de su estadio a punto de ser demolido…porque los fondos de inversión que han comprado el club deciden que hay que remodelar todo aquello. Es el mismo sentimiento. Es el despedirse de algo que jamás volverá. De una parte muy importante de tu juventud, la cual podías revivir cada dos, tres o cuatro años.

Vayamos a Poble Espanyol para despedirnos de un artista y su banda que, muchas veces, nos han aborrecido. Pero que muchas más nos han llevado a lo más alto de nuestra borrachera semanal. NoFx cada día me recuerdan más a mi contradictoria pero eternamente amado Real Madrid. El club y la banda de mis amores coinciden en muchas cosas. No sé cómo me pueden seguir gustando, no sé cómo les sigo amando. Hace mucho que muchos de los valores que representan no coinciden con los míos. Otros, sí. Y, en directo, los dos son iguales muchas veces y en muchas citas importantes. Te tragas 75 minutos de auténtica mierda para que en los últimos 15 minutos, le den la vuelta al marcador. Para que en 15 minutos, a través de 3, 4 o 5 chispazos inigualables, te hayan hecho olvidarte de lo anterior y les ames por completo en un éxtasis de fan enloquecido. Y, no sabes por qué, sales de sus partidos y sus directos amándoles más. Consciente de la realidad y consciente de lo que han sido los últimos 90 minutos. Pero sintiendo sus colores más que dos horas antes.

Gracias NoFx por cambiarme la vida. Os quiero mucho.

ESTEBAN J. GIRÓN