Si fuera de esos tipos que se creen ya de vuelta de todo, que siempre ven lo negativo antes que lo positivo, y que siempre va buscando ese sonido novedoso y rompedor que por mucho que quiera, ni existe, ni aparecerá nunca, este disco sería maltratado sin piedad.
Pero amigos, hablamos de música y de todos los sentimientos que nos provoca, y aunque las similitudes estén ahí, bien a la vista y bien presentes, hay que estar ciego para no darse cuenta que en The Nude Party hay talento por toneladas, y que esta gente sabe cómo componer canciones enormes. De esas que se te enganchan como una lapa y que meses después de haberlas descubierto todavía revolotean por tu cabeza, volviendo una y otra vez. No, no inventan nada nuevo ni lo pretenden, pero te regalan un cancionero luminoso, vital y extremadamente inspirado y eso es mucho más de lo que te ofrecen la mayoría de hypes del momento.
Cuando suena el infeccioso riff de ‘World Gets Around’ es inevitable acordarse de la guitarra de Keith Richards y de los lejanos tiempos de Sticky Fingers y lo mismo pasa con ‘Rides On’ y su fortísimo tufo al Lou Reed de Coney Island Baby. Ningún problema, porque lejos de sonar a copia barata o al enésimo refrito setentas, la banda toma esas influencias como punto de partida para construir preciosas melodías y ese sonido tan orgánico y vital. En definitiva, todo el secreto está en las canciones y si estas son de calidad, todo fluye de manera natural.
Los cencerros y el certero riff de ‘Hey Monet’ dan paso a los momentos más festivos del álbum pero a mí cuando más me gustan es cuando se empapan de blues y honky tonk stoniano para hacernos mover los pies aunque no queramos, ‘Polly Anne’ o ‘Tree Of Love’ serian los ejemplo más claros.
Se comenta no sin parte de razón, que si el rock se está convirtiendo a pasos agigantados en la nueva música clásica, solo seguida por gentes de edad avanzada, es por culpa de la falta de propuestas de artistas jóvenes interesantes. Que The Nude Party estén empezando a ser seguidos por chavales y el grueso de su público no sea el veterano de mil batallas, abre un halo a la esperanza y esto pueda tener una continuidad más allá de los dinosaurios que siguen girando y girando sin parar.
Estamos de acuerdo que un tema como ‘Midnight Of Lafayette Park’ podría haberse grabado en 1971, pero aun así suena fresco y arrebatadoramente actual. Las contradicciones de la música ¿O será la vieja misma fórmula tocada desde una mirada actual? De cualquier manera, un gran álbum, el tercero ya, empecemos a citar a The Nude Party como toda una realidad y no como unas promesas. En el próximo Azkena tendrán la oportunidad de reafirmarlo.
ANDRÉS MARTÍNEZ