Título: Nothin’ But A Good Time: La historia sin censura de la explosión hard rock de los 80.
Autores: Tom Beaujour y Richard Bienstock
Editado por: Neo-Sounds
Como cualquier género musical que se precie, el hard rock de los 80 necesitaba su propia historia oral. Y aquí la tenemos. Hablar del hard rock de los 80, como indica el subtítulo del libro, es un término demasiado genérico, por lo que aclaramos de salida que los protagonistas del libro son aquellos músicos que hicieron del hair metal, y un poco más delante del sleazy, los dos géneros del rock más populares en Estados Unidos durante la mítica década.
Obviamente hablar de hair metal o sleazy es, de nuevo, demasiado genérico, pero creo que con esto ya nos podemos ir entendiendo por donde van los tiros de Nothin’ But A Good Time. El trabajo de los dos autores del libro, Tom Beaujour y Richard Bienstock es encomiable para explicarnos el antes, el durante (que lógicamente se lleva la mayor parte del libro), y el después de un movimiento que logró vender millones de discos, reventó arenas a lo largo del país, y que, en definitiva, marcó a toda una generación, pero que sigue sin tener el reconocimiento o prestigio del que sí disponen otros estilos.
40 años después de que Mötley Crüe empezaran a llenar de riffs pegadizos, letras sexuales y laca el Sunset Strip de Los Angeles, todo ese hard rock sigue siendo considerado como un chiste o, en el mejor de los casos, una anécdota. Apreciación totalmente errónea, desde luego.
La historia está perfectamente construida en el libro, siguiendo una línea temporal, donde no solo los protagonistas de las bandas explican sus propias vivencias. En el relato también tienen cabida, productores, managers, diseñadores de ropa, editores de revistas, dueños de clubs… en definitiva cualquiera que pusiera su granito de arena en construir aquella escena.
Sobra decir que la lectura del libro es entre entretenida y compulsiva desde el mismo prólogo a cargo de Corey Taylor; la cantidad de anécdotas y momentos delirantes parece no tener fin. Se hace complicado pensar que cualquiera mínimamente interesado en el tema no se lo vaya a pasar bomba.
Otra cosa es quien desee hurgar un poco más en lo que paso allí, aquellos que desearían rascar un poco más allá de la superficie. Se habla poco de las bandas que no triunfaron, que fueron muchas, y quizá se pasa demasiado de refilón qué fue de todos aquellos músicos que con la llegada de Nirvana pasaron de ser estrellas del rock a ser repudiados como la peste en cuestión de meses. Habría estado muy bien saber cómo han sido sus vidas, no siempre fáciles, desde entonces,
Pero tampoco seamos tan quisquillosos. El motivo principal de Nothin’ But A Good Time es justo lo que dice su título -canción de Poison para quien no lo sepa- pasarlo bien con el testimonio de una época de excesos y triunfo. Y en eso, cumple su cometido a la perfección.
RICHARD ROYUELA