Belvedere nunca han sido tan populares como sus compatriotas Sum 41 o Billy Talent, pero a quienes les gusta que el punk rock tenga velocidad y melodía, son un nombre imprescindible. Aprovechando que su cantante y guitarrista Steve Rawles actuará esta semana en España, contactamos con él para saber más sobre sus orígenes y su carrera.
Aunque el pasado mayo, Belvedere publicaron su sexto álbum, Hindsight is the Sixth Sense, la todavía incierta situación provocada por el COVID, ha impedido que la banda al completo pueda venir a presentarlo todavía. Sin embargo, Steve Rawles decidió liarse la manta a la cabeza y la semana pasada inició una gira acústica por su cuenta por media Europa.
Quien quiera verlo, Steve estará este viernes, 12 de noviembre, en la sala Butyklan de Barcelona, el sábado 13 en el Pub Plaza de Oviedo y el domingo 14 en la sala Funhouse de Madrid.
Esta semana estarás en España para ofrecer tres conciertos acústicos. ¿Cómo se te ocurrió venir de Canadá a Europa para tocar solo?
STEVE RAWLES «(Risas) Bueno, hacía como más de diez años que no hacía una gira acústica. La idea era haber hecho una gira con la banda, pero ahora es muy complicado hacerlo por todo el tema del virus. Un amigo me sugirió venir a España, y de inmediato me puse a buscar otros conciertos por toda Europa. La verdad es que es genial poder estar girando, ni que sea yo solo».
¿En Canadá habéis podido tocar con el grupo?
«Sí, estuvimos de gira tres semanas en octubre. Cada provincia tiene su propia normativa, así que fue un poco estresante, pero mereció la pena. En algunos casos tocamos en salas de 500 personas, con solo 100 sentadas y con mesas. Fue raro (risas). Pero moló hacerlo porque en muchos sitios éramos el primer grupo que la gente veía en directo después de casi dos años.
¿Qué podremos escuchar en tus conciertos?
«Tocaré temas del grupo, también de un disco acústico que saqué hace 11 años, y algunas versiones. Es muy divertido».
¿Aprendiste a tocar la guitarra con una acústica?
«No, empecé a tocar con una eléctrica cuando tenía 13 años, pero había estudiado piano unos años antes. Realmente no me compré una acústica hasta que tenía veintitantos. La verdad es que tuve que aprender porque es un instrumento completamente distinto».
¿Cómo descubriste el punk rock y qué te motivó a montar un grupo?
«Tenía 14 años cuando empecé a ir a conciertos. En la Universidad de Calgary había una sala llamada The Black Lounge, y cada viernes cogíamos el tren para ir a ver a grupos. La entrada siempre valía 5 dólares. Tocaban bandas punk, pero también alternativas, las que no salían en la radio. Pude a ver a SNFU, Dead Kennedys, pero Bad Religion fueron los que me enamoraron. No Control fue el disco que me hizo ver que podía conectar con un grupo tanto por las letras como por su música. Empecé a meterme en las bandas de Epitaph y Fat Wreck, y nunca paré. En mayo de 1994 vi a NoFx, y llevaban de teloneros a Face To Tace. Nadie conocía a Face To Face entonces. Llegué al concierto y había 1000 personas. ¡No podía creerme que hubiera tanta gente que le gustase esa música! Y seis meses después empecé Belvedere».
Tres años después, en 1998, publicasteis vuestro primer largo Because No One Stopped Us. ¿Qué te sigue gustando y qué cambiarías del disco?
«Lo que me gusta es que lo grabamos en cinco días. Lo grabamos en un ocho pistas. Al final no nos quedaban pistas para los coros, y tuvimos que grabar todas las armonías cantando en un mismo micro (risas). Lo grabó mi amigo Kyle e hizo un gran trabajo, aunque suene un poco primitivo».
¿Cuándo crees que lograsteis tener una personalidad propia?
«Antes del primer disco sacamos un recopilatorio en un sello que tenía y era punk rock más típico, en plan medio tiempo, pero en 1998, 1999, Jay (Hollywood, batería) entró en el grupo, y a él le gustaba cantar gritando, cosa que no era tan habitual entonces. RKL tuvieron una gran influencia en nosotros, y a partir de ahí empezamos a tocar de manera más técnica y a hacer algo menos previsible, aunque hubiera partes melódicas».
¿Y Propagandhi?
«Me encanta todo lo que han hecho, pero diría que sus dos primeros discos me influenciaron más por las letras. Me enseñaron cosas más allá de los riffs que también eran geniales. Creo que llevaron a mucha gente del punk rock a pensar de manera distinta».
¿A nivel melódico cuál sería tu mayor influencia?
«Crecí escuchando a los Beach Boys. Mi padre tenía un recopilatorio suyo llamado Endless Summer, y desde que tenía 3 años recuerdo que cuando íbamos de vacaciones, siempre lo ponía en el coche. Eran como nueve horas de viaje, y mi hermano y yo cantábamos en el asiento de atrás. Siempre me fascinaron los niveles de armonía que tenían. Creo que de ahí viene mi sensibilidad melódica. Y luego cuando escuché a Bad Religion, descubrí que podía hacerse también con un fondo de hardcore punk. Me ponía No Control y cantaba todas las armonías por encima (risas). Creo que esas fueron las dos bandas más influyentes para mí».
«Me sigo sintiendo como un chaval de 16 años que está empezando» STEVE RAWLES
Aunque en Canadá hay grandes bandas, la meca del punk rock estaba en California. ¿Alguna vez os planteasteis mudaros allí?
«Giramos mucho en California, pero no creo que nunca nos planteáramos vivir allí. Tampoco es que fuera algo fácil. Me gusta, pero no es para mí. Hay demasiada gente. Quizá en otra vida. Además Chixdiggit nos demostraron que podías ser de Calgary y girar por todo el mundo. Nos enseñaron muchas cosas sobre cómo conseguir visados de trabajo y esas cosas. Seguimos siendo muy amigos».
Para una banda que empieza, ¿qué es mejor invertir en una furgo o en tener buen equipo?
«Creo que lo primero es tener un buen equipo porque si no suenas bien, te vas a desanimar y no querrás seguir tocando. Luego cuando hayas ensayado mucho, tengas buenas canciones y suenes bien, ya puedes comprar la furgo. Pero más importante es rodearte de buena gente con la que tengas magia a la hora de crear. Si te gusta la música que haces, querrás estar más tiempo en la carretera».
¿Qué recuerdas de vuestras primeras giras?
«En nuestra primera gira se nos estropeó la furgoneta tres veces, y creo que fue porque no teníamos GPS (risas). Siempre nos dejábamos una hora de margen de más por si nos perdíamos. Íbamos al centro de cada ciudad y de ahí intentábamos llegar a la sala preguntando a la gente. Lo que hacía era comprar la revista Maximum Rock’n’Roll y enviar nuestras maquetas a las salas que se anunciaban para intentar cerrar bolos. Pero era complicado. Todo era por correo, y a veces no volvías a hablar con el promotor hasta una semana antes del concierto. A veces, llegabas y se había cancelado… Era duro. Desde luego, con la llegada de Internet fue mucho más fácil».
¿Cómo fue vuestra primera gira europea?
«Tocamos ocho o nueve conciertos con Satanic Surfers, porque habían tocado en Canadá, y nos pidieron hacer unas fechas con ellos. Y alrededor de eso montamos como 20 conciertos más. Íbamos sin backline, sólo los instrumentos y el merch, los cuatro apretados en un coche (risas). Fue una locura. En cada concierto teníamos que pedir a la banda local que nos dejara su equipo. El primer concierto fue en Bélgica y aluciné que hubiera gente que supiera nuestras canciones. A partir de ahí empezamos a tocar en Europa, Japón, Sudamérica. Me sigue alucinando cuando vamos tan lejos y veo que tenemos fans. Creo que tenemos una conexión muy fuerte con mucha gente porque literalmente hemos dormido en su casa. Son amigos más que fans».
Ahora ya lleváis 26 años de carrera. ¿Qué sientes al pensarlo?
«Me siento muy afortunado. Conozco muchos grupos que después de tanto tiempo se lo toman como un trabajo, pero parar mí hacer música y girar por todo el mundo siempre ha sido muy emocionante. Eso hace que me siga pareciendo algo nuevo, me sigo sintiendo como un chaval de 16 años que está empezando. Creo que el disco nuevo tiene mucha energía juvenil. Por eso te decía que me siento afortunado, tengo muchos amigos de 40 y pico que odian su trabajo, pero a mí la banda me mantiene joven».
Han pasado cinco años desde el último disco. Supongo que depende básicamente de ti cuando el grupo se activa o no.
«Bueno, Scott (Marshall) y Jason (Sinclair) dejaron el grupo, pero Casey (Lewis, batería) y yo queríamos seguir adelante. Buscamos a dos personas que no sólo quisieran tocar, sino que fueran buenos compositores, y eso nos llevó un tiempo. Pero una vez arrancamos, y más teniendo en cuenta que por la pandemia se cancelaron todos los conciertos, decidimos que lo mejor era grabar un disco nuevo. Fue una experiencia muy positiva».
Para terminar ¿cuál es la camiseta de otra banda más antigua que todavía conservas?
«Tengo una camiseta XL de No Use For A Name de 1995. Sé que la compré en el concierto que dieron con Mad Caddies. En esa época todas mis camisetas eran XL (risas)«.
JORDI MEYA